Chicana combinada ente el disoluto presidente y su espurio Congreso

Reforma de Leonel es una perversa trama para eliminar el carácter constitucional del Estado y la nación dominicanos

Instancia de varios recalcitrantes oportunistas le dejan a la parásita Iglesia Católica a través de los cínicos usurpadores de la Suprema Corte la última palabra

30-03-2009

 

En lo que respecta a la cuestión de la modificación de la Constitución por medio de la Asamblea Revisora, en una dimensión de tal envergadura que cabe llamarse proceso de elaboración de otra Constitución que suplante a la actual reformada, es oportuno resaltar lo del rumbo que ha tomado dicho proceso en medio de una situación diferente en 180 grados del momento en que el disoluto, corrupto y corruptor cabecilla del narco-gobierno neoliberal y no menos sanguinario, impuso su reelección, apelando a las transgresiones brutales de la libre autodeterminación ciudadana por medio de la coacción, el soborno y el chantaje, sin contar la avalancha de intimidación de todo tipo, así como las amenazas de toda índole, que obliga a tener las más amplias sospechas de que se trata de un verdadero salto al vacío, que bien cabe llamarse proceso de eliminar la constitucionalidad base de la nación dominicana desde el 1844 hasta la fecha, lo que no es otra cosa que una plataforma para la disolución de la nación y la República Dominicana por medio de la imposición de un mamotreto de Constitución a través de los más fétidos y podridos procedimientos, que son los de anular toda validez histórica, jurídica y práctica de la Constitución de marras que resulte adoptada por la Asamblea Revisora.

Tratándose pues de una Constitución diferente a la actual, y no una mera ni ordinaria actividad de simple reforma, sino en torno a la creación de una nueva Constitución, y para lo cual hará de protagonista un Congreso que fue electo en el 2000 para el desempeño de las actividades rutinarias, llegando a cosechar, cuando ya entra a su etapa final de funciones (ya nos encontramos próximos a la parte media del 2009), y que está en el más absoluto descrédito y a la vez teniendo la más cerrada animadversión de parte de la población, situación que es común al desgobierno reelecto y a su cabecilla, Leonel Antonio Reyna, al igual que a todas las demás corrompidas y envilecidas instituciones fundamentales del Estado, como en medio de la espantosa situación calamitosa en la áreas principales de los órdenes económico, social, cultural y político, la tal reforma es casi seguro que será el más rotundo fiasco, y que, en vez de traer la unidad del pueblo y del país, resultará de un aterrador impacto disociador, en el que la seguridad ciudadana, como la estabilidad de ésta lucen que, definitivamente, quedarán vueltas añicos, por lo que será equivalente al peor de los retrocesos en la vida republicana de este país.

Las malas intenciones de los auspiciadores de este proceso, mal llamado de Reforma Constitucional, se pueden aquilatar de un solo golpe al focalizar que se trata de una nueva Constitución con la modificación de todos los articulados de la actual, desde el primero hasta el 120, con la exclusión de la población y el desconocimiento procaz de la autodeterminación popular, y siendo éstas, población y su autodeterminación, excluidas y desterradas, para ser usurpadas por un adocenado y el más genuflexo Congreso ordinario, reunido a título de Asamblea Revisora.

Esta usurpación, si bien queda comprobada en la eliminación a rajatablas de la figura de la Constituyente, no menos cierto es que resulta harto paradójico que los usurpadores, pertenecientes todos al mismo corrupto narco-gobierno Pálido Pelegato y concitados en torno al recalcitrante estigma reaccionario de no permitir bajo ninguna forma que el pueblo desempeñe el rol estelar que históricamente se acepta que le cabe en la democracia (régimen político cuya fórmula: es el gobierno del pueblo y para el pueblo), cínicamente empiezan la nefasta convocatoria a la realización del mamotreto usurpador Asamblea Revisora, haciendo alusión a que “nuestra primera Constitución promulgada en el 1844, en su Artículo primero estableció el fundamento que une a todos los dominicanos y dominicanas bajo los principios de libertad, igual y democracia, al declarar que: ‘Constituimos una nación libre, independiente y soberana, bajo un gobierno civil, con los más amplios atributos de independencia política y vida jurídica’”, pero es harto escandaloso, como evidente, que se callan, se roban, como es su hábito, consustancial con todo lo que tocan o puede caer bajo sus férulas, que esa Constitución del 1844 fue el resultado de una Constituyente.

