FALSA LA PATERNIDAD DE JUAN BOSCH SOBRE LA CONSTITUCIÓN DEL ´63

Fue más bien una añagaza para desmoralizar el pujante movimiento que pugnaba por la real democratización y del país y los derechos del pueblo, por eso dicho agente del imperialismo y de la CIA la tildó de ‘confusa’ y ‘ambigua’

17-07-2009

 

Generalmente los apologistas y alabarderos de Juan Emilio Bosch Gaviño, al conmemorarse su centenario, han confirmado su intrínseca condición de eunucos mentales lo que, de paso, desdice y deja al desnudo sus ensartas de descabellados juicios adocenados, o sea, opiniones tanto vulgares y de muy escaso contenido, como huérfanas de méritos, a la luz de la cultura y de las teorías políticas e ideológicas, ya sean modernas o científicas; opiniones engañifas, elaboradas por tales viciosos mercenarios, con la exclusiva finalidad de crear confusión entre la población culturalmente atrasada, en busca de mixtificar a Juan Emilio Bosch Gaviño llegando, sin pudor ni escrúpulos, como canallas disfrazados de intelectuales, a erigirlo en un dechado de virtudes, carente de debilidades y lados flacos, todo lo que resulta contrapuesto, de pies a cabeza, con la verdadera realidad de la condición y práctica de Juan Emilio Bosch Gaviño como actor de la palestra político-social en la República Dominicana y en el continente latinoamericano como con respecto al continente norteamericano, que es casi igual a decir al imperialismo de los Estados Unidos de Norteamérica.

Este asunto, respecto al que, sin muchas dificultades, se podrían elaborar buenos compendios de investigación al respecto y en los que el personaje éste, Juan Emilio Bosch Gaviño, quedaría, si no pulverizado, hecho añicos e imposible de ser sostenido parado en sus dos pies, teniendo que desplazarse serpentinamente (como lo hacen los invertebrados), podemos, idónea y airosamente, elucidarlo dejando en claro todo el engaño y la manipulación llevados a cabo para ocultar la real naturaleza, así como el real balance que arrojaría una desapasionada como objetiva indagatoria sobre la actuación de Juan Emilio Bosch Gaviño con sólo tomar la cuestión de su cacareada Constitución del ’63, lo mismo que otros tantos asuntos, de los que nos proponemos nutrir el contenido de este enjuiciamiento que sobre él, sobre Juan Emilio Bosch Gaviño, estamos empezando a llevar a cabo.

Mucho han hablado  y mucho es el ruido de latón que, al efecto, sus tristes alabarderos o apologistas mercenarios han producido, ocultando lo principal, desde el punto de vista histórico y de la estrategia política, en lo que concierne a dicha Constitución, respecto a la que, cabe subrayar, que fue el mismo al que se le atribuye su paternidad, esto es, Juan Emilio Bosch Gaviño, el que más la despreció y el que menos esfuerzos, por no decir ninguno (que sería lo más cercano a la verdad), desplegó ni para su defensa, durante los siete meses de su efímera gestión, como tampoco para su restauración en el tiempo inmediato al Golpe de Estado de septiembre del 1963, como en los períodos y coyunturas históricas posteriores, incluyendo la actuación de sus discípulos y herederos alabarderos en la actualidad.

Este extraño aspecto sirve para despertar tanto la curiosidad como el cogito ergo sum descartiano, suspicacia que sirve de catalizador para encontrar la verdad de las cosas.

Esa Constitución del ‘63 fue elaborada, no expresando ni recogiendo los anhelos y esperanzas de Juan Emilio Bosch Gaviño de una República Dominicana democrática y modernizada, sino como una añagaza o recurso de distracción, en tanto lo que en realidad le interesaba, y, por lo tanto, buscaba Juan Emilio Bosch Gaviño, era desmoralizar y desmovilizar las pujantes corrientes históricas que, momento a momento, ganaban terreno, a las que Juan Emilio Bosch Gaviño se oponía frenética y encarecidamente, o sea, con empeño e insistencia, que es lo que permite explicar, con sentido lógico y racional, el por qué de la sistemática labor, de parte de Juan Emilio Bosch Gaviño, de persecución y represión en contra de la clase obrera y sus sindicatos, como de menoscabo al movimiento político de liberación nacional y de represión y coacción a sus representantes políticos e ideológicos, lo que se palpa en la cancelación del pasaporte del ciudadano Manuel Aurelio Tavares Justo, líder del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, que se aprestaba a presidir la delegación dominicana a la Conferencia de los Países No Alineados, a efectuarse en Argelia en el año 1963.

Pues no hay que engañarse ni seguir simulando para ocultar la solemne verdad de que, el objetivo central de Juan Emilio Bosch Gaviño cuando asumió el Poder el 27 de febrero del 1963, era, por un lado, evitar que los cívicos, como corriente oligárquica reaccionaria tradicional, asumieran el Poder, y, por el otro, ir preparando las condiciones para que el trujillismo restaurara sus filas y volviese, como en gran medida resultó tras el Golpe de Estado de septiembre del 1963, a retomar el Poder.

Cabe resaltar que los periódicos editados en el 1961 y el 1962 están plagados de declaraciones de Juan Emilio Bosch Gaviño, en las que reclamaba que la llamada reforma de democratización se efectuara con Joaquín Balaguer Ricardo, su gran socio asociado en sociedad hasta el día de su muerte, y lo cual es continuado por los herederos, discípulos y continuadores de ambos en el Poder.

