Manipulación de datos y cifras maquilladas por el Banco Central

Crecimiento y desarrollo económicos actuales son en realidad los índices exactos del auge de la pobreza y miseria del pueblo multiplicados por 10

El cacareado crecimiento económico que supuestamente acusa la economía nacional dominicana bajo los nefastos signos privatizadores y fondomonetaristas, que a su vez es presentado como una muestra inequívoca y halagadora, por parte del gobierno y sus corifeos, de las posibilidades de desarrollo de la economía, así como del supuesto bienestar que podría alcanzar la población, son en realidad, exactamente todo lo contrario y no estamos exagerando, pues a lo mejor nos quedamos cortos, de que el por ciento del crecimiento que tanto cantaletean el gobierno y sus autoridades del Banco Central como un gran logro, sólo reflejan, si lo multiplicamos por 10, el grado exacto en que vienen aumentando las calamidades y sufrimientos de las masas populares, sin que se pueda saber quiénes padecen más miseria, si los que están empleados, por ejemplo, en zona franca, o los que están sin encontrar qué hacer, o sea, en el ejército de los desempleados.

Empezando por la intensidad de la explotación imperante en los talleres o maquiladoras de las zonas francas, hemos de destacar que los obreros están forzados a laborar por lo menos unas 10 horas diarias a paso intensivo.

Cada dos o tres meses se constriñe más y más el cinturón de ajuste de tal modo que en el departamento que requería 100 personas para llenar su cometido, ahora ese mismo cometido lo debe llenar con 60 ó 70 obreros, y así sucesivamente.

Una trabajadora que gana 80 pesos por día tiene que gastar en comida y transporte cuando menos 45 pesos, restándole unos 35 pesos, que multiplicados por 24 resultan unos RD$840.00 al mes, lo que indudablemente no le alcanza ni para pagar la cuartería en que vive. Piénsese que es casi seguro que de esa persona que trabaja dependen 1 ó 2 personas.

Escuelas, desayuno, comida y cena, más una que otra vez la necesidad de comprar medicina para el catarro, la diarrea o una de las tantas enfermedades comunes y corrientes, no cabe la menor duda de que arrojan un balance sencilla y llanamente aterrador. Y a todo ello habría que sumar que ni siquiera se les reconoce el derecho a sindicalizarse, lo que indudablemente es índice de un regresionismo descomunal en el orden de los derechos humanos y las libertades democráticas.

Este es el paraíso que tanto cantaletean los partidos del sistema y los economistas neoliberales, socialreformistas y mixtos. Este es el triunfo del capitalismo que viene a producirse sólo para confirmar que el socialismo sigue siendo la única alternativa válida para que la población trabajadora ponga fin a sufrimientos y miserias innecesarios.

Y no sólo que en la vida real para la gente del pueblo la situación se ha empeorado hasta para encontrar cualquier tipo de asistencia médica de emergencia en un hospital público, sino que la cantidad de dinero circulante es cada vez más restringida conforme la dinámica misma del moderno modelo económico neoliberal y globalizado.

En verdad la acentuación y propagación de la miseria expresada en una creciente imposibilidad de poder satisfacer las necesidades más perentorias, fruto de una disminución acelerada y más profunda del poder adquisitivo de la población, ya sea a consecuencia del aumento del costo de la vida o bien por la disminución o ya por el no aumento del poder adquisitivo del peso, no son hechos fortuitos ni pasajeros, sino que marcan indefectiblemente el rumbo o negra perspectiva de la situación en desarrollo y que se desprenden del sistema económico y de las relaciones de producción vigentes con preferencia a otras, determinando el actual modelo específico que predomina.

Si se contabiliza sumando el monto de todas las actividades y transacciones económicas desplegadas por los monopolios del capital internacional que se han establecido en este su paraíso con un margen de ganancia neta superior al 25%, con lo que duplica y más el margen de ganancia que le ofrece hasta el mismo mercado norteamericano, por ejemplo, se tendría un monto descomunal y creciente.

Pero son transacciones y monto de dinero de los que ni siquiera huele el pueblo dominicano; son algo así como realidades imaginarias o virtuales sin ningún vínculo ostensible ni objetivo con la vida misma del ciudadano o más bien con la gente común y corriente.

Esa actividad, efectivamente, puede crecer hasta alegremente, pero es obvio que ello no implica ni en el plano más remoto beneficio ni mejoría alguna para esa gente dominicana.

Que un pajarraco vocinglero y exponente vivo del iletrismo con cuello y corbata, como lo es el tal Temístocles Montás, concurra a un escenario de Miami para, con voz chillona cacarear que, conforme los datos del Banco Central y de sus cotorras economistas y técnicos palaciegos, la población se beneficia y disfruta del crecimiento económico, sólo hace que el observador honrado sienta estupor y vergüenza de saber y ver por qué tipo de gentuza sin escrúpulos está siendo saqueado el país, confirmando así la certera definición dada por nosotros de que el gobierno de Leonel Fernández-Pálido, no es más que el bandolerismo boschista erigido en administradores del Estado, y de ahí la corrupción y los desfalcos o amañamiento de todas las acciones burocráticas de carácter estatal.

Los millones y millones con que Leonel Fernández y sus bandoleros erigidos en administradores del Estado ha sobornado a los jerarcas de la Iglesia Católica, cuyos obispos viven a cuerpo de rey, percibiendo su gran tajada de la corrupción y la super-explotación, no han podido evitar que hasta el Papa, en su reciente alocución para los obispos dominicanos, pusiera de relieve la acentuación de la pobreza, la miseria y el desempleo que expolian en cuerpo y alma al pueblo dominicano.

¿Quién es Valdez Albizu? Este, desde que vino al mundo no ha sido otra cosa que un rufián cultivado con la leche de la corrupción y el mercenarismo, bajo una pertinaz orientación hacia la venalidad y el reaccionarismo contrarrevolucionario del socialcristianismo ultraderechista de los Yuyo D’Alessandro y su claque de degenerados.

¿Puede un energúmeno de este jaez ofrecer cifras y datos conforme la realidad que vive y padece el pueblo?

Está sobradamente claro que sólo sicofantes y perversos de la peor laya pueden apelar a los datos de una institución como el Banco Central para avalar las bondades y logros supuestos e imaginarios.