Según Hatuey Decamps hemos llegado al fin de los males al ser derrotada la reelección

¡Disparatoso y perverso!

 

Lo de Hatuey Decamps resulta cada vez más evidente que este sujeto como supuesto dirigente, jefe o líder político, es una verdadera estafa y un fraude a la vez, ya que como teórico o elaborador de ideas políticas, necesario para ser jefe político, no es más que un cero a la izquierda, esto es, no resulta más que total y absolutamente infructífero e inepto, reafirmando en cada viraje o nuevo acontecimiento que las intrigas son su único elemento, por lo que se explican sus cada vez más engorrosas situaciones que lo envuelven, lo tienen atrapado y se lo llevan a todo dar para un zafacón o vertedero de la historia.

Eso de ir a la tumba del perverso corruptor, lumpen antisocial y antidominicano José Francisco Peña Gómez, a proclamar: "Peña, misión cumplida, la reelección fue derrotada", además de pueril, semi-salvaje y pedante, buscando con ello seguir envileciendo a la población con la promoción de las falacias supersticiosas y hechiceras que tanto han corrompido a nuestros pueblos y masas depauperadas y enfermas por la secular pobreza-miseria, y que sirvieran de base para que, certera y justamente, Carlos Marx formulara su tesis de que la religión es opio -o sea, la peor droga- para el pueblo, es terriblemente infame y retorcido, puesto que lo de erigir la cuestión de la reelección en una causa decisiva de los males políticos y sociales que históricamente han venido aplastando a nuestros pueblos y países, en particular al dominicano, es sólo fruto directo de una indigencia total de pensamiento lógico, lo que es propio de un mendigo político y teórico, amén de que ahí está de por medio el afán, tanto de ocultar las verdaderas causas y raíces materiales económicas, políticas, culturales, nacionales y espirituales que bajo la época del dominio y subyugamiento imperio-capitalista han aplastado a nuestras masas o pueblos y países.

Más allá de la reelección y aun más acá de ésta, están ahí, en forma real, concreta y más concreta, las causas de nuestro atraso en la superexplotación, la supermiseria y superpobreza que engendran la tutela del dominio y el yugo imperialista junto a las formas económicas semi-feudales del campo.

 

Volver a la Página Principal