Terrorismo de Estado

Corrupción gubernamental masacre y baño de sangre con narco actividad estatal

Todo hombre y mujer libres están convencidos en sus adentros de que Leonel Antonio Reyna es el responsable número uno de los crímenes y tantos asesinatos de ciudadanos por el terrorismo de Estado imperante como política oficial de su reelecto y continuo gobierno actual, boschista, neoliberal, corrupto, entreguista y sanguinario de dicho Leonel Antonio Reyna y los pálidos pelegatos

Los crímenes de Estado han sido entronizados y erigidos en la práctica común y ordinaria de los escuadrones de los sicarios pertenecientes a la P.N. que ejecutan ciudadanos con toda impunidad, con todos los rituales con que los sicarios matones los efectúan en el bajo mundo; y es innegable que se trata de un asunto con carácter cotidiano y que son, formalmente, clásicos asesinatos de Estado, de lo que no hay dudas respecto a su definición y conceptualización, como de quién es que los auspicia y propicia.

No hay día de la semana en que los mismos órganos amarillistas y mediáticos de la prensa venal, mercenaria y mendaz, totalmente al servicio del actual gobierno, dejen de traer en sus páginas, o sus imágenes de televisión, si no en sus informaciones radiales, por lo menos 1, 2 ó 3 ejecutados, lo que es en realidad apenas el 25% del monto real, cuando mucho, de la cantidad de ciudadanos asesinados víctimas del terrorismo de Estado y sus crímenes entronizados y sistematizados por el rapaz sanguinario Leonel Antonio Reyna, los que tienen como elemento de identidad haber caído bajo intercambios de disparos entre la P,N, y supuestos delincuentes o atracadores.

Si el conteo de ejecutados, según lo puso dicha prensa, es 500 al año, multiplique usted mismo esa cantidad por 6 y entonces tendrá una cifra de los ejecutados por orden de Leonel Antonio Reyna que apenas se aproxima al número real de los fusilados.

Hoy se está en la República Dominicana en medio de la oficialización, por tanto, de parte del gobierno del Estado, de lo que es la sistematización de su política de terrorismo de Estado, mediante la que el Presidente Leonel Antonio Reyna, ilegal, inconstitucional e ilegítimamente, propicia, autoriza, apoya y respalda que los organismos del Estado encargados del orden público y al servicio de la aplicación de la ley, según el ordenamiento jurídico prevaleciente, cometan asesinatos de los ciudadanos así como que desaten una ola de intimidación y miedo, a través de ellos, sobre la población y la ciudadanía que, a sus ojos y según su apreciación, son sospechosos de haber cometido transgresiones a las leyes vigentes que imperan en el país y regulan la sociedad humana dominicana, conformando el sistema jurídico contra el que, precisamente, arremeten Leonel Antonio Reyna y sus hordas de criminales y corruptos.

Lo que simple y llanamente está aconteciendo, a lo largo y ancho del país, la República Dominicana, en el contexto de su desenvolvimiento social, y que se palpa en los hechos y sucesos de cada uno de los días que forman las semanas, los meses y el año, y que es propiciado desde el Poder del gobierno, es lo que se llama la práctica del terrorismo de Estado por parte del señor Leonel Antonio Reyna y su Pálido, engendrado y parido por Juan Emilio Bosch Gaviño, hoy ya adulto, y hecho por tercera vez desgobierno, cuya administración se ha convertido en la criatura ladrona, asesina, carnívora, carnicera, corrupta y depredadora por obra y gracia de lo que a su vez es el Pelegato, real espécimen mostrenco del mundo de la fértil imaginación como tan pintoresca de la que, su especial espía de la CIA (autor y agente contrarrevolucionario del imperialismo yanqui, pagado y ennominado, según papeles desclasificados por su empleadora, la CIA), creara hace años atrás aquel alegre y depredador personaje de ficción el "gatobo", con la diferencia de que éste resulta ser ahora la propia íntima y real conciencia de sí mismo, y esto lo confirman y corroboran los hechos, los mismos hechos que constituyen la sustancia social viva de la dura y palpable realidad concreta y más concreta.

