Leonel Antonio Fernández Reyna y Dañino -el gángster Murmullo- Medina son, juntos o cada uno por separado, tan, igual o más corruptos que los componentes del pacto del bajo mundo del Perrodé-segmentos de sabandijas del tirano alimaña Joaquín Balaguer

 

El líder del Pálido-pelegato y Presidente por segunda vez del país, Leonel Antonio Fernández Reyna, ha estallado en una catilínica o filípica contra la alianza de los perrodés pepegatos, bajo la jefatura indiscutible del rufián Rafael Hipólito Mejía y de las sabandijas del tirano alimaña Joaquín Balaguer que detentan el control del corrup-Partido Reformista Social Cristiano, que en realidad es una alianza de viejos y recalcitrantes socialcristianos, habiéndose infiltrado en las distintas organizaciones políticas nacionales tras fracasarles las suyas propias, como el Partido Revolucionario Social Cristiano de Yuyo, Caíto y comparsa, así como el partido del pescaíto de Mario Read Vittini y tantos otros abortos nati-muertos creados bajo los faldones poco higiénicos de los curas católicos.

Ciertamente, como ya habíamos dicho antes, Leonel Antonio Fernández Reyna arremetió contra dicha alianza y sin partir de sus motivos e intenciones, los cuales no compartimos y más bien condenamos, lo de la alianza esa es más bien un maridaje espurio, o un pacto del bajo mundo gangsteril de los mafiosos que, con sus canalladas, han hecho irrespirable e insoportable la atmósfera política con su politiquería bastarda y aberrada a la vez.

Y nuestras razones son bien sencillas y se nutren de la realidad palpable y comprobable sin dar cabida, pie ni oportunidad a intereses particulares ni a mezquindades sucias, bajas y egoístas, y de ahí precisamente la fuerza moral y el valor que, hacia el seno del pueblo trabajador, tan explotado como oprimido por el capitalismo y el imperialismo y el oscurantismo religioso parasitario del clan Iglesia Católica-Vaticano C. x A. que buscan captar para sí las sectas protestantes, poseen los puntos de vista nuestros expresados en nuestra labor de educación y orientación político-ideológicas que desplegamos.

Es que, simple y sencillamente, si bien lo del corrupto Perrodé-Pepegato y del corrupto Partido Reformista Social Cristiano (atajo de sabandijas politiqueras de la peor laya), con su alianza debe hacer al pueblo sentirse alarmado por la manifiesta ausencia y orfandad total de escrúpulos que dicho pacto del bajo mundo representa, ni Leonel Antonio Fernández Reyna ni sus más allegados y conspicuos servidores, como el gángster Dañino Medina -Murmullo, el de Dick Tracy-, tienen moral ni créditos sociales para pretender capitalizar el contenido podrido y degenerado hasta el punto máximo del maridaje espurio de las sabandijas más nauseabundas del corrupto Partido Reformista Social Cristiano con los peores y más envilecidos canallas del Perrodé-Pepegato, que tiene como cabecilla al rufián Rafael Hipólito Mejía.

Leonel Antonio Fernández Reyna y Dañino -el gángster Murmullo- Medina son, juntos o cada uno por separado, tan, igual o más corruptos que los componentes del pacto del bajo mundo del Perrodé-segmentos de sabandijas del tirano alimaña Joaquín Balaguer.

Y esto está avalado y respaldado por los robos y desfalcos que en forma depredadora se efectuaron durante su primera gestión gubernamental del ’96 al 2000, sobre todo en el despojo despiadado y vil de las riquezas nacionales y las propiedades públicas estatales bajo la demagógica enseña o bandera neoliberal de la capitalización de las empresas del Estado, que nos recuerdan tan eficaz y aleccionadoramente la justeza y meridiana exactitud de la advertencia de los maestros del marxismo-leninismo de que, cuando oigas a los cabecillas y servidores de los capitalistas y explotadores hablar de que hay que ser virtuoso y honrado, piensa y teme de inmediato ante la inevitable perpetración del peor de los crímenes, el más execrable robo y el comportamiento más vil y canalla que se pueda concebir.

