Masacre en Navarrete y carnaval de asesinatos en Azua

Resultados de neoliberalismo y hampa política Rafael Hipólito Mejía con afanes dictatoriales vía reelección empujan República Dominicana sea tierra de nadie

 

La masacre de Navarrete estamos convencidos de que no fue fruto ni el resultado directo de una disputa entre dos grupos dedicados a la comercialización de estupefacientes en esa localidad ni mucho menos. De esto, los primeros en estar conscientes son los generales policiales a los que les tocó llenar la formalidad de la rutinaria y descabellada investigación huérfana de toda lógica, pues a nadie le va a entrar en la cabeza, aún cuando se tratara del personaje más estúpido e imbécil, que dos cabecillas de bandas contrapuestas, con sus contradicciones al rojo vivo, van a acceder a montar ordenadamente todo un tribunal para ir aniquilando, de tiros en la nuca tras ser arrodillados y sometidos a sesiones de torturas como comprueban las quemaduras, heridas más o menos superficiales, dedos cortados, etc., a miembros tanto de una banda como de otra, en tanto los cabecillas entre sí no se hacen ni un rasguño.

Así pues, queda descartado el cuento ofrecido por la tan flamante como rutinaria comisión de investigación policial, cuyo informe es harto evidente sólo tiene por finalidad ocultar a los reales y verdaderos ejecutores de esa masacre, que andan sueltos en la calle y desempeñando sus funciones en sus ocupaciones "profesionales".

Si no cabe pensar, por absurdo y fuera de toda lógica, lo de que los cabecillas de ambas bandas en pugna efectuaran una asamblea para matar miembros de uno y otro grupo, como si fuese un juego mortal a la ruleta rusa, hay que entender que los asesinos no pertenecían directamente a uno ni al otro grupo sino que pertenecían a una organización bien diferente de las dos bandas, y el hecho de que oyéndose los tiros y hasta los gritos sin que se presentara ninguna patrulla policial cuando apenas empezaba a anochecer es por el hecho de que la P.N. estaba enterada de lo que en realidad sucedía e incluso a quiénes pertenecen los ejecutores de la masacre.

De por medio queda en la atmósfera que se buscó escarmentar a ciertos sectores, pero además que en efecto se quiso contribuir, con la masacre llevada a cabo, al desarrollo de una estrategia que está encaminada tanto a entorpecer una labor de limpieza hacia el seno de la P.N., en la que parece estar interesado en llevar a cabo su actual incumbente, Pérez Sánchez, esto por un lado, como por el otro, proseguir ahondando la desestabilización con miras a llegar hasta la instauración de una eventual dictadura en el país, previa creación de una situación de desesperación y agonía de la población con el acosamiento de la delincuencia famélica, que es la que más suena y en torno a la que más se escandaliza. Desesperada e impotente, la población se tranzaría por la dictadura, eso es la forma rutinaria de pensar.

Lo cierto es que para nadie medianamente enterado dentro de la ciudadanía dominicana resulta un secreto que el hampa política de los perrodé pepegatos que liderea Rafael Hipólito Mejía y que fuera echada del Poder mediante el ejercicio del derecho al voto el 16 de agosto, tenía diseñada, ensamblada y por lo tanto estructurada, la plataforma para la restauración de una dictadura en el país, y que Rafael Hipólito Mejía, con su hampa ya mencionada, con ese fin fue que incorporó a su reelección, mediante sonsacamiento, sobornos, ascensos y muchas promesas de Poder y riquezas, a no pocos círculos militares y policiales activos, pero cuyos integrantes ya no tenían tanto futuro en los cuerpos castrenses ni en la P.N. correspondientes por razones de edad, de tiempo de servicio y otros y que, conforme a la Ley Orgánica vigente deberían pasar a retiro, quitándoseles el uniforme, el Poder que éste significa, así como una gran parte del sueldo que percibe un alto militar o Jefe policial.

Se estructuraron esos grupos que implementaban acciones a manera tal vez de exploración y ensayo con fines futuros. Se erigieron pues unidades y una organización de hecho de carácter paramilitar y parapolicial, todo con vistas a la añorada dictadura.

Se tiene constancia de dos fenómenos de gran importancia que vendrían a corroborar la tesis e interpretación de la caótica situación nacional con sus extravagancias en los últimos días.

