La crisis a que ha sido llevado el país demuestra naturaleza explotadora del neoliberalismo y la falsedad del gobierno de Leonel Antonio Fernández Reyna y el Pálido

 

El peso de la situación económico-social agravada se hace ineludible, esto es, de esta crisis, no se puede escabullir nadie, lo que se está poniendo de realce puesto que, a pesar de lo maltrecho y debilitado en que se encuentra postrado el movimiento sindical de los trabajadores, alrededor de los míseros salarios de los pocos que tienen puesto de trabajo, así como la necesidad de luchar por alzas de salarios y por una ampliación de los servicios médicos de carácter público y gratuito, que han sido erradicados para la población, se viene cuajando y adquiriendo forma el despertar de las actividades reivindicativas de los sindicatos y de los sectores populares.

El sector burocrático sindical había venido negociando, a través de la Secretaría de Trabajo y su Comité de Salarios, un aumento salarial en donde han solicitado un alza de un 25% hasta para los que ganan 30 mil pesos mensuales.

Por su parte, los capitalistas y demás sectores patronales, conscientes de la naturaleza del gobierno, apenas ofrecen un aumento salarial que es mucho menor del 10%, lo que, para no hacer el ridículo, fue rechazado por los representantes sindicales.

Los niveles vigentes de salario corresponden al momento pasado en que, estando el costo de la canasta básica en 12 mil pesos, el Banco Central la ubicaba en 8 mil pesos. Pero hoy, la canasta familiar se reconoce que está un poco más arriba de los 18 mil pesos mensuales, y esto sin contar con las alzas impactantes a raíz de las nuevas cargas fiscales y el tan continuo como progresivo encarecimiento alcista de los combustibles del transporte en general.

La situación económica que atraviesa el país sólo cabe ser definida como catastrófica, aunque los funcionarios gubernamentales y sus apologistas hablan en forma ridícula de “bonanzas y bienestar económico imperante”, como oímos expresar, por ejemplo, al sociolisto Max Puig hace apenas unos cuantos días.

Pero si bien esto es nada menos que una grosera burla del gobierno y sus vocingleros funcionarios, tampoco cabe aceptar el oír hablar, sin protestar ni repudiar, a los representantes del Perrodé y su afán por volver a controlar el Poder del Estado, diciendo que, por culpa del gobierno, se han perdido miles y miles de puestos de trabajo en las Zonas Francas y los correspondientes padres de familia que allí laboraban han dejado de llevar el sustento de los hijos y de su familia, tal y como gusta afirmar el neoliberal y agente de lo peor Martínez Moya, un verdadero recalcitrante adalid de la super-explotación y saqueo de los monopolios extranjeros sobre el país y la población criolla.

Sólo depravados lacayos que ejercen el papel de economistas o comentaristas económicos, como la función de apologistas a ultranza del neoliberalismo y de los monopolios imperio-capitalistas, pueden decir, en forma tan desaprensiva como falsa, que al perderse esos miles de puestos de trabajo en Zona Franca, “los padres de familias han dejado de llevar el sustento a sus casas”, como si acaso, lo que un semi-esclavo de hecho, que es esquilmado en una empresa de Zona Franca, puede siquiera cubrir el 40% de las necesidades de comida, pago de alojamiento por concepto de alquiler, servicios, etc. y transporte; lo que hace que tal expresión de estos perrodeistas, en plan demagógico y electorero finja ignorar que los salarios devengados por los trabajadores de Zona Franca son tan insignificantes que se les tiene clasificados, sin exageración de ningún tipo, como viles salarios de hambre.

Es notorio que, apenas empieza a hacerse evidente ante los ojos de la población el acelerado naufragio del modelo neoliberal y sus gobiernos, como el de Leonel Antonio Fernández Reyna, ya los perrodeistas estén desaforados promoviendo campañas que sólo atinan a ahondar la esclavización de las masas, lo mismo que a perpetuar el subyugamiento de la nación por parte de los monopolios y países imperio-capitalistas, respaldando esos perrodés, por ejemplo, la infame acusación del gobierno genocida norteamericano de que el país nuestro y el pueblo dominicano somos xenófobos, racistas y discriminadores, sumándose a la infame campaña anti-dominicana y anti-popular, como lo reflejan las ignominiosas declaraciones del carajete ese Jorge Mera, quien (como un perfecto hijo de su ladrón e imbécil padre, Salvador Jorge Blanco), no ha tenido ni siquiera pudor para proclamar su total identificación con la infame acusación de los EE.UU. y los grupos pro-haitianos y anti-dominicanos de la xenofobia, el racismo y la discriminación por el solo hecho de demandar que se le ponga fin y control a la eventual invasión haitiana a la República Dominicana.

Lo peor de todo es que esas canalladas e infamias son llevadas por el Perrodé, por ejemplo, al seno de los grupos de burócratas sindicales que pretenden ostentar la representación de las demandas populares. Los daños y perjuicios de que hablamos quedan ilustrados por la actitud cómplice y encubridora, así como de traición e indolencia, de los directivos de la Federación de los Trabajadores de la Construcción, tanto respecto a los daños del rocash como con relación a la masiva presencia de mano de obra haitiana que actúa, gravitando, para la disminución del salario.

 

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