Hoy están quebradas, descapitalizadas y sobre todo despojadas de manos del Estado y del pueblo, cada una y todas aquellas empresas, ya fuera por los funcionarios directamente Pálido o aportados para esa infame acción común contra el país-pueblo dominicanos por la bando boschista-Pálido como por la otra parte compuesta por peñistas-Perrodé y las sabandijas del tirano alimaña reclamando sus migajas.

Es que Leonel Antonio Fernández Reyna, Dañino -el gángster Murmullo- Medina y compartes, que son hasta ahora como el Quijote y su escudero Sancho, cepa y cepillo, son tan, igual o más lacayos que los perrodés del rufián Rafael Hipólito Mejía y sus bandas de pepegatos y que las sabandijas del corrupto Partido Reformista Social Cristiano.

Es que Leonel Antonio Fernández Reyna, Dañino Medina y compartes son tan vulgares y atropellantes en sus degradantes actividades de depredación de la nación dominicana y de su enriquecimiento a como dé lugar a costa del pueblo y del país, que si se tira una moneda para definir el empate entre ellos, la moneda de seguro que se queda en el aire, y si por mano del diablo la ley de la gravedad tiene que operar, la moneda, extrañamente, caería de canto y se quedaría así parada.

De esto ilustra el manejo común de ambas bandas, en este caso la del gobierno Pálido-Pelegato ante el binomio Perrodé-sabandijas reformistas que adversan al gobierno, frente a los bandidos estafadores banqueros del ex-Baninter, del ex-Bancrédito y del ex-Banco Mercantil.

Ramón Buenaventura Báez Figueroa, descendiente del hijo bastardo del cura Sánchez Valverde con una doncella llena de fe de Baní, el entreguista y repulsivo Buenaventura Báez, protegido por razones lógicas por la infame Iglesia Católica-Vaticano, es sindicado como el responsable de la estafa por más de 2,000 o 3,000 millones de dólares a los depositantes, ahorrantes y al Estado; y si Rafael Hipólito Mejía -como gángster y rufián- lo retuvo preso mientras repartía como un padrino siciliano entre sus gángsteres afectos el botín que aquél no podía haber ocultado, no menos cierto es que en el fondo no lo tocó en verdad y al poco tiempo lo puso en libertad, tal cual ha seguido por la acción cómplice de Leonel Antonio Fernández Reyna y el connotado gángster Murmullo Dañino Medina.

Lo de lo ocurrido con el otro gángster Arturo Pellerano Peña, descendiente y heredero de Peña Batlle, que todavía nadie ha podido demostrar que no fuera hijo del alcoholizado y rufián monseñor Fernando Arturo Meriño, el palomero don Juan de las jamonas baña-santos herederas de recursos cuantiosos que en el buen y legítimo castellano se llama chulo, pero que en francés podría ser Maquereaux (maqueró), no se le queda atrás a lo que, por obra de la impunidad y la permisividad nociva que prohija la corrupción y la depredación, que bien podría ser en este específico caso un eufemismo o rodeo verbal para no expresar términos más crudos y decir depravación concupiscente, lo que incluso no alcanzaría a dar una descripción ni aún figurada del grado de la estafa y el vulgar robo perpetrado con abusos tanto de poder como de confianza y la candidez, no se sabe si ingenua o cómplice, de parte de los depositantes y toda la sociedad dominicana.

