LA SUPREMA Y SUS USURPADORES

Un cáncer que hace metástasis en contra del Estado de Derecho

 

La Suprema que fuera designada en el 1997, como parte de una capciosa reforma estructural vinculada a otra de carácter constitucional bajo el ambiente de cruzamiento del neoliberalismo (modelo imperio-capitalista, junto con su globalización), de un lado, con el absoluto predominio de injerencia e intromisión, como dueña prácticamente del país, por parte de la Iglesia Católica-Vaticano, del otro lado, con sus jueces integrantes entresacados de lo más podrido y envilecido del pantano al servicio del deplorable régimen político-económico-social habido desde la dictadura de Trujillo, el balaguerato y los inmundos desgobiernos de los perrodé.

Sólo ilusos o los peores traidores podían albergar esperanzas de que esa Suprema desempeñara un papel positivo, abogando a favor de que prevaleciera la voluntad de crear, o contribuir a crear, las bases del objetivo democrático del Estado de Derecho.

Por ejemplo, el Código Procesal Penal, que en otras condiciones diferentes sería una de esas herramientas que distinguirían el Estado de Derecho, y que, como se ha dicho, le reconoce las prerrogativas constitucionales y de los derechos humanos a todo ciudadano acusado o involucrado en cualquier delito, sin importar la naturaleza de éstos, y prohíbe las torturas, los apremios corporales y otras piezas tan caras a las inquisitoriales percepciones de la parasitaria Iglesia Católica-Vaticano, como que dicho Código Procesal Penal se empeña en la defensa del derecho a la vida, pero que la Suprema ha propiciado y permitido que sea pisoteado y desconocido en los hechos.

Al haber, por encima del buen derecho positivo, hecho prevalecer el llamado derecho y código canónicos, que no tienen valor jurídico alguno en el Estado Dominicano, y llegar al extremo descarado de colocarlos por encima del derecho civil, pasando a asignarles el papel de fundamento de la Constitución de la República, en sustitución del susodicho derecho civil, lo que de paso es un flagrante Golpe de Estado constitucional, para así acreditar su mostrenca sentencia a favor del Concordato, designando a éste como acorde con la Constitución, con la legalidad y legitimidad, ese grupo de jueces, que ya se habían colocado todos ellos en la ilegalidad, la ilegitimidad y en la inconstitucionalidad al declararse vitalicios, llegando a practicar lo insólito de ser jueces de sí mismos e impartiéndose supuestamente justicia ellos mismos para sí mismos, como es obvio que hicieron al momento de declarar inconstitucional parte de la Ley de Carrera Judicial para proclamarse jueces vitalicios, en contra de la Constitución y la Ley supuestamente de Carrera Judicial, sellaron así definitivamente su toma de posición en la primera fila de los enemigos jurados y recalcitrantes del Estado de Derecho y a favor de la anulación de la soberanía del Estado Dominicano, y se inscribieron como partidarios recalcitrantes del Estado teocrático, al que es consustancial la negación de los derechos democráticos, como todo cuanto favorezca el Estado de Derecho, y de paso a la oficialización del sicariato y sus brutales procedimientos. De ahí su conocida complicidad con la carnicería de las ejecuciones extrajudiciales de la Policía Nacional.

Toda su espuria naturaleza, la de los detentadores de la Suprema Corte, ha sido apuntalada y reafirmada por cada una de sus actuaciones, sobre todo en los casos de mayor trascendencia donde se pone en juego la nación dominicana y los intereses de su población.

Ha saboteado la creación de un idóneo aparato judicial, infiltrando en la condición de jueces u oficiales de la Justicia a personas pertenecientes a otras instituciones, a pesar de que la Ley de Carrera Judicial expresamente lo rechaza.

Así, militares, policías y miembros de los cuerpos de espionaje del Estado, hacen de jueces.

La Suprema ha colocado como jueces a personas inhabilitadas moralmente, vinculadas y partes del bajo mundo del hampa.

Lo mismo que ha hecho jueces a personas por ser designados por la Iglesia Católica-Vaticano.

