La metamorfosis política de Leonel Antonio Fernández Reyna de consigliori a capo merece prestársele atención
 

Las metamorfosis política e ideológica registradas por Leonel Antonio Fernández Reyna lo convierten en un espécimen digno del más detenido y minucioso estudio, pues no cabe la menor duda de que su trayectoria acusa una forma sinuosa y contradictoria que apunta a congraciarse con los sectores nacionales e internacionales que poseen Poder político, económico-financiero y organizativo, y a darle las espaldas a las masas populares, no importándole su vida real ni mucho menos las vicisitudes desgraciadas que afectan su desenvolvimiento.

La verdad es que en esa investigación aparecen aspectos y hechos espeluznantes donde las miserias humanas superabundan, la podredumbre hace olas y las pestilencias dejan una anonadora sensación que hace creer que todo está perdido, y que sólo la canalla y los crápulas predominan a su antojo.

Así, rápida y furtivamente se coloca al lado y como parte de las fuerzas que subyugan y oprimen al país y al pueblo, no sólo para acceder o alcanzar el Poder sino para ejercerlo y disfrutarlo como fuente de enriquecimiento y de oficio permanente de agente del capital financiero internacional, que son las bases y el sostén, constituyendo la espina dorsal, el corazón y el alma, del imperialismo como sistema de explotación y saqueo de los pueblos y naciones en aras de riquezas y vida parasitaria.

Al ascender al Poder en 1996 con el apoyo de la ultraderecha político-militar y policial, que se cobijaba detrás de la sombra fúnebre del tirano alimaña Joaquín Balaguer con su cortejo de crímenes y abusos y atropellos sobre el pueblo, no sólo en forma directa, sino también en forma indirecta, pues nunca deja de ser puntal aupador y sostén de las clases e instituciones encargadas del subyugamiento del pueblo, no sólo político-militar y policial, sino económico y religioso, como es el caso de la Iglesia Católica-Vaticano, a quien siempre le garantizó su papel de enajenador de la soberanía del Estado de la República Dominicana, Leonel Antonio Fernández Reyna prosiguió esa compañía, y de inmediato empezó a fomentar las actuaciones criminales y fuera del marco de la Constitución, las leyes y los derechos humanos de la P.N. y de las FF.AA.

Las gestiones sucesivas de Nazir Tejada, Sanz Jiminián, al frente de la Policía Nacional, dan testimonios no sólo de que su carácter criminal represivo y antipopular como antidemocrático seguía en pie, sino que al nombrar a Pedro de Jesús Candelier al frente de la P.N., puso en ejecución el programa de los fusilamientos y ejecuciones extrajudiciales, ilegítimas, inconstitucionales e ilegales en mutuo acuerdo con el cabecilla de la Iglesia Católica-Vaticano, el nombrado Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, su Cardenal, quien mantenía una desaforada campaña como voz cantante de las cavernas políticas retardatarias y parasitarias a costa del país y el pueblo, de que había que aplicar una línea represiva de mano dura, haciendo caso omiso de tribunales, jueces, justicia y leyes. Dicha campaña contó, como en otras ocasiones anteriores, con el respaldo del director de “El Nacional”, Ra-dhamés Gómez Pepín (alias Jack el Destripador), quien es reincidente en eso desde que fuera beneficiado con la impunidad por un horroroso crimen mientras era Jefe de la P.N. el nombrado Morillo López, que ya había disfrutado de las mieles venenosas del asesinato impune cuando, después de haber dado muerte de 36 puñaladas a su mujer a fines de la década del ’50, ya 7 u 8 años después era Jefe de la P.N., encargada del orden público y la moralidad ciudadana. ¡Vaya ironía incomprensible de la vida en este país del carajo!

Candelier se llevó, por ejecución y fusilamientos extrajudiciales, varios miles de dominicanos en tan solo dos años, aunque la prensa sólo difundió noticias de unos cuantos cientos. Pero al fin y al cabo eran víctimas más que de Candelier, que no ha dejado de ser un matarife, del cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, de Radhamés Gómez Pepín (Jack el Destripador) y del centro de este comentario en su vertiginosa carrera que lo retrata recorriendo la senda en forma meteórica para pasar de simple administrador gerente político -equivalente a la condición de consigliori de la mafia- hasta alcanzar el nivel de capo y ejecutivo de los planes de asesinatos, pues nadie puede ocultar ni pretender cerrar los ojos a las cantidades de asesinatos y muertes que llevan a cabo al por mayor y al detalle los cuerpos represivos y particularmente la P.N., cada vez que Leonel Antonio Fernández Reyna alcanza el Poder, y mientras tanto él se queda muy campante, como si las matanzas y carnicerías no le concernieran y fueran asuntos de carácter administrativo-burocráticos, lo cual sólo es propio de las gestiones y gobernantes despóticos y criminales.

Lo peor del caso es que, cuando se le enrostran esos hechos, se declara sorprendido y enterado de ello por primera vez alegando que su primera gestión fue respetuosa, en forma casi absoluta, de los derechos humanos, y que durante esa gestión no hubo ni escabechinas policiales ni atropellos algunos. No cabe duda que su metamorfosis como agente del imperio y la reacción nos lo pinta pasando de consigliori a capo ejecutivo.

Y de ello bien podría ser testimonio la ejecución ordenada y efectuada en la persona del ayudante fiscal de Puerto Plata, Teódulo Cebaños Peñaló.

 

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