Pues si bien es ya un escándalo la forma cómplice y exageradamente complaciente con que el rufián Rafael Hipólito Mejía trató el robo de más de mil millones de dólares a la sociedad, a los ahorrantes y depositantes y al mismo Estado, por vía del Banco Central, por parte de Arturo Pellerano Peña, Mendoza y el gay miserable mercenario de a tanto por línea salido directamente del seminario para curas católicos, donde se depravó al extremo insuperable como si hubiese pasado un centro de profesionales en el mundo de Sodoma y Gomorra, Aníbal de Castro, hay que destacar que el gobierno de Leonel Antonio Fernández Reyna y de su brazo derecho, el Dañino gángster Murmullo Medina, en aras de su protección, así como para que le pudiera dar rienda suelta a su miseria espiritual y a su insondable dolencia del mal de facondo, a la vez que pudiera usufructuar los millones sacados junto con funcionarios del gobierno de Rafael Hipólito Mejía de las mismas bóvedas de Bancrédito, que luego eran llevados a las oficinas de Omnimedia en los sacos y valijas bancarias donde eran custodiadas -las valijas- por guachimanes pertenecientes a varias compañías especializadas para tal fin, terminó nombrando a ese Aníbal de Castro como su Embajador en Inglaterra, tenida en general como la cuna de la homosexualidad, pero que en particular para Aníbal tiene un tremendo valor atávico pues ese cargo fue desempeñado por otro Pellerano, tío de Arturito y de otro Pellerano protector y facilitador, y no en forma desinteresada, del acelerado enriquecimiento de ese espécimen que, hijo de guardia y desde la barriada marginal de Mejoramiento Social, próximo a la Incineradora, se enriqueció al vapor luego de haber sido confidente del DNI, que fuera el que lo becara en la década del ’80 en Inglaterra.

Cuando Cuncún Pellerano fue Embajador en Inglaterra, el edificio que alojaba la delegación diplomática del país era un capítulo del Decamerón o un pasaje de una orgía hecha permanente de las que Federico Fellini llevó al celuloide, y Cuncún Pellerano terminó, como es lógico, infectado del SIDA, que empezara llamándose el mal de los homosexuales.

Para Aníbal de Castro se volvió una obsesión llegar a ocupar ese cargo. Y ya lo tiene, por obra y gracia del gobierno de Leonel Antonio Fernández Reyna y de Dañino -el gángster Murmullo- Medina. ¿No son tan, iguales o más corruptos que los del pacto del bajo mundo conocido como alianza rosada?

Del desgraciado desgobierno o cualquerización institucionalizada que instaurara Rafael Hipólito Mejía, demostrado por las jaurías con hábitos masivos del gato y admiradores del legendario Caco de la mitología romana, se relata y se reprueba que hizo del Palacio Nacional, en una dimensión y tamaño hasta entonces desconocido, un mercado de negocios efectuados o lugar para diseñarlos y ser ultimados más adelante; pero, sinceramente hablando y en honor a la verdad, lo de Leonel Antonio Fernández Reyna, Dañino -el gángster Murmullo- y la dilecta Primera Dama, que aquí cabe ser mencionada de manera distinguida, supera no sólo ni únicamente en dimensión, en volumen, tamaño, peso, ancho y profundidad como en extensión, el enseñoreamiento de los desmanes comerciales en el Palacio Nacional, lo que desnaturaliza de por sí la dignidad política que le ha de corresponder al máximo centro de poder político de la nación y de la República, a todo lo hecho por Rafael Hipólito Mejía y los perrodés pepegatos.

Allí se ha dicho que vive el dios Mercurio o Apolo, que es la divinidad del comercio y de la bolsa de valores.

Es sorprendente que todo gran inversionista extranjero y portador de los capitales golondrina ultime allí detalles de encuentros para inversiones, que finalmente culminan en un cierre de acuerdos en Casa de Campo en La Romana, o en un lugar de esos a los que indistintamente don Leonel Antonio Fernández Reyna viaja y viaja permanentemente.

Si se quisiera representar hoy día en República Dominicana la casa o morada del lobbista o de los marketing sólo sería suficiente una foto al Capitolio de la César Nicolás Penson entre la Dr. Delgado, la México y la 30 de Marzo con el añadido: “Bajo el gobierno de Leonel Antonio Fernández Reyna”, y ¡ya está!

Mañana seguiremos con este tema tan apasionante. ¿Acaso no lo siente así usted, amigo radioyente o lector de ¡Despertar!?”.

 

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