Y tanto la Escuela de la Judicatura, como la del Ministerio Público, las ha puesto en manos de la Iglesia Católica y de su mafia criminal, que es el Opus Dei. Unibe es uno de esos medios, además de sus vínculos con el lavado y el narcotráfico.

La complicidad del mercenario y gitano Jorge Subero Isa en el caso de la exclusión de "Listín Diario" del expediente de lavado en el crack Baninter, es digna de consagrarse en la historia universal de la infamia.

Como por igual su respaldo, lo mismo que el de todas las rábulas del derecho componentes de la Suprema, a la carnicería de las ejecuciones extrajudiciales, y a la conversión de la Policía Nacional en un escuadrón de la muerte, como a sus miembros en sicarios, no son crímenes rutinarios, sino extraordinarios.

Disponen sentencias acomodaticias a favor de los peores grupos económicos de Poder, sin reparar en el carácter destructivo de los mismos en contra del país y la población.

Son narcotraficantes, lavadores de activos, prestamistas, usureros, especuladores y consigliori, como es el caso de la Eglys Esmurdoc de Salazar y de Luciano Pichardo, sólo para citar pequeños ejemplos ilustrativos de la gravedad de esa llaga en el cuerpo de la nación, que es un cáncer que hace metástasis.

Leonel Antonio Reyna no se ha atrevido a hablar de los cambios hechos por él en las filas de sus propios funcionarios, lo que indica que está preparando otra oleada mayor de ejecuciones extrajudiciales, ya que se comporta como si la carnicería y el baño de sangre sufridos por el pueblo dominicano a manos suyas no fuera nada importante ni extraordinario, lo que indica que no se arrepiente de nada y sella así su actitud de sicópata.

Es notorio que está engañando a los choferes, como ya lo hizo con los empresarios y el cobro a éstos del ITEBIS por adelantado.

Aunque fruto del acorralamiento, y ante la evidencia de ser, junto al déspota desalmado Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, que es un parásito ensotanado, culpable de haber ordenado la carnicería, Leonel Antonio Reyna, tembloroso, se viera obligado a remover al cabecilla del cuerpo del sicariato que es la Policía, al sociópata y sicópata carnicero Rafael Guillermo Guzmán Fermín, se está lejos de que haya renunciado a la política oficial del terrorismo y crímenes de Estado.

A juzgar por los hechos, que revelan que ni el comprobado sanguinario Leonel Antonio Reyna ni el déspota carnicero y parásito Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez se han atrevido a exhibir un poquito de responsabilidad y dar cuenta de las razones para los cambios, o enjuiciar sus propios crímenes comprobados, está claro, no sólo que son ellos los autores y responsables principales de las más de 30 mil muertes de ciudadanos por ejecuciones extrajudiciales ocurridas del 1996 hasta el día de hoy, 2010 (incluidos los cuatro años del Perrodé y rufián, ladrón e hijo de la gran puta Rafael Hipólito Mejía, lo que incorpora a éste al dúo para ser un trío), sino que están, con su silencio, enviando elocuente mensaje de que, de un momento a otro, van a reemprender su carnicería a una escala todavía mayor, pues de dos cosas hay que estar convencido, que, una vez se consagran como bestias depredadoras cebadas se revelan como sociópatas consumados, y la otra es que, después de hacerse adictos viciosos a los asesinatos, muertes y sangre, no hay manera de volver atrás.

El sociópata, una vez iniciado, no tiene manera de detenerse sin riesgo de terminar reducido en una celda aislada de un reclusorio siquiátrico, por lo que muere o es encarcelado, como las únicas formas de poder liberarse de él.

