ANGELA PEÑA 5

El mal menor como bandera para promover lo peor por parte de los oportunistas y revisionistas tal confirma apoyo de los pordioseros PSP al traidor Juan Bosch

 

Bajo el pretexto de favorecer el mal menor o lo menos malo, es que se han efectuado y llevado a cabo las peores traiciones, y de su aplicación han surgido constelaciones de puntos negros tenidos por supuestos revolucionarios, patriotas, próceres, supuestos ejemplos de honestidad y honradez y hasta por imaginarios y fantasiosos socialistas, que no son más que rastreros y renegados, cuyos afanes han girado todo el tiempo alrededor de la renuncia a toda idea de luchar por la hegemonía por parte de las fuerzas revolucionarias populares y socialistas, dejando ese lugar como sagrado sitial de los canallas cabecillas del social-reformismo burgués y sus sirvientes de la República Dominicana.

Es que la historia de lo que se ha tenido por movimiento de izquierda, popular o socialista no ha sido, hasta el surgimiento del Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO) en octubre del 1966 en el país, otra cosa que la historia de la abjuración, de la renuncia y la traición, por parte de los movimientos que se dicen revolucionarios y sus cabecillas, a la idea de luchar y disputarle la hegemonía a las corrientes burguesas social-reformistas y sus líderes sobre el proceso y las masas populares, lo que significa hacer que éstas pierdan toda confianza en los social-traidores burgueses y sus partidos, que se configuran como partidos por encima de las clases, policlasistas, socialcristianos, socialdemócratas, de liberación nacional y todo lo que sea rehusar a identificarse públicamente con las clases y estamentos de las clases explotadoras y opresoras que realmente representan.

Si la socialcristiana Angela Peña pretende, con su periodismo amarillo y venal, esto es, miserable y mercenario, ejercido al servicio del régimen imperante y de las clases y círculos dominantes, ilustrar la historia o servir a ésta, no se explica por qué elude, consciente y directamente, abordar la actitud de sus héroes seudo revolucionarios o sus “doctores” del oportunismo y de la abjuración anticomunista, que es el revisionismo anti-marxista, anti-leninista, respecto a la constante renuncia de estos seudo revolucionarios y renegados revisionistas y oportunistas reales a la lucha por la hegemonía, como tampoco debería omitir su permanente seguidismo, esto es, sus afanes y empeño, hasta el punto de circunscribir todos sus esfuerzos, en ir detrás de uno u otro cabecilla, apéndice o sirviente conocido tanto de las clases burguesas y reaccionarias y del imperialismo norteamericano como de sus partidos políticos.

Si la cagatinta Angela Peña, en un reciente adefesio parido por este vientre tan fértil para engendrar monstruosas tergiversaciones y manipulaciones, como hace con respecto a Wellington Ascanio Peterson, el bicho oportunista aventurero, del que dice que es un revolucionario y héroe de mil batallas y de incontables hazañas más, tiene que confesar que estando preso en Puerto Rico, a donde concurrió como asaltante de bancos y de negocios, que es lo único que los palmeros y los corecato entendían por política, fruto de las influencias nocivas del castro-guevarismo, del mismo (el foquismo) que había hecho blanco en esos grupos recalcitrantemente pequeño-burgueses y anti-comunistas, a lo que se dedicaba en la cárcel era a intoxicar a los presos con las supercherías y brujerías del cristianismo católico, y que lo hacía como monaguillo del cura del penal, al que ayudaba en sus ritos y actos de canibalismo (eucaristía); no le interesa cuestionar si esto es de parte de su héroe, Wellington Ascanio Peterson, una confirmación de su carácter reaccionario partidario del sistema, o cuál y en qué consistía su posible conciencia revolucionaria, ya que al fin y al cabo, pintarlo como revolucionario, es el objetivo de Angela Peña y no ningún otro.

De este Wellington Ascanio Peterson nos relata un hermano suyo que, en intercambios casuales de opiniones y puntos de vista, cuando éste le decía: “Pero Lenin y los maestros del marxismo insisten en la labor política, en la labor de propaganda y de organización para la lucha política”; que Wellington Ascanio Peterson, su hermano, le respondía: “¿Y de qué Lenin ni Marx ni Engels tú me hablas y me mencionas? Para mí esos no cuentan ni importan. Háblame de Fidel, del Che, de Debray, por ellos es que yo me guío”. De contrastes como los de estas dos perspectivas diferentes para un mismo personaje -que en este caso es Wellington Ascanio Peterson- se puede extraer una conclusión, amén de una gran lección, buscando que las presentes y futuras generaciones conozcan en su real contenido la verdadera naturaleza de esos personajes, y que tanto el juicio de valor como la sentencia sean implacables: Se trata no de verdaderos revolucionarios conscientes, sino de usurpadores oportunistas y aventureros.

Se colocaron bajo el mando de Caamaño cuando éste no tenía capacidad ni grado de comprensión alguno ni para dirigir en su propia casa o su mujer y a sus hijos, precisamente por no interesarle tener conciencia de la esclavitud y mucho menos luchar por ponerle término. Caamaño nunca pretendió cuestionar la hegemonía, en el proceso, de jefes políticos social-traidores como Peña Gómez y Juan Bosch, pues la plataforma social-reformista de éstos era aún una plataforma que sobrepasaba sus estrechos horizontes.

Caamaño echó a Wellington Ascanio Peterson, pues la pandilla aventurera de Amaury le resultaba una bomba de tiempo, ya que eran elementos aventureros que habían roto con todo principio revolucionario socialista antes de compenetrarse con los mismos y llegar a hacerlos suyos, capaces de cualquier cosa, y comprometer con sus locuras anarquistas y de bandoleros errantes a todos los que estuviesen en contacto con ellos. Como tal ocurrió.

El por qué esta venal y venenosa cuartillera amarilla de a tanto por línea (Angela Peña) pretende llamar a sus embarres periodismo histórico, sólo se explica por el hecho de que las infamias sólo pueden disfrazarse con adulaciones para hacerlas aparecer distorsionadas como virtudes y obras honorables, a fin de pavimentar su animosidad adversa a la honradez y a la verdad, pues todo lo que estas sabandijas embarran lo hacen plasmando ahí el fruto de sus bajas pasiones y sus retorcidos instintos de perversidad. Es que se trata de la canalla actuando como miserables mercenarios en contra de la causa de la emancipación de los trabajadores que luchan para poner fin al régimen capitalista de opresión y explotación.

 

-CONTINUAREMOS-

 

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