Un fenómeno es que con la constante incursión de la Iglesia Católica por todos los medios a su alcance, que son muchos en verdad, más en los asuntos económico-sociales y políticos que hasta en los que atañen o se relacionan con las cuestiones de la teología, de sus liturgias, ritos y creencias religiosas, místico-fantástico-supersticiosas, la Iglesia Católica se ha aproximado más a ser una ONG que busca arrebatarle el espacio que le pertenece a los partidos políticos, que una iglesia religiosa propiamente dicha. La Iglesia y su jerarquía están conscientes de que sus grandes privilegios están ante riesgos reales de sucumbir y desaparecer, de ahí que no les resulte muy difícil acariciar la idea de que la dictadura puede resolverles el asunto, puesto que metería en cintura y le acortaría la soga a los corrup-partidos del sistema, lo que le facilitaría a la Iglesia Católica ocupar por asalto el espacio social de esas instituciones partidarias, al tiempo que le cercenaría la cabeza a la democracia, cuyo ejercicio y atmósfera la Iglesia Católica la ve -a la democracia- como la causante de que sus privilegios e impunidades, a costa del país y el pueblo, corran el riesgo, como hemos dicho, de sucumbir y hasta desaparecer. Inscríbase dentro de estas coordenadas, contexto, análisis, reflexión o estudio lo de la charla del cardenal católico Nicolás Hildebrando Borgia López Rodríguez el día 23 de agosto en el Ayuntamiento de San Juan de la Maguana.

El otro fenómeno es que desde que en el primer gobierno de Leonel Fernández-Pálido, del 1996 al 2000, se puso en marcha el restablecimiento de la actuación de los incontrolables, sobre todo desde la P.N., sucesivamente con Nazir Tejada, Sanz Jiminián y Candelier Tejada y bajo el alegato de reprimir a la delincuencia famélica se entronizó la nociva práctica de las ejecuciones y fusilamientos por parte de eventuales escuadrones policiales de la muerte, ya van de 8 a 7 años de esa práctica continua, y como no es el hábito como la ropa sino la práctica como hábito lo que hace al monje, en la P.N., en las instituciones de las FF.AA., se han creado muchos mecanismos espurios de acciones extrajudiciales que actúan orquestados con una campaña de seducción y engaño de la opinión pública llevada a todo dar desde hace un buen tiempo para acá por parte de la prensa comercial-amarilla radial, escrita y de televisión.

Cuando Leonel Fernández dice que lo de Azua es una muestra de la tolerancia cero a la delincuencia y que no cree que haya nadie capaz de afirmar que allí ha habido violación a los derechos humanos, en realidad Leonel Fernández y su gobierno Pálido dan pena y lástima por lo raquítico y lo inconsistente que insiste ser cada vez que tiene que abordar asuntos de tanta envergadura como los acontecimientos últimamente acaecidos, los que son de una superficialidad de tal magnitud que sólo consiguen traernos a la memoria aquella frase de Hegel que seducía a Marx y que nosotros en este país de tan larga historia empantanado en el trivial afán de no someterse a sistema ni a lógica alguna creemos que jamás nos cansaremos de repetir: "En la historia se da que las cosas se repiten dos veces, la primera como tragedia y la segunda como tragicomedia". Esto abarca desde el 1996 al 2000 y desde el 2004… no sabemos hasta cuándo.

Debe saberse que en reiteradas ocasiones hemos subrayado la responsabilidad directa de Leonel Fernández, en su período 1996-2000, en la sistematización y recrudecimiento de las acciones policiales extrajudiciales, pero desde esa vez con carácter de escuadrón de la muerte y de atroces ejecuciones sumarias por más de 5,000 en ese período 1996-2000.

Pero que no sólo se lo hemos establecido en nuestra propaganda, sino en toda oportunidad, incluso en su misma cara, como sucedió cuando su montaje "Choque de Civilizaciones", como él debe perfectamente recordar.

No habíamos llamado a este escenario los acontecimientos de Azua, y no es que no hubiésemos pensado hacerlo, sino que nada mejor que llevarlo a cabo tras Leonel Fernández-Pálido lanzar su expresión en torno al carnaval de muertos en Azua de: "He ahí lo que significa tolerancia cero para la delincuencia. Y que no se diga ni se hable de violación de los derechos humanos que no han sido violentados".

No tenemos por qué no sentirnos aludidos, como tampoco tenemos que ser tan vanidosos para llegar a creer que todo un flamante Presidente, perteneciente a tan honorable corrup-partido como lo es el Pálido, se tome la molestia de tomar en cuenta los insignificantes e intrascendentes alegatos de una organización tan pequeña como lo es el Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO) que nuestros adversarios acostumbran, para su comodidad y placer, a invalidarnos y, con todas sus razones, a proclamar nuestra ¡inexistencia!

Sin embargo, hemos de hacer entrar en juego aquí el hecho insoslayable, esto es, que no se puede decir que no existe ni hacerse el chivo loco frente a él, como gesto propio a la irresponsabilidad singular de no pocos personajes de una gran importancia en la vida nacional, de que la opinión de toda la ciudadanía azuana de que la banda, cuyos miembros son típicos delincuentes famélicos y que han causado daños y varios asesinatos de personas honorables y valiosas, así como heridas y atropellos a este mismo tipo de ciudadanos, repetimos y subrayamos, para contribuir a que un hombre tan importante como el señor Leonel Fernández a lo mejor se dé por enterado, que es opinión generalizada de la población de Azua que esos forajidos y antisociales actuaban y actúan en contubernio y apoyados por círculos de la Policía y de los mandos militares.

