Fidelio Despradel como agente doble se abandera de la defensa capas medias e incurre así en profundo desprecio por los luchadores revolucionarios del pueblo humilde

 

Tras una vista a los hechos históricos de los últimos tiempos de la dictadura de Trujillo, sobre todo en lo que concierne a la resistencia y lucha contra esa tiranía, fácil resulta percatarse y comprobar que en la evaluación y conclusiones respecto a esos hechos históricos, a la resistencia y lucha contra la dictadura, predomina el punto de vista parcializado e interesado que favorece sólo y únicamente el papel de ciertos individuos o personas pertenecientes a los círculos y estamentos de las capas medias acomodadas y “ricas”, como se acostumbra a decir en un país tan pobre como lo es hoy República Dominicana, y que en los días aciagos de la tiranía trujillista, lo de la pobreza y el bajo nivel de vida y la calidad de la misma eran cosa escandalosa, pues tenía las características propias del régimen feudal, con los ciudadanos como siervos de la gleba.

Lo peor de la unilateralidad y de esa forma tan deliberada que llega a provocar hasta náuseas, con que se ha persistido en la evaluación de los hechos históricos concernientes a la resistencia y lucha contra la dictadura de Trujillo, es que los que aparecen como los protagonistas y héroes de la lucha contra Trujillo y su monstruosa dictadura, son personajes que, de una u otra forma, eran parte de los estamentos de sustento de la tiranía hasta el punto de que, sin mucho esfuerzo, se puede llegar a la conclusión de que: 1ro. Los que escriben y efectúan las evaluaciones son, en una u otra forma, parte de la misma dictadura de Trujillo; 2do. Que existe un marcado y preciso interés en sólo y únicamente enfatizar en la supuesta integridad y valor histórico de los individuos pertenecientes a los estamentos más adinerados y pudientes de las capas medias, a los que dan en llamar representantes de la supuesta “clase media” y 3ro. Existe la muy precisa y definida postura que oculta, desprecia y desprestigia tanto las luchas de los sectores populares trabajadores como de los individuos que, perteneciendo a estas clases trabajadoras, desempeñaron, en determinados períodos y episodios, papeles tan estelares que no han tenido otros iguales en situaciones similares.

No cabe la menor duda de que en todo esto hay de por medio lo que perfectamente cabe denominarse un complot y una conspiración para distorsionar la historia y crear en las nuevas y futuras generaciones percepciones mixtificadas y erradas de los hechos históricos y sus protagonistas, lo que de antemano advierte que en esa execrable, o sea infame y canalla actividad, está la mano de la Iglesia Católica que, como máxima representante del cristianismo, se ha sustentado 2,000 años en base a la creación de falsos personajes, la manipulación de hechos milagrosos que nunca ocurrieron y que jamás podrían haber ocurrido, todo lo cual se sustenta en una fabulación basada en la recreación e imposición mediante el crimen y los genocidios de Estado de invenciones fantásticas de carácter mágico-religioso, nutridas en las supersticiones y las supercherías hijas de la ignorancia y fruto de otros factores culturales e históricos.

Pero también hay de por medio la presencia de elementos que pretenden hacer prevalecer sus concepciones idealistas y metafísicas de la historia, las que sobreestiman el papel del individuo y el voluntarismo, negando el papel de las masas, el fundamento material económico-social de los procesos históricos y el desenlace de éstos. Entre esos hay que hacer mención de casos específicos que perfectamente arrojan luz y claridad en cantidades suficientes para poner en claro el objetivo y finalidad de clase y político de la conspiración a la que se le da curso.

Hay un personaje que tipifica, entre muchos conocidos, esa repulsiva actividad. Se trata del reconocido espía y agente contrarrevolucionario Fidelio Despradel Roque, que en variados momentos se ha autoproclamado hasta marxista-leninista, así como socialcristiano y colaborador de la CIA y Radio Swan, emisora de los EE.UU. que funcionó en una isla de Centroamérica en la que laboraron conocidas figuras de la política dominicana, entre ellas Juan Isidro Jiménez Grullón, Tirso Mejía Ricart, Yuyo D’Alessandro, Mario Read Vittini, José Israel Cuello y tantos otros.

Hace poco que este mismo Fidelio Despradel Roque iniciaba un articulejo de los suyos que decía textualmente: La patria de las hermanas Mirabal, de Manolo Tavares, de Rafael Fernández Domínguez y de Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Extrañamente, dentro de tan extensa galería de héroes y mártires a los que cabe considerar figuras protagónicas de lo que es la patria dominicana, ese supuesto líder dizque revolucionario, pero real agente del imperialismo y la reacción, sólo entiende como héroes de la patria a esos 4 personajes (si hacemos de las tres hermanas Mirabal uno solo), y lo mismo resulta tan normal si conocemos que Fidelio Despradel es un producto del trujillismo, hijo del agente de la dictadura Arturo Despradel, que ocupara diferentes cargos de funcionario de la dictadura y que los 4 personajes, que en realidad no cabe meterlos a los cuatro en el mismo saco, a menos que no se considere al margen de sus trayectorias individuales (lo cual entendemos como incorrecto), su carácter de clase corresponde a las diferentes formas de burguesía media.

 Y no es que no pertenecieran a los estamentos sociales bases de la dictadura, y en esto incluimos tanto a las tres hermanas como al mismo Manolo Tavares Justo, que era nieto de la calié trujillista y líder de la dictadura en la Línea Noroeste, Isabel Mayer, de la que el historiador y político trujillista pálido pelegato, Euclides Gutiérrez Félix, en repetidas ocasiones ha hecho perfiles exactos de la envergadura de esa hiena de dos patas.

Parece ser que Fidelio Despradel no tiene interés en decirse marxista ni nada por el estilo en estos momentos, y por lo tanto no hay que hablar de la patria de los que resistieron la intervención yanqui hasta con armas en las manos, y que fueron perseguidos y exterminados en gran medida por la dictadura de Trujillo desde sus inicios, como tarea encomendada a él por el imperialismo norteamericano. Tampoco es, a los ojos del trujillista alimentado con leche del Partido Dominicano y la industria lechera de la dictadura, Fidelio Despradel Roque, la patria de Mauricio Báez y de los obreros cañeros ni de los zapateros; no es la patria de Pata Blanca ni de Baldemiro Castro; no, se trata de una patria forjada por el nacionalismo de su ilustre Jefe, el dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina.

-CONTINUAREMOS-

 

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