Se trata de una masacre regularizada, o sea, que el gobierno de su cabecilla Leonel Antonio Reyna viene efectuando sobre la población, a ritmo de ejecuciones y fusilamientos directos en plena vía pública, con previos secuestros y torturas y con los clásicos pistoletazos de tiros de remate por parte de unidades uniformadas y vestidas de paisanos, de un formal cuerpo institucional del Estado, que es la llamada Policía Nacional, la que efectúa continuos asesinatos, a no menos de 7 por cada día y con lo que, de hecho, aplica la pena de muerte, que es una figura explícitamente no legalizada, ni formalizada, ni recogida ni contenida en el ordenamiento jurídico base de la nación, ni tampoco como parte del desenvolvimiento cotidiano de la sociedad ni para la regulación de las relaciones entre los ciudadanos. Y todo en aras de aupar y dar continuidad a la corrupción imperante como práctica oficial de éste, el más corrupto de todos los gobiernos que ha tenido este país.

Las ejecuciones se continúan desplegando a escala cada vez más alta, y su significado de labor de exterminio deliberado con carácter criminal sobre la ciudadanía ya adquiere formal carácter de terrorismo de Estado generalizado, y con ello se da a entender que esta política de asesinatos de Estado y el terrorismo de Estado venía preconcebida dentro de la carpeta de proyectos prioritarios con que Leonel Antonio Reyna pisaba por primera vez, a su llegada al Palacio de gobierno, cuyo blanco no estaba en el aire ni en el seno de las clases y estamentos dominantes de la economía y la sociedad, sino exclusivamente tenía como centro de la diana la población llana, barrial y sub-urbana, preferiblemente su juventud. Y es claro que si su meta en lo económico no era el real desarrollo y la modernización efectivamente de los procesos económicos y la potencialización de los recursos nacionales, sino el fomento del parasitismo y la explotación, como de la opresión y el robo, el desfalco del Estado como su fuente de enriquecimiento a costa del pueblo y país, como de la destrucción de la nación y el despojo de sus riquezas nacionales, el terrorismo oficial venía, y así lo tenía consignado de antemano, como su herramienta imprescindible. Jamás debe olvidarse que no hay terrorismo de Estado por puro amor al arte.

Lo de que la economía tiene en la política su reflejo concentrado, es una fórmula insustituible que elaboraron Marx y Engels como parte del materialismo histórico. Y sin preámbulos ni medias tintas, lo del terrorismo de Estado y los asesinatos de Estado que el gobierno, como hemos afirmado, ha sistematizado y entronizado, es, con toda exactitud, el reflejo concentrado, en el marco de la política de Estado, efectivamente, de la práctica económica del robo, de la depredación, del desfalco de las autoridades gubernamentales que aplican el neoliberalismo, con su privatización absoluta y su desentendimiento de todo cuanto sea lo social pertinente a la población, así como la colocación del Estado al servicio de tan egoístas como mezquinos objetivos y fines; ahora que el neoliberalismo naufraga y su fracaso es ya inocultable, se desgarran los disfraces y falsas vestiduras, quedando con su verdadero rostro en pie, y ese rostro es el del fascismo criminal, que es lo que corresponde al imperialismo en el orden político como su reflejo, lo que robustece toda la absoluta validez de las justas tesis de Lenin y Stalin de que la democracia y la libertad corresponden a la primera etapa del capitalismo de la libre concurrencia y de los propietarios individuales, pero a la segunda etapa de este régimen, que es en la que los monopolios desplazan a los productores individuales, y con ello, la libre competencia entre éstos es sustituida por la de los monopolios, se instaura el predominio de éstos y del capital financiero que los sustenta, creándose la situación que se llama imperialismo, a todo lo que corresponde, como su reflejo concentrado en la esfera de la política, en la superestructura (de todas las que el Estado es la más importante y fundamental), el reaccionarismo político y, consecuentemente, en su período crítico, ese reaccionarismo general se materializa en lo que es el fascismo de Estado, cuya práctica es la de los crímenes de Estado, tal cual estamos respirando y viviendo en la actualidad.