Es de extrema importancia saber que el nuevo incumbente de la Policía, José Armando Polanco Gómez, ha dicho en Santiago que su Jefe máximo es Leonel Antonio Reyna, como Presidente de la República, al que es obediente en toda la línea y que es éste quien, como siempre, ha sido el que traza las pautas para el comportamiento de la Policía Nacional (véase el botín del crack Baninter "Listín Diario" del 22 de agosto del 2010 en Internet: listindiario.com.do/la-republica), con lo que de hecho, y tal vez hasta sin proponérselo, corroboró la acusación de que la conversión de la Policía en un órgano del sicariato criminal en que se ha convertido, es por orden y voluntad directa y expresa de Leonel Antonio Reyna, que todo el mundo sabe que lo ha hecho en estrecha e indisoluble coordinación con Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, que es el Vicario General de las FF.AA. y la P.N. por el Concordato y el Vicariato Castrense.

Lo que es algo tan cierto que es más alto que la montaña más elevada del país, es que la política del terrorismo y los crímenes de Estado que carga a cuestas Leonel Antonio Reyna y su socio, el parásito alias cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez es un catecismo completo de la teoría y práctica de la peor y más asquerosa delincuencia anti-social, base de sustentación de su Estado teocrático y de sicariato con carácter de conducta disociada y asesina de lesa humanidad, de todo lo que es copartícipe y cómplice la usurpada Suprema Corte de Injusticia, que encabeza el infame y descarado mercenario apátrida Jorge Subero Isa, con lo que la Judicatura encabezada por él ha resultado ser el más absoluto y rotundo fracaso, como lo habíamos pre-establecido.

Ahora, tienen por delante estudiar y ver, según su lógica, la forma de llevar a un nuevo nivel la escalada de su estúpida política terrorista de Estado y sus programas de mayor número de crímenes de Estado en contra de la ciudadanía. Pero a partir de ahora hay otras perspectivas, ya con la población habiendo comprobado, con su propia y viva experiencia, que se trata de un programa de crímenes de lesa humanidad en que las víctimas las pone el pueblo, y los verdugos son Leonel Antonio Reyna, la Iglesia Católica-Vaticano, sus jueces y fiscales y sus matarifes policiales-militares; es probable que el pueblo opte hasta por levantarse y así contrarrestar la represión criminal en su contra.

Sus nuevas metas terroristas se vislumbran como consecuencia de que los artífices, como lo son los aberrados y disolutos terroristas Leonel Antonio Reyna y el parásito cardenalicio Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, con sus estrafalarias como arbitrarias interpretaciones en aras de la opresión dictatorial sobre país-pueblo dominicanos, que es el núcleo de sus podridas concepciones reaccionarias y fascistas, y que las han elaborado con fines de contrarrestar las ocurrencias de colisiones sociales, reflejo de la descomposición de fondo imperante, hoy vuelven de manera recurrente a repetir sus descabelladas como absurdas teorías sobre y del supuesto creciente proceso de ocurrencias de hechos contrarios a la buena marcha de la sociedad, escenificados por la delincuencia que, según sus absurdas interpretaciones fascistas y recalcitrantes, es producto del azar.

Y los autores de esas absurdas teorías, que carecen todos de autoridad moral de la que emanaría un comportamiento ético definido y aprobado como positivo, exhibiendo, en cambio, la más olímpica soberana orfandad de principios éticos, como son los obispos católicos Cornielle o Nicanor Núñez y todos los demás, si no Margarita Cedeño del disoluto don Leonel Antonio Reyna, o bien un transgresor impenitente de la Constitución y las leyes, como lo es el crápula Jorge Subero Isa, todos los que repiten como discos viejos rayados el sonsonete de pérdida de los llamados valores morales, patrióticos y humanos, cantaleteados como loros por todos los verdugos, pero, en particular, Margarita Cedeño, ¿qué sabe de valores morales, patrióticos y humanos esta bergante y corrupta? Jorge Subero Isa, un apátrida y mercenario como no hay dos, ¿de qué valores, carajo, puede este desvergonzado hablar? Los obispos católicos que forman parte de ese cáncer del parasitismo criminal y vividor, con carácter improductivo, además de supersticioso y oscurantista, ¿de qué impunidad hablan?, sus correrías de pedofilia, como la de Yuma, ¿creen que se han olvidado?, ¿acaso ignoran sus propios crímenes de lesa patria?

 

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