Font Bernard y Federico Henríquez Gratereaux con sus aberradas disquisiciones tratan de justificar la infamia personificada en el tirano alimaña Joaquín Balaguer

 

No es difícil percibir que Font Bernard igual que Federico Henríquez Gratereaux, dos cínicos que compiten entre sí como parte del elenco y corifeos de la alimaña mayor que es el tirano y déspota Joaquín Balaguer, en sus elucubraciones subjetivistas se adentran en el laberinto de sus telarañas que con sólo poner el dedo del criterio de la verdad sale pus como ocurre con todo lo que atañe a la actividad infame del despótico tirano y alimaña Joaquín Balaguer.

Las incoherencias son tan evidentes, como abundantes las incongruencias en las disquisiciones de las aberrantes prácticas discursivas de Ramón Font Bernard. Por ejemplo, persistiendo en el adefesio de las “circunstancias” en su significado subjetivista, que equivale sólo a la coartada para el amparo de una canallada, afirma Font Bernard: “y no obstante que (al tirano alimaña) no se le solía reconocer como un destinista, y él se proclamaba como tal, actuaba con la convicción de que en ejercicio de la actividad política tiene un decisivo predicamento la diferencia entre lo posible y lo conveniente”. Póngase en esta farragosa disquisición y el pus de la perversidad de Font Bernard saldrá a flote tan pronto se observe que es obvio que no hay ninguna afinidad o coherencia entre que el tirano alimaña como católico supersticioso creyente en hechicería sea destinista -como están obligados todos los católicos a serlo, lo entiendan o no lo entiendan- con que a la vez tuviese convicción o principio alguno para resolver a decidir los asuntos concernientes a la actividad política; como no hay relación lógica entre las fatalistas creencias supersticiosas de la hechicería religiosa católica o no católica, de la que el tirano alimaña era un fiel y asiduo practicante, y la total ausencia de escrúpulos, típica del comportamiento de todo pragmático -y esta orfandad que es terreno común entre el tirano alimaña y sus corifeos Font Bernard y Federico Henríquez Gratereaux- que lleva al mismo Joaquín Balaguer a actuar en la práctica como un auténtico pragmático, de quienes el rasgo más sobresaliente es que no hay más moral ni verdad que lo que les es útil y beneficioso.

Los pragmáticos, en ejemplo de su misma amoralidad en todos los órdenes de la actividad humana, han llegado hasta a pervertir al mismo concepto de pragmatismo, e intentan pasarlo en lugar de sentido práctico o sentido común de las cosas.

En realidad esta incoherencia y esta incongruencia abundan en el mundo del pensamiento reaccionario o filosóficamente subjetivista o idealista, ya que así como ningún portador de las estupideces que constituyen esta concepción ideológica puede escapar finalmente al invento llamado dios en todo su dimensión de embrollo sin solución, no hay religión -aunque el cristianismo supere en esto a todas los demás- que para salvar las almas del ser humano no recurra o no haya apelado a cometer los más grandes baños de sangre contra la humanidad y los seres que la componen, esto es, que componen a la humanidad.

Ramón Font Bernard en sus afanes por descarnar al tirano alimaña convirtiéndolo en un ente divinizado que, contrario al real y verdadero que sólo lo movían las más bajas pasiones y las aberraciones más patéticas de la tragedia del ser humano, supuestamente sería como un Ariel, no puede ni dar una explicación lógica de cómo el mundo que creara el tirano alimaña de lo que este mismo estaba convencido y por igual lo reconoce como parte de ese saco de inmundicias fruto directo de la genialidad bienhechora del tirano alimaña, el tal Ramón Font Bernard, que ese era un mundo que -citamos a Font Bernard – Balaguer estaba conciente que “en donde quiera que ponía un dedo salía pus

¿Y es la perversa seudocapacidad para ese tipo de creación que los Font Bernard y los Federico Henríquez Gratereaux ensalzan y realzan de lo que ellos denominan la genialidad del tirano alimaña Joaquín Balaguer?