Obviamente que se refieren a gentes de éstos vinculadas al proyecto dictatorial reeleccionista de Rafael Hipólito Mejía y sus perrodés pepegatos.

Y la violación a los derechos humanos en las acciones policiales y militares para aplastar a los antisociales es probable que entonces provenga de parte de quiénes, conociendo de la existencia y actuación de esos grupos, así como conscientes de que son parte de una estrategia que va mucho más allá de la simple delincuencia común, se hacen los inocentes, se hacen los locos y como que no es con ellos. No cabe duda de que el no ordenar investigar la denuncia pública de los azuanos de que los antisociales son manejados por círculos militares y policiales, es una actitud tan o más criminal, tan o más dictatorial, tan o más violatoria de los derechos humanos, como lo es propiciar que queden impune los reales responsables de que esos grupos de forajidos hayan tomado cuerpo al sentirse amparados en la impunidad, por lo que por lo menos nosotros, el Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO) no nos podemos sumar a la campaña del gobierno de que en Azua lo de la represión a los forajidos es un ejemplo de tolerancia cero para la delincuencia sin mediar violación a los derechos humanos.

Y para ofrecer una mayor precisión de nuestra apreciación sobre los acontecimientos de Azua, quisiéramos confrontar y conjugar estos hechos dolorosos y trágicos con la masacre de Navarrete acaecida apenas unos 15 días antes que ésta de Azua, hechos que además deben ser evaluados junto con, o en relación a la actuación de grupos de 5 ó 6 disfrazados de policías para, con toda impunidad, raptar a una jovencita de 15 años, golpear a su acompañante y robar el vehículo en que se transportaban para terminar abusando sexualmente de la joven adolescente, así como con el otro hecho espeluznante de dos bestias violando a dos niñas en la Avenida de Las Américas y la P.N. en su destacamento de La Avanzada negándose a recibir la querella correspondiente, o bien con la banda motorizada de un sargento de la P.N. atracando a prima noche del fin de semana del 11 al 12 de septiembre en San Carlos y Villa Francisca. Estos son hechos que se repiten una y otra vez en todos los lugares del país.

La aceptación del informe de la comisión investigadora por la P.N. de la masacre de Navarrete sin que el gobierno haya mostrado inconformidad con el mismo, es para nosotros una provocación incitando, no a la individual violación de los derechos humanos, sino al masivo desconocimiento de los derechos humanos y al desconocimiento del Estado de Derecho.

Debe ofrecérsele un informe a la ciudadanía que la convenza de que quienes efectuaron la masacre en Navarrete no son parte del personal militar bajo las órdenes del Comandante de la Zona Norte, que es el general Jorge García, ex-encargado de la Seguridad de los Juegos Panamericanos, reconocido por su ferocidad y parte de la oligarquía militar dominicana, cuyo tronco por parte de los Jorge sería el general trujillista Marco Jorge Moreno, y por los García pariente directo del dictador, cuya hermana Japonesa Trujillo fue la esposa del general Virgilio García.

La opinión pública conoce que a los pocos días de Leonel Fernández-Pálido asumir el gobierno actual, esto es, después del 16 de agosto, el general Jorge García fue herido por manifestantes que entorpecían la carretera, y tal vez fue herido algún hijo de dicho general como parte de sus otros acompañantes. Se dijo que el general recibió un impacto de arma de fuego disparado por los manifestantes mientras, entre otras cosas, ocupaban tierras propiedad entre otros del periodista Chiche De Léon, al que ahora han apresado y lo acusar de ser dueño de la Uzi con que se disparó para dar muerte a los de la masacre, se supone, pero sin embargo, no se le involucra en la masacre; por ello, a este respecto nos preguntamos: ¿Qué pasa?

Y tal vez haya que conjeturar que los grupos que se disfrazan ahora como la verdolaga de policías y de militares para cometer todo tipo de actos delictivos están obedeciendo a una línea maestra o voz de mando oculta que muy bien cabe pensar que corresponden a los que soñaron con la restauración inexorable de la dictadura al dar como un hecho la reelección de Rafael Hipólito Mejía.

No contaron con las masas, con el instinto democrático ni de supervivencia de dichas masas populares que exactamente tienden a la democracia como escenario del ejercicio de sus derechos y libertades públicas como las plantas tienden a buscar la luz del sol. Y la votación, cerrándole el paso a la dictadura que se escondía en la reelección de Rafael Hipólito Mejía, les trastornó todos los cálculos siniestros, dejando en el más completo desconcierto a esos mecanismos lúgubres que tenían aceitados y creados para lanzarse a hacer realidad su dictadura.

 

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