PELEGRIN CASTILLO PROCLAMA LA INEVITABILIDAD DE QUE SE IMPONGA LA EXPLOTACION DE LOS RECURSOS MINEROS QUE AMBICIONAN PARA SU EXCLUSIVO Y UNICO BENEFICIO LOS MONOPOLIOS CONOCIDOS COMO MEGA MINERAS

Este opusdeísta neomalthusiano, de sirviente incondicional genuflexo de los monopolios imperialistas él no pasa, y como clerical es oscurantista propulsor del opio de la humanidad que es el cristianismo que efectuó el exterminio masivo de los indígenas de estas tierras y todos los crímenes de lesa humanidad en el mundo

06-10-2014

 

Pelegrín Castillo, opusdeísta, agustiniano, neomalthusiano; culmina donde se encuentra anclado, desde siempre, sin querer reconocerse y sin querer admitir públicamente que, de sirviente incondicional-genuflexo de los monopolios imperialistas él no pasa; y que, como clerical, es oscurantista, propulsor del opio de la humanidad que, en Occidente, y, sobre todo, en América Latina y El Caribe, lo es el cristianismo; modalidad del opio de la humanidad que ha alcanzado el predominio en estas regiones imponiéndose a sangre y fuego. Exterminio masivo de los indígenas y/o pobladores originales de estas tierras, consumando el más terrible genocidio, que posee las sui generis singularidades, todavía no superadas ni igualadas en toda la historia de este tipo de hecatombes, que es la de que, todavía una no había concluido, cuando ya empezaba otra, aunque ya en su horizonte se percibía la inevitabilidad de su culminación, en el memorable saldo de ignominia e infamia del exterminio racial completo, previa su esclavización, proclamada como obra de homenaje al dios cristiano exterminador, igual que el apocalíptico, vengativo, implacable y deuteronómico del Viejo Testamento, que para el caso es Jesucristo. Y, por ello, para consagrar la naturaleza homicida del exterminio en cuestión, sus auspiciadotes, mentores, guías y ejecutores le llamaron proceso único de evangelización y cristianización del Nuevo Mundo y sus pobladores, que eran los indígenas; cuya raza fue formalmente exterminada, con un balance de más de 250 millones arrasados y enviados para el más allá, por obra y gracia de su cristianización y evangelización. Pero, en esta memorable hazaña del mega asesinato llamado genocidio, cabe reconocerse que, lo de atribuirle naturaleza de servicio y ofrenda al dios deuteronómico, recreado por el Imperio Romano y su régimen de la esclavitud, como el disoluto neotestamentario o Jesucristo, es una constante que aparece acompañando todos los grandes y masivos exterminios humanos.

Cabe decirse, que ese carácter de lo divino, santo, y ofrenda al dios supremo cristiano, estuvo presente en el nazi-fascismo (que fue una abominación monopolista católico-cristiana), y sus campañas de exterminio de aquellos culpables, según la mitológica muerte del hijo de dios, que esas hechicerías supersticiosas oscurantistas, constitutivas de la mitología del cristianismo romano, apostólico y católico, compartido a su vez por sus epígonos protestantes, había sido apresado, torturado y colgado, esto es, crucificado en un madero; no importándoles, en su vesania de sangre, que dicha fábula es el más contundente y sólido mentís a dicha fábula sagrada y a su divinización; ya que, de acuerdo con el mismo Deuteronomio, es anatematizado, esto es, maldito e indigno, en grado máximo, del dios supremo judaico Jehová, Javhé o Elí, aquel que, al ser juzgado y encontrado culpable, se le sentencia y es colgado de un madero, esto es, crucificado; ya que, el que sea así tratado, no es ni puede ser tenido como el hijo de dios. El Deuteronomio, en su capítulo 21, versículos 22 y 23 dice: “Cuando un hombre cometiere delito de muerte, y sentenciado a morir fuere colgado en un patíbulo; no permanecerá colgado su cadáver en el madero; sino que dentro del mismo día será sepultado: porque es maldito de dios el que está colgado del madero; y tú por ningún acontecimiento has de manchar tu tierra, cuya posesión el señor tu dios te hubiere dado”.