En uno de sus clásicos rebuznos pretensiosos de burro ignorante y redomado, como espía de la CIA y agente contrarrevolucionario del imperialismo, Juan Emilio Bosch Gaviño, éste quiso burlarse irónicamente, como era su costumbre de recalcitrante y contumaz reaccionario engreído, en forma sarcástica, denostando en contra de nosotros por el hecho de que desde la segunda parte de la década del ’60 le veníamos llamando, con toda conciencia y previo estudio al respecto, al tirano alimaña Joaquín Balaguer, y de paso a él mismo en persona (que era su cómplice, lo que hoy está sobradamente comprobado), agentes fascistas y representantes del fascismo reaccionario e imperialista, lo que, para los que conocían lo que era el corporativismo como sistema del fascismo y sus componentes, con la tesis falangista-franquista de la dictadura con respaldo popular, disipó todo tipo de dudas al respecto por lo que, desesperado y fuera de sí, apeló a la interpretación escolástica y metafísica, notoriamente parte de los positivistas de viejo y nuevo cuño, consistente, dicha subjetivista como arbitraria interpretación, en sustituir el concepto, que es el reflejo directo de la cosa, del suceso, del hecho o del fenómeno y que expresa la esencia de las cosas al margen de particularidades peculiares, por una recua de palabras o embrollo de lenguaraje que, según las sensaciones personales y experiencias individuales, sería la cosa, el hecho, el suceso o el fenómeno, según su propia conveniencia y hasta por su propia condición de estúpido, y afirmaba que éramos disparatosos porque les llamábamos, a Balaguer y a él, fascistas, siendo éste un país que ni siquiera era capitalista, por lo que, a su entender, ese concepto y su significado carecían de absoluta validez en, y para la República Dominicana.

De lo que obviamente se desprende que el gran anti-leninista y enfermo anti-stalinista, de buenas a primeras se las quería dar de un amoroso discípulo de los dos más grandes jefes y dirigentes del movimiento comunista internacional y de la lucha revolucionaria del proletariado y los pueblos oprimidos contra el imperialismo y el capitalismo, ya que todo lo del gran espía de la CIA Juan Emilio Bosch Gaviño, una vez más como agente burgués contrarrevolucionario era, por su pura conveniencia, a través de las aguas congeladas del cálculo frío, como una vieja ramera de pelo blanco por depravada conveniencia; y así ahora lo encontramos tratando de ampararse en los que públicamente odió patológicamente.

Pero lo que buscaba ocultar, en el empleo de estos sofismas y cinismos, propios de rameras depravadas, consiste en callar e ignorar que la República Dominicana es una nación subyugada y apéndice del imperialismo yanqui, y que éste tiene a la Iglesia Católica-Vaticano como su seguro aliado en su labor colonial y de opresión, como de explotación y subyugamiento, y que, a su vez es, dicha Iglesia Católica-Vaticano, la fuente espiritual del fascismo real de los Mussolini, Hitler, Franco y del régimen de Vichy en Francia durante al ocupación nazi en el período de la Segunda Guerra Mundial, por lo que los títeres, lacayos y colaboradores del imperialismo y de la Iglesia Católica-Vaticano en el país y en América Latina, necesaria, esto es, obligatoriamente, devienen en la práctica e ideas fascistas, lo que se materializa en la política de Estado terrorista que imperaba en el Continente, y en República Dominicana en particular, aún hubiese sido precapitalista, como en buena medida ocurría en la época de Trujillo aquí, con los Somoza en Nicaragua, con Juan Vicente Gómez y demás generales y con Pérez Jiménez en Venezuela, Stroessner en Paraguay, Argentina con Domingo Perón, Fulgencio Batista en Cuba, Rojas Pinilla en Colombia etc.; y ahora, con Micheletti, precisamente es fascismo lo que existe en realidad y por obra y gracia del maridaje sanguinario, explotador y parasitario de la Iglesia Católica-Vaticano y el cristianismo con el imperialismo norteamericano en Honduras, como con Uribe, de la misma Colombia de nuevo, y donde su dictador narco-terrorista colombiano es el gran socio de Leonel Antonio Reyna.

Pero en todos los casos queda de realce, de manera irrefutable, que la Iglesia Católica-Vaticano y el cristianismo son enemigos acérrimos por naturaleza de todo cuanto sea democracia y libertad. La Iglesia Católica-Vaticano, y el cristianismo en general, son esclavistas por naturaleza, y fuente del fascismo moderno, por lo tanto.

 

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