Si los procedimientos de las supuestas consultas populares, dizque para conocer los puntos de vista de la población (todo lo que no fue más que un sainete propio de un lupanar o de un lenocinio), resultaron asqueantes, no hay expresiones verbales ni gramaticales para describir lo que significa la suplantación de la Constituyente por el depravado y degenerado Congreso adocenado y canalla, reunido como Asamblea Revisora.

El disoluto, al que al parecer hasta al gobierno norteamericano le asaltan las dudas y sospechas en torno a él y a sus no poco podridas y muy pestilentes actividades (y no nos referimos a lo de su reciente visita a Cuba, puesto que el gobierno norteamericano designó como su anfitrión para la reunión de su Vicepresidente con los presidentes de Centroamérica a Oscar Arias de Costa Rica, quien recientemente, hace apenas unos poquísimos meses, que restableció relaciones diplomáticas con el régimen castrista), ha procedido, en lo atinente a la Reforma y a sus verdaderos fines, en forma totalmente apegada a sus perversidad y depravación proverbiales, esto es, muy notorias y conocidas de todos, con las que está tan, pero tan compenetrado, que cualquiera puede llegar a pensar, y no estar lejos de la verdad, que se trata de taras congénitas e innatas suyas, muy suyas.

En su Proyecto, del que fueron excluidas las opiniones sobre la Constitución que, a pesar de sus manipuladas convocatorias de consultas, operaron a favor de la Constituyente, así como planteos en torno a concederle la nacionalidad a todos los haitianos ilegales dentro del país, lo cual es catastrófico y desastroso para la nación dominicana y, de hecho, significa la fusión haitiano-dominicana, que bien podría acarrear una guerra de incalculables magnitudes aterradoras; pero en cuanto a su decreto solicitando se lleve a cabo la Asamblea Revisora, se ve claramente la presencia eminente de esa depravación perversa consustancial con todo lo que hace y dice, como si no pudiese distanciarse de todo lo turbio, podrido y pestilente que exista.

Y todo con la funesta divisa de que jamás se sea honesto, honrado ni decente, e instigando para los procedimientos con fines inconfesables contra el país y el pueblo.

Al momento presente se destaca que, así como ya está en marcha el zarpazo de la Asamblea Revisora en contra del pueblo, como el único llamado a ser el protagonista y quien decida su propio destino, a tono con las causas más elevadas de la humanidad y los pueblos, como con sus propios intereses, hay por otro lado movimientos de objeción y rechazo (aunque algunos de sus mismos promotores fueron de los que alabaron y practicaron el lambonismo con tal de conseguir suculentas sumas de dinero, en forma de miserables mercenarios, como es el caso del espurio renegado revisionista y social traidor como oportunista vil que es Luis Gómez Pérez, ejemplo del transfuguismo ininterrumpido), que elevaron un recurso de amparo en una Cámara Civil y Comercial y una instancia de inconstitucionalidad de la convocatoria y de la misma Reforma por vía de la Asamblea Revisora ante la usurpada Suprema que se opone, por sus intereses particulares, a la Reforma Constitucional de marras, sobre todo por la cuestión del Tribunal Constitucional, que, lógicamente, no puede jamás estar por debajo de la Suprema Corte.

Pero estos fenómenos y sucesos, de hecho, ponen el destino de la Reforma en manos de la Iglesia Católica y de la jauría de cínicos y corruptos de la usurpada Suprema Corte de injusticia del país.

 

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