Esa Constitución del ’63, a la que tanto y aún más, desaprensivamente, recurren los alabarderos mercenarios de Juan Emilio Bosch Gaviño, resultó ser, simple y llanamente, un espantapájaros de declaraciones grandilocuentes y generales de supuestos derechos prometidos, y respecto a los cuales el mismo Juan Emilio Bosch Gaviño nunca pensó cumplir ni favorecer que la sociedad, ni el pueblo dominicano, los disfrutaran, ni mucho menos los ejercieran, practicándolos.

Y esto que aquí afirmamos, lo hacemos conociendo y recordando que la dichosa Constitución del ‘63 fue una copia general de postulados contenidos, y es fácil comprobarlo, en constituciones como la italiana y la alemana, siendo elaborada con vistas a  hacerla semejante a la de Costa Rica; y la labor de su elaboración estuvo a cargo de un cuerpo de juristas extranjeros, particularmente seguidores de los agentes de la CIA, Rómulo Betancourt, Pepe Figueres y Haya de la Torre, igual que Juan Bosch y Muñoz Marín, y agentes de la CIA y del Departamento de Estado norteamericano ellos mismos, esto es, los redactores.

Y algunos de esos redactores fueron parte del equipo que estipuló el acuerdo anticomunista y de colaboración con el imperialismo norteamericano en Venezuela, llamado Acuerdo de Punto Fijo, hecho por la Acción Democrática socialdemócrata de Rómulo Betancourt, Copey Social Cristiano de Caldera, y Unión Nacionalista Democrática de Jóvito Villalba, con el objetivo formalmente acordado de impedir el ascenso al Poder de los revolucionarios y comunistas, que era quienes habían derramado su sangre y perdido su vida en la lucha en contra de la dictadura criminal del asesino dictador Marcos Pérez Jiménez, de quien Dwight Eisenhower dijo que era el modelo perfecto de gobernante para América Latina.

Y es bueno que se sepa que en esto no hay ni pizca de especulación ni conjetura de ninguna índole por parte de nosotros. Y para comprobarlo, recurramos a citar la edición del periódico El Caribe, entonces propiedad de Germán Emilio Ornes Coiscou, ex-agente de Trujillo y agente de la CIA y socio del super-espía norteamericano Jules Dubois, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que sigue siendo la misma agencia de espionaje de la CIA y el Opus Dei de la Iglesia Católica-Vaticano.

Los parásitos componentes del Episcopado Dominicano para el año 1963, que eran los vividores, supersticiosos y pontífices de la brujería católico-cristiana que ya habían efectuado 4 meses antes la masacre de Palma Sola en La Maguana, habían objetado la Constitución del ’63, que debería de ser discutida y aprobada en la Asamblea Constituyente pautada para octubre del ‘63, o sea, unos días después del Golpe de Estado del 25 de septiembre del ‘63, lo que es una evidencia y prueba irrefutable de que la Iglesia Católica-Vaticano fue la que pautó el Golpe de Estado ese, estando como Papa el perverso e hipócrita criminal redomado Juan XXIII.

 Esos parásitos ensotanados, bañados todavía en la sangre caliente de la masacre de Palma Sola, efectuada el llamado “Día de los Inocentes”, el 28 de diciembre del 1962, para el 25 de abril del ‘63 fingían, parapetándose en sus supersticiones oscurantistas, y demandaban echar hacia atrás tanto aquella Constitución del ’63, como la Constituyente pautada, puesto que habían visto, según decían textualmente: “la ausencia total de un reconocimiento explícito de los derechos de -su invento inexistente- dios” pero, por sobre todo, de los privilegios de la Iglesia Católica-Vaticano y el nutriente predilecto de los parásitos llamados curas, monseñores, párrocos, obispos y cardenales.

Y ese abominable documento, lleno de infamia y de perfidia, de los vividores ancestrales lo firmaban: Octavio A. Beras, Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo; Hugo E. Polanco, Obispo de Santiago de los Caballeros; Francisco Panal, Obispo de La Vega; Juan Félix Pepén, Obispo de La Altagracia; Tomás F. Reilly, Obispo titular de Temisonio, prelado de San Juan de La Maguana.

Y Juan Emilio Bosch Gaviño cobardemente y como una gallina que escarba excrementos en el patio trasero del basurero de la historia, él mismo calificó su propia Constitución del ‘63 de “confusa” y “ambigua”, en carta que, arrastrándose y temblando de miedo, dirigiera al bandido y degenerado Obispo Tomás F. Reilly -Pepe- de La Maguana.

El siguiente es el texto de lo que El Caribe hizo público al respecto el 25 de abril, comentando la carta de marras de Juan Emilio Bosch Gaviño:

“El Presidente Bosch expresó desazón por la forma que se está dando a la nueva Constitución, la cual calificó de ‘confusa’ y ‘ambigua’, al dar respuesta a la carta de monseñor Tomás F. Reilly, prelado de San Juan de La Maguana, donde le exponía el criterio de los Señores Obispos por las labores de la Asamblea Constituyente relativas a las cuestiones matrimoniales…

“Indica Bosch al Obispo de San Juan, que si de la Constitución sale una Carta Fundamental impropia, él no tendrá responsabilidad de ello”.

Esto es lo suficientemente esclarecedor como aleccionador sobre la ruin y pusilánime naturaleza contrarrevolucionaria de Juan Emilio Bosch Gaviño, y confirma cuál fue el papel verdadero que él le asignó a la Constitución del ‘63, por lo que la misma no puede ser empleada para presentar los supuestos méritos progresistas y democráticos de Juan Emilio Bosch Gaviño, sino para resaltar su real naturaleza de estafador y embaucador social-reformista contrarrevolucionario y agente del imperialismo y de sus cuerpos de espionaje, como la CIA.

 

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