Miguel Coccorleone Guerrero, agente y lacayo de la parasitaria, criminal y reaccionaria Iglesia Católica-Vaticano, perro de presa y adocenado siervo de ésta, no hay manera de que lo pasen de hombre recto, siendo un provocador corrupto y ladrón promotor de la línea del terrorismo de la llamada izquierda “robolucionaria”

Instrumento de la Embajada yanqui y cancerbero al servicio del gobierno neoliberal del disoluto Leonel Antonio Reyna desde el 1996

21-09-2009

 

Habiendo sido declarado muerto en la mañana del miércoles 20 de Mayo del 2009, el abominable sujeto llamado Miguel Coccorleone Guerrero, deja tras de su infame existencia, una estelar trayectoria inmunda de fechorías y canalladas, en todas y cada una de las esferas de la actividad, perpetradas en forma continua y a tiempo completo, cabe decirse desde que diera sus primeras connotaciones de uso de razón, lo que acentuó a partir del 1961 hasta el momento en que, al desaparecer, hará indudablemente más respirable la insoportable atmósfera pestilente que se genera y crea partiendo de este neoliberal, antinacional y antipopular régimen entreguista, lacayo abyecto del imperio-capitalismo, de su capital financiero internacional y sus consorcios monopolistas que arrastran vertiginosamente al despeñadero a la humanidad, a la que ponen en riesgo de desaparecer si acaso su régimen de expoliación y opresión no logra ser desarticulado y derrotado; así como fue este sujeto, Miguel Coccorleone Guerrero, agente y lacayo de la parasitaria, criminal y supersticiosa como oscurantista y reaccionaria Iglesia Católica-Vaticano, de cuyos nefastos y viles planes fue, durante toda su execrable vida, un perro de presa, como un adocenado siervo suyo.

La naturaleza y el carácter espurios de Miguel Coccorleone quedan corroborados y confirmados en las mismas lamentaciones por su definitivo fallecimiento, por parte de los círculos representativos (a los que siempre sirvió) de los nefastos intereses más podridos, sobre quienes recae, sin posibilidad de regateo, toda la culpa y la directa responsabilidad del desastre general que predomina en la nación dominicana, y cuyos efectos más devastadores y catastróficos caen en forma tan despiadada como cada vez más con una insoportable crueldad de intensidad creciente, sobre las espaldas de la población, a través de lo que se le niega, con mayor profundidad y sistemáticamente, cada uno y todos los derechos como las posibilidades materiales, económicas, sociales y políticas, a esa población, de tener acceso a la alimentación, al disfrute de vivienda decente, a la educación, como al disfrute de asistencia hospitalaria y médica, lo mismo que atención en la vejez, todo lo que tiene como contrapartida, para cerrar este dramático como incalificable cuadro de padecimientos y sufrimientos de la gente del pueblo, imposibles de describir en su totalidad, la prevalencia de un régimen político de crímenes y asesinatos por parte de sus cuerpos represivos o coercitivos, como bien ilustran las ejecuciones y fusilamientos que dan cuenta de que, a la población tampoco le asiste un sistema de justicia, lo mismo que, en este orden, sufre los desmanes criminales de abusos, atropellos y vejámenes, sólo concebibles bajo las más sanguinarias dictaduras despóticas, absolutistas y autocráticas.

El ambiente social que de todo esto se desprende como su producto directo, es equivalente a la pudrición degenerativa del peor de los tumores cancerosos, como ejemplo y arquetipo de lo que es la madre de toda la corrupción y descomposiciones.

Y es a este mismo conjunto, al que sirvió, efectivamente en primera línea, ese bastardo y degenerado sin par que se llamó Miguel Coccorleone, debiendo subrayarse y acentuarse: Al que éste sirvió en primera línea desde el mismo año 1996, en que ascendiera, con su programa de despropósitos y depravaciones en todos los terrenos con caracteres incomparables el disoluto y podrido, corrupto y corruptor, criminal, inescrupuloso y desalmado Leonel Antonio Reyna al Poder del Estado.

Los homenajes, reconocimientos y supuestas virtudes que los círculos portadores de toda esta pudrición, corrupción y crimen, entronizados tanto en el Poder del Estado como en cada una de sus ramas y de los sectores de la infame burguesía clerical católica opusdeista y/o sirviente del capital financiero internacional, y norteamericano en particular, que se explayan en torno al rufián que acaba de fallecer, no son pues, en aras de resaltar actuaciones y comportamientos de valores sociales positivos, sino exactamente por haber sido y actuado, Miguel Coccorleone, como una crápula al servicio de todas estas ignominias que hoy, explotando, dan la inequívoca sensación del total derrumbe y bancarrota de la actual sociedad y sus hipócritas como falsos valores, de los que reconocen están ahogados en su misma crisis.

Para resaltar y sublimar ese servicio incalificable a la corrupción, al crimen entronizado en el Poder, al parasitismo de la Iglesia Católica-Vaticano, a la ignorancia y al atraso de que ésta es portadora de manera recalcitrante, a la opresión y a la explotación de las masas trabajadoras, y, además, para sembrar confusiones y ahondar la incertidumbre, de cuyo predominio depende en gran medida la continuación y permanencia de toda esta abominable ignominia prevaleciente, a la que sirvió y por la que abogó esa crápula fallecida de Miguel Coccorleone, es que se concita la nauseabunda prensa amarilla, sentina espuria de la más monstruosa como prostituida falta de principios, para prestarse a coordinar y desparramar, con fines de contaminación y provocar como instigar la epidemia de traiciones, de dobleces, de robos, de deslealtades y de exaltación de las peores y más perniciosas miserias humanas, a homenajear y a sublimar a un canalla, como lo es en toda la línea, este Miguel Coccorleone.

Ahora, con su muerte, no tienen otra alternativa que tratar de utilizarla para, en base y función de la elevación de este fenómeno en tara atávica con su conversión en una mixtificación o farsa que hace atribuirle a la muerte una connotación de misterio y mito sagrado, lo que es tan propio de la perversión consustancial e intrínseca al abominable cristianismo tanto católico como protestante o de cualquier vertiente que se pretenda inventar, para así darle una justificación de apoyo a su abyecta trayectoria sólo propia de la peor canalla.

Pero eso, lo que es con nosotros, marxistas-leninistas, como combatientes comunistas en todos los terrenos, no va, y en medio de la vorágine de la lucha y teniendo que habernos enfrentado permanentemente a esas burdas patrañas y estratagemas engañosas de nuestros adversarios, hemos instituido, como parte activa de nuestra convicción ideológica, que en aras del desarrollo crítico, que es esencial parte del marxismo revolucionario, el firme e inequívoco postulado de que la muerte no exime de culpa ni es boleto que libera de la más contundente crítica en homenaje a la verdad.

Mañana continuaremos con este epitafio biográfico de esa sabandija católica- reaccionaria, espía y ladrón que ha fallecido, y del que reiteramos, ojalá que todos los días nuestros enemigos tengan que hacer lo mismo. Y ¡que los muertos entierren a sus muertos!

 

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