Estafa de Leonel Fernández sobre defensa símbolos patrios cuando en verdad sólo está en lo suyo que es engrosar su fortuna personal a cambio de cómo sirviente genuflexo favorecer a los monopolios y su neoliberalismo

 

Leonel Fernández, virtual Presidente de su Poder Ejecutivo, que es una gerencia administrativa de los intereses y las inversiones de los consorcios monopolistas extranjeros de los EE.UU., de la Unión Europea y del Canadá, que como tal ha enlodado la soberanía nacional y que con su conducta como sirviente genuflexo incondicional de esos círculos extranjeros ha enviado en la última semana de agosto, un Proyecto de Ley, cuyos detalles no se conocen, pero que, según las informaciones aparecidas y difundidas por los medios de la prensa amarilla y venal, en el proyecto de marras se habla de defensa y protección de los llamados símbolos patrios convencionales exclusivamente, esto es, de la bandera, del escudo y el himno nacionales, o sea, los impuestos por los círculos de gobierno y aún más específicamente, por la Iglesia Católica, en la continuación de su apropiación y tergiversación del país y sus logros, obtenidos, tanto el país, República Dominicana, como sus logros, que sería el conjunto del Estado nacional y sus instituciones y demás otros logros, en lucha intransigente y compleja contra el oscurantismo y el reaccionarismo, conteste y a favor de la explotación y la opresión, apoyados -el oscurantismo y el reaccionarismo, la explotación y la opresión- por la Iglesia Católica.

Pero bien. Hablando de los llamados símbolos patrios habría ante todo que depurar a éstos en lo que respecta a figuras como la perversa e ignominiosa cruz, que personifica y simboliza la infamia, lo mismo que respecto a la Biblia, que es colocada en el lugar que va la Constitución, esto es, la Carta Magna de la nación, lo mismo que la expresión “dios, patria y libertad”, puesto que el término, pues al fin y al cabo no es más que una palabra, dios, es contrapuesto a la realidad de que cada vez masas mayores no aceptan tal adefesio y mucho menos que dicha inventada divinidad sea incluida en la cuestión del país-nación, ya que eso conlleva a un discrimen ideológico, a una aberración o, en el menos grave de los casos, a una grave distorsión, contrapuesta a la diversidad ideológica y de creencias que existe en todo conglomerado social y nacional.

Lo de dios, patria y libertad, es una expresión cerrada y de grupos de fanáticos vinculados a los movimientos de misterio o iniciáticos, hoy comprobadamente estrechamente entrelazados con el nazi-fascismo y la más salvaje intolerancia.

De ahí lo complejo del problema, pues en el mismo está envuelta la cuestión de si la nación dominicana es una realidad histórico-social, económica y cultural o algo teocrático y vinculado a los inventos y porquerías mágico-religiosas, como son esas de cristo, dios, cristianismo, catolicismo, mahometanismo y demás.

Detrás de ese Proyecto de Ley hay intenciones tan turbias como sospechosas. Sobre todo si se toma en cuenta de dónde proviene el mencionado Proyecto y la trayectoria anti-nacional y entreguista, servil y genuflexa hasta el grado de la indecencia, del grupo que compone el Poder Ejecutivo.

Hay que recordar que el incumbente de éste, demostrando carecer de la debida solemnidad y de la conciencia al respecto que debe exhibir en todo momento un Jefe y representante del Estado dominicano, no ha tenido empacho, entre otras muchas cosas, de ponerse a usar el idioma inglés en actos oficiales públicos del país y su representación, todo para ser más evidentemente lacayo de sus amos.

El idioma español es el oficial y predominante. Y esto no es un asunto ideológico, político ni económico, sino meramente, exclusivamente cultural. El idioma español es lo que, junto con la comunidad territorial y la comunidad de vida económica, crea la nación dominicana, que es una categoría tanto histórica y socio-cultural, como material-económica.

Y Leonel Fernández se encarga de patear ese símbolo nacional para dedicarse a hablar en inglés, que es el idioma de los EE.UU. y de la Embajada y Consulado norteamericanos en el país.

Más aún, Leonel Fernández y su grupo de ultralacayos celebraron que el vocero suyo como gobierno, un carajo desertor y sin otro mérito que ser sirviente de un lacayo erigido en Presidente de un grupo de servidores del imperialismo, expresara un impúdico y vergonzante apoyo que lo retrataba como algo incalificable a las continuas y perennes intromisiones groseras de procónsul recolonizador de Hans Hertell y la Elena Brinneman de las AID-Embajada americana en el país.

Sobre Leonel Fernández pesan serias dudas de que en realidad ostente la nacionalidad dominicana en grado tal de poder ser Presidente del país. De Leonel Fernández hay en no pocos sectores la convicción de que es norteamericano nacionalizado, por lo que no es apto, a la luz de la Constitución y las leyes dominicanas, para ser Presidente de este país.

Lo de que República Dominicana es el patio trasero de los EE.UU. en boca de Leonel Fernández, dicho y pregonado con su lengua y por su boca, no tiene otro sentido ni alcance.

Lo de que los dominicanos somos lacayos y nos gusta ser lacayos yanquis, pronunciado por el mequetrefe Marchena -vocero del Palacio gubernamental de Leonel Fernández y sus pelegatos- que fuera dicho bajo la forma degradante y canalla, sí canalla, vil y rastrera de: “Nos gusta que los norteamericanos nos den la coca cola, pero si nos ofrecen el hielo nos ofendemos”, que es una expresión de los peores grupos de mercenarios de este país, es una prueba que no amerita discutir de con quién tratamos ni cuáles son sus reales fines.

Cuando el perro ladra se castiga al amo, es un refrán que en este caso tiene completa validez su utilización.

Pero si a quien pronunciara tales adefesios se castigara con cortarle la lengua, freírsela en alquitrán y dársela a comer, de seguro que no habrían muchos Marchena hablando en forma tan destemplada como tampoco quienes, tirando la piedra y escondiendo irresponsablemente la mano, le ordenarían denigrar la dignidad de un pueblo en esa forma harto descarada.

 

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