Capacidad de intriga de Leonel Fernández solo es superada por su genuflexión ante monopolios imperio-capitalistas

 

Las actividades que despliega el señor Leonel Fernández, así como la connotación que le imprime a las mismas, lo que prácticamente constituye el espíritu de sus actuaciones, dan a entender que Leonel Fernández y el Pelegato, actuando él como Presidente títere incondicional al servicio de los monopolios extranjeros y en particular del imperialismo norteamericano, y el Pelegato como contenedor de pusilánimes mercenarios que han vendido miserablemente su alma al mismo diablo, sólo están atentos a satisfacer el interés y la ambición de esos poderes a los que rinden pleitesía, y que con esa finalidad se aprestan a desplegar la más terrible campaña represiva contra la población desposeída si es que, arrinconada y acosada como un animal salvaje por parte del gobierno y de los círculos a los que éste les sirve, la población opta y se decide por los reclamos de sus derechos y de su bienestar o mejoras reales en sus condiciones de existencia.

Leonel Fernández siente que con su bla, bla, bla, ni aún con el respaldo miserable de la prensa venal y vendida podrá seguir adormeciendo con su droga demagógica al pueblo explotado y oprimido que siente en carne viva los latigazos del hambre y la miseria, la falta de agua y luz, el encarecimiento aún más del alto costo de la vida; la falta de asistencia hospitalaria y médica, el elevadísimo costo de los medicamentos, la falta de puestos de trabajo, etc.

Leonel Fernández fue quien entronizó y sentó las bases para que se hicieran perennes el caos y el desorden en la vida nacional al instaurar, sólo por su afán de enriquecimiento personal y por espíritu de lacayo genuflexo incondicional ante los EE.UU. y sus monopolios, la privatización de las empresas estatales y la imposición del neoliberalismo atando al país al carro de la globalización imperio-capitalista. Con esos pasos, Leonel Fernández se enriqueció y creó una fortuna personal y familiar igual que el conjunto de sus grandes funcionarios del 1996 al 2000, los que ahora en el 2004 volvieron por sus fueros a seguir engrosando, con la misma práctica, sus fortunas personales y familiares, destruyendo el país y hundiendo en el más oscuro y espantoso hoyo sin fin de sufrimientos y pobreza a las gentes del pueblo.

La contradicción entre este gobierno de Leonel Fernández, de un lado, y el pueblo del otro lado, digámoslo con toda claridad y sin aspavientos, es sencillamente antagónica e indisoluble.

Todo lo que Leonel Fernández hace ahora mismo saltando de aquí para allá y de allá para otro lado, debe ser visto como una agonía angustiosa de un demagogo engañador del pueblo y vende patria.

Al tiempo que hace promesas, puesto que como demagogo sabe que prometer por la boca no cuesta nada, lo más importante es que adopta medidas represivas, presentes y para el porvenir, como son su campaña de la llamada Seguridad Democrática, al tiempo que le saca de debajo de los pies la seguridad de comer y de vivir a las gentes; ordenando que las fuerzas policiales disparen a matar a todo grupo de personas que quiera reclamar sus derechos, tal y como se comprueba tanto en la represión bestial de la Policía con saldo de muertos y varios heridos de gravedad en Santiago en los barrios San José de la Mina (Los Amarillos, Barrio Obrero), Baitoa y en Bonao; pero además, los cambios que ha efectuado en la plana mayor de la P.N. sólo auguran que Leonel Fernández va a intensificar la actuación abusiva y de carácter extrajudicial desde la P.N.

El nuevo Jefe policial y los dos nuevos subjefes huelen a crímenes, huelen a muertos, huelen y tienen una estela, como es el caso de Guzmán, en San Francisco de Macorís, de decenas de ejecutados y decenas y decenas más de lisiados por el grupo de “Los Cirujanos” durante el gobierno de Rafael Hipólito Mejía, que todo el mundo sabe no hizo otra cosa que aplicar, del 2000 al 2004, lo que ya Leonel Fernández había instaurado por orden del Cardenal de la Iglesia, parásito del país y del pueblo, de ejecuciones y fusilamientos de ciudadanos de manera ilegal e inconstitucional con el coro de Radhamés Gómez Pepín (el criminal impune Jack el Destripador).

Bencosme Candelier estuvo casi todo el gobierno de Rafael Hipólito Mejía como Jefe del Comando Sur de la P.N. de puesto en San Juan, los predios del rey del narco, Quirino Paulino Castillo; Evertz Fournier, el sicario, lo sindicó como un sicario policial, y terminó asesinado en Santiago en una madrugada cualquiera.

Santana Páez, hiede y se sabe producto del generalato y la corrupción íntima del entorno húmedo y lóbrego de Joaquín Balaguer. Puentes familiares con el Pálido Pelegato los tiene por montones, y en los departamentos que dirigiera en la P.N., la corrupción y los hechos criminales formaron ríos y mares.

De ahí que dejemos esto, a título de alerta al pueblo, en la interrogante siguiente: Así, ¿qué pueden esperar el pueblo y el país de Leonel Fernández y del Pálido que no sea lo peor?

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