Bien. El otro rasgo sui generis del genocidio, como mega crimen único e inigualable de lesa humanidad, que fue la cristianización y evangelización, estriba precisamente en que el esclavizamiento y sus tormentos bestiales de los trabajos forzados, sin alimentación ni cuidados de calidad mínima material de vida; que fue el medio, tan amorosamente cristiano, de convertir a los indígenas subyugados y esclavizados, vía la servidumbre de las encomiendas; tras arrojar como saldo contundente el fatídico exterminio, sus autores, creadores y ejecutores, hombres consagrados al servicio santo de Jesucristo, dios, padre, hijo y espíritu santo, siempre guiados por la voluntad del espíritu santo cristiano, dispusieron el reemplazo de los indígenas, como columna vertebral del régimen de la esclavitud, por los negros africanos, capturados como animales salvajes, al amparo de las bulas papales, en el Africa; convertidos en mercancía y vendidos en el mercado internacional para ser esclavizados y convertidos en esclavos. ¡Aleluya! Tuyo es todo el Poder, la gloria y la grandeza. ¡Carajo! ¡Aleluya! ¡Aleluya señor! ¡Carajo!

Así, la esclavitud fue la flor venenosa que se generó con la evangelización y la cristianización católica, apostólica, romana; y, bien pronto, luterana, calvinista, pietista y cuáquera; esto es, también nítidamente protestante.

Y, hasta el día de hoy, la relación entre el mercado mundial capitalista y la sagrada como divina y santa religión cristiana, apostólica, católica y romana, como por igual las sectas protestantes, luterana, calvinista, pietista, testigo de Jehová, mormona; en fin, todas las variedades del mismo opio envilecedor de la humanidad, que es subyugada, explotada, oprimida y expoliada, es la misma; y esto nos lo vienen a refrescar las palabras de Pelegrín Castillo Semán.

Lo de que Pelegrín Castillo Semán, un recalcitrante espécimen de la caverna reaccionaria sea opusdeista, es la cosa más “natural” y “normal”, todo entre comillas, del mundo; como por igual, que sea agustiniano, como se nos identificó personalmente; incluso por encima del sociópata y maniático sicópata autoflagelante, que es el santo de los opusdeistas, por la beligerancia sanguinaria de los de la banda criminal, que creara el rufián y delincuente, homosexual y pedófilo, Escribá de Balaguer; como es común y corriente que acontece, sucede, se repite, y continúa reproduciéndose, en la práctica y las aberraciones que marcan la dinámica de todo el cristianismo, apostólico, romano, católico y vaticanista, como por igual de los protestantes; corroborándose, que todo cuanto sea cristiano es esquizofrenia y paranoia, pero, a la vez, es crimen.

Resulta que Pelegrín Castillo Semán ha establecido que, por la superpoblación existente en la isla -no habla ya como dominicano, sino como un clon domínico-haitiano-, proclama la inevitabilidad de que se imponga, cuanto antes, la explotación de los recursos mineros que ambicionan hacer, para su exclusivo y único beneficio, los monopolios que se conocen como mega mineras, y que constituyen los capitales financieros mundiales de los países imperialistas como los Estados Unidos, Canadá, España, Alemania, Bélgica; en una palabra, la Unión Europea.

La coartada esgrimida por Pelegrín Castillo Semán no puede ser ni más burda ni más bestial; pues su genocida alegato, cínica o perramente, se encubre en que esos recursos mineros del subsuelo de la República Dominicana se han de explotar en aras de la mejoría sustancial de las condiciones de vida del pueblo dominicano en general, y de las comunidades en las que se encuentran los yacimientos mineros a ser explotados, conforme la estrategia de expoliación y muerte de parte de los monopolios imperialistas.

El desnudamiento, para dejar expuesta su naturaleza, