NEOLIBERALISMO VS. DERECHOS DEMOCRATICOS

Como se ve en este gobierno

Embestidas cada vez más feroces contra derechos y libertades democráticas

Los socialistas tienen como escenario a las masas del pueblo

Respaldarlas y atizar la lucha

Acorralado por su propia naturaleza capitalista, el neoliberalismo se enfrenta al dilema de al mismo tiempo que cacarea estribillos como: ¡Libertad de comercio! y abajo toda barrera de carácter nacional y arancelario que entorpezca la obtención de fabulosas ganancias, y a la vez, junto o al mismo tiempo, propugna como asunto de vida o muerte por la más brutal y feroz embestida represiva y criminal que pisotee y aplaste sin miramientos todo tipo de libertades públicas o derechos democráticos de parte de la población.

Las libertades públicas y derechos democráticos que no puede borrar incluso de las constituciones, termina por invalidarlas recurriendo al poder absoluto del dinero o, si no, al de las bayonetas y represiones policíaco-militares, a la vez que desparrama sandeces y vacuencias contra las libertades desde sus órganos amarillos de la prensa comercial. Tal acontece con el neoliberalismo y sus secuaces frente a los derechos democráticos para el pueblo.

A través de los bancos y el capital internacional funde los medios publicitarios y de prensa, sean radiales, escritos o de TV, con los grupos de capitalistas, lo mismo sucede con los partidos politiqueros, tal y como se puede corroborar palpándolo en la vida nacional en la actualidad con el PRD-Gobierno Hipólito Mejía, y echándose una mirada sobre el PLD, PRSC o El Nacional, El Siglo, Listín Diario, Hoy, Ultima Hora y cualesquiera de las emisoras radiales o de los canales de TV.

La libertad política es prostituida, sustituyéndola por el mercenarismo más abyecto e infame. A los órganos directivos de los partidos del sistema son encumbrados auténticos canallas y gángsters de la más baja estofa y la peor ralea; la libertad de defensa de los derechos conculcados es reprimida en forma criminal, como se puede comprobar bajo el gobierno de Hipólito Mejía, y como no puede la libertad ser aplastada por los cuerpos represivos, entonces el neoliberalismo y sus secuaces apelan al vano intento para desacreditarla y calumniarla por los medios de prensa propiedad de los mismos capitalistas que, con sus lacayos desde el gobierno, ordenan los actos de atropellos y violaciones de los derechos.

El neoliberalismo no puede coexistir con un Estado de Derecho, ni mucho menos andarse con tolerancia ni contemplaciones con los derechos democráticos ni con el ejercicio de las libertades públicas.

Y es que por el carácter de cada una de las medidas, y objetivo económico del neoliberalismo y su globalización, su contenido resulta una verdadera catástrofe para todas las esferas de la economía nacional e incluso tiende a barrer, y efectivamente barre sin piedad, a todos los grupos económicos intermedios entre los grandes capitalistas y los trabajadores, así como acentuando tanto la superexplotación de la mano laboral activa como aumentando en forma descomunal la cantidad de desempleados, a la que se denomina superpoblación relativa, y al respecto, montan una campaña de descrédito llamando vagos y vividores a los que el sistema capitalista condena al desempleo o paro forzado.

Como el neoliberalismo se implanta a base de fuerza y poder arbitrarios sobre los países y economías atrasados o poco desarrollados como es República Dominicana, Haití o cualquiera de nuestros desgraciados paisitos, lejos de conllevar un efectivo y real desarrollo de las fuerzas productivas y de la modernización tanto de las relaciones económicas como de las instituciones estatales, lo que en verdad resulta es una hecatombe en términos humanos, que tiene como rasgo principal la acentuación hasta límites insoportables de la explotación, así como de sus secuelas de miseria, pobreza, hambre, desnutrición y demás.

Para nosotros los comunistas, las reformas siempre han sido un producto accesorio y, por lo tanto, secundario. Lo fundamental es la lucha de clases. Y al hablar de las reformas hemos subrayado que toda reforma, para que sea valedera, debe servir al pueblo en forma directa; a la vez hemos advertido que, cuando hablamos de reforma y democratización, lo hacemos con un específico y concreto sentido, opuesto y contrario de pies a cabeza del que le asignan y le dan a las palabras reforma y democratización tanto la burguesía como sus agentes oportunistas, por ejemplo, tipo el andrógeno y adocenado Chaljub Mejía.

Efectivamente, se ha podido comprobar que, estando tanto el PRD como el PLD vendidos y entregados al neoliberalismo y con esto al capital financiero internacional, igualándose ambos de paso al PRSC, lo que ellos entienden por reformas es un conjunto de medidas, no importa el terreno de que se trate, que sólo intensifiquen y acentúen la opresión y explotación de las masas.

Con los gobiernos neoliberales del tirano criminal Joaquín Balaguer, o del PRD, como es el caso actual de Hipólito Mejía, o del PLD, como se comprobó en el espúreo gobierno PLD-Leonel Fernández 96-2000, las llamadas reformas son siempre mentirosas, hipócritas e impregnadas de carácter criminal.

Necesariamente con el neoliberalismo y sus medidas criminales a las que llaman cínicamente "reformas", crecen las bases sociales y económicas específicamente que obligan de conjunto a las protestas por parte de los sectores populares como el pan de cada día, y es así que los apologistas del neoliberalismo, en su afán de atajarlas, son a la vez los más connotados y conspicuos propiciadores de las violaciones y sistemáticos atropellos, como se palpa en sus crecientes y brutales represiones de los derechos contra los sectores populares que, forzosa y obligatoriamente, tienen que protestar y luchar, no quedándoles ninguna otra alternativa.

Pero esto pone sobre el tapete el que las masas populares tengan que empezar por una cuestión objetiva de vida o muerte para ellas mismas, a decidirse más temprano que tarde por adquirir una conciencia clara, educándose por la fuerza de los hechos en cuanto a la naturaleza enemiga suya de los partidos como el PRD, el PLD y el PRSC, lo mismo que cada uno y todos los medios de prensa y propaganda de la burguesía.

Hoy se hace más evidente que el revolucionario debe ser necesariamente socialista (comunista) y que debe tener como su exclusivo escenario las masas del pueblo. La lucha activa y permanente; la denuncia en todos los escenarios, no dar tregua a los oportunistas ni a los traidores que trabajan para los explotadores, sus partidos y su gobierno.