Cita Font Bernard al tirano alimaña expresando airadamente ante el mercado de la prostitución administrativa de la nación que llamara Asamblea Nacional decir de los jueces y el Ministerio Público ahí presentes: “son un hato de vagos”. Y lo cita para resaltar la independencia y la grandeza del tirano alimaña. Pero pongámosle la punta del dedo a esa bolsa de pus gangrenosa que es el sofisma de Font Bernard y saldrá el chisguete de pus de un vaho infernal y cuya pestilencia inunda hasta lo más recóndito del olfato. Usemos como dedo la simple interrogante de: ¿Y no fue el mismo tirano alimaña Joaquín Balaguer el que designara escogiendo y seleccionando, conforme a su voluntad de déspota y tirano, ese llamado Poder Judicial? ¿Y no escogió el tirano alimaña por su inveterada aberración, siempre, en todo momento y para todas las cosas, a los vagos y parásitos de su séquito de servicios más fieles y allegados suyos?

No cabe la menos duda que Font Bernard sólo produce elucubraciones y disquisiciones que como los bichos y alimañas no resisten la luz esclarecedora del sol, que en este caso es el razonamiento, usando lo real y concreto como criterio para juzgar si se habla verdad o se desparraman mentiras y falsedades. Y Font Bernard en lo que respecta al tirano alimaña sólo puede, para ensalzarlo, recurrir a predicamentos de la falsedad y la tergiversación.

Font Bernard, queriendo cumplir su objetivo de sacralización de la bestia que en realidad es Joaquín Balaguer, y sintiendo que su ejemplo anterior era vulnerable por sí mismo, le da vuelta al mismo ejemplo e intenta de nuevo cumplir su cometido de idealizar al dinosaurio y perverso que es su alabado y dice: “Y en la propia ocasión calificó como mercaderes a los legisladores a quienes se dirigía” para resaltar que era tal la veracidad de la acusación que según desparrama infamia Font Bernard “ni aquéllos ni éstos se consideraron aludidos, porque estaban conscientes -según Font Bernard- de que quien monta la verdad no necesita espuelas”.

Volvamos nosotros a colocar las sandeces y necedades del canalla áulico apologista del tirano, déspota y alimaña Joaquín Balaguer frente a frente a la realidad histórica concreta como único criterio de una verdad en tal caso histórica.

¿Y cómo diablos Font Bernard da de lado a que esos legisladores fueron precisamente escogidos y seleccionados para hacer de tales mediante una farsa electoral de las tantas que el tirano alimaña organizara para reelegirse del seno del montón de canallas del que ese déspota era el líder y la más encumbrada nociva figura?

Es que en efecto ahí todos estaban de común acuerdo, tanto él, el tirano alimaña, como los asambleístas, del saco de pus y de que eran y son partes del mismo, y ésta es la verdad, la única verdad, así como que eran conscientes de que el que la monta no necesita de espuelas.

Ramón Font Bernard siempre ha buscado excusas, o sea, librar de culpa al nefasto y perverso tirano alimaña de todos los crímenes, abusos, desmanes, asesinatos, violación a la libertades públicas y a los derechos humanos, así como a las violaciones sistematizadas de la Constitución y las leyes, apelando al falso pretexto de que eran cosas que ocurrían en contra de su voluntad y por encima de su autoridad; esto es, que según el siniestro Font Bernard ocurrían porque su Ariel no era de esta realidad mundana, que él, como le llama a su espíritu de los espíritus, era un ente que sólo se alimentaba de ideales elevados y puras virtudes santas.

Este crimen, aquel montón de asesinatos, etc., eran cosas que ocurrían en contra de su santísima voluntad y por culpa de poderes imperiales como el MAAG, la AID, y la CIA, la Embajada, los asistentes extranjeros; así lo ha justificado reiteradamente en distintas ocasiones Font Bernard.

Sin embargo, ahora, en ocasión del artículo de marras que Font Bernard lanza en su misma trayectoria de apologista alabardero de la déspota sabandija continuadora de la dictadura de Trujillo, se le escapa afirmar como una conclusión que pare una de las supuestas enterezas y virtudes del tirano alimaña y dice que Joaquín Balaguer: “No vaciló en utilizar su autoridad, siempre que lo creyó necesario, para fortalecer el Poder del que estaba investido”

Pero esta solemne afirmación no es más que otro de los pilares de puras bazofias y excrementos con que estos pervertidos corifeos de la canalla, de la que insistimos son partes tanto Font Bernard como Fernando Henríquez Gratereaux, quieren pasar de contrabando dándole un valor abstracto y absoluto pero cuidándose en extremo de que los mismos les sean aceptados a pie juntillas o arrodillados y con la frente sobre el suelo, pero jamás confrontando dichas absurdas formulaciones con el único criterio para el establecimiento de la verdad, que es la práctica, la práctica histórica, la práctica de los experimentos científicos o la práctica de la producción.

No hemos concluido, continuaremos.

 

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