Como parte de la refutación a la perversa ignorancia ilustrada del Cardenal (en torno a esta clasificación muy nuestra, véase de este número, Pág. 6 columnas 1ra. y 2da.), nos permitimos publicar íntegramente, con una salvedad, lo que dice textualmente el "Episcologio Dominicano" del sacerdote Cipriano de Utrera, respecto al obispo 49º de la Iglesia Católica en Santo Domingo, el agente del Duce Mussolini, monseñor Pittini, y que abarca del 1935 al 1956.
La salvedad con que lo transcribimos es que advertimos la estafa de la Iglesia Católica que en esta edición del año 1979 trastrueca y tergiversa en forma exageradamente burda la expresión original del texto: "Trujillo Benefactor de la Iglesia y Padre de la Patria Nueva", por "Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva".
(49) XLIX.- Ricardo Pittini
Salesiano, sus bulas de 11 de octubre de 1935. Al cumplirse los veinte años de su consagración espiscopal la Iglesia Dominicana ha sido puesta ya en estado de esplendor como nunca, ni aún durante la dominación española había llegado a estar, todo ello debido al genio político-católico del insigne magistrado Generalísimo y Dr. Don Rafael Leonidas Trujillo Molina, a quien sus conciudadanos, en prenda de su visión total de la grandeza de la Patria, han dignificado con los áureos laureles de Benefactor de la Patria (Iglesia, N. de R.) y Padre de la Patria Nueva. Precedida del otorgamiento que Trujillo le hizo de la personalidad jurídica, fundamento sustancial de sociedad católica con verdadera entidad nacional, todos los demás bienes que al presente atesora pueden enumerarse específicamente como otros tantos beneficios ligados entre sí por la propia mano de aquel varón egregio: multiplicación de instituciones religiosas dedicadas a la enseñanza del pueblo, cuidado de hospitales, clínicas y departamentos universitarios, residencias universitarias para estudiantes de uno y otro sexo, y para el fomento del culto católico; edificación de templos parroquiales en casi todos los pueblos de la República; dirección de planteles de corrección y reeducación de niños y jóvenes delincuentes; nuevo edificio de Seminario Conciliar, establecimiento cabal de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede, con Nuncio de S.S. residente en el país; cooperación en grado excelentísimo para la construcción del Santuario de Nuestra Señora de Altagracia en la villa de Higüey; contribución permanente para la dotación de becas en el Seminario; situación privilegiada de los miembros del clero para que, como ministros de Dios, estén exceptuados de impuestos fiscales en cuantas cosas atañen al ejercicio del sagrado ministerio; restauración de la familia cristiana por el reconocimiento legal del matrimonio canónico; capellanías castrenses para la instrucción religiosa de la clase militar, enseñanza de religión en escuelas, colegios y cárceles; y dejando sin enumeración los continuos y crecidos donativos que dicho Magistrado personalmente ha hecho y cada día hace a entidades eclesiásticas de ambos cleros, secular y regular, las dos obras más relevantes suyas han sido el Concordato con la Santa Sede, seguido de la legislación nacional de sus elementos particulares, y la creación de tres diócesis y una Prefectura eclesiástica en el territorio de la República. Ultimamente, en esta larga y continuada cadena de protección de su pueblo y de la fe de sus mayores, justamente cuando se da a la prensa el presente estudio, en los mismos días de las fiestas patrias de febrero de 1956, y debajo los auspicios del Gobierno Nacional, se está celebrando, para honra y decoro de la República e Iglesia dominicana, un Congreso Internacional de Cultura Católica, primero de los de esta extensión universal en territorio dominicano, con representativos sociólogos de 33 países de ambos hemisferios. (Tomado de la "Historia Eclesiástica de Santo Domingo" del canónigo Lic. Carlos Nouel, en 3 tomos, Tomo III, Págs. 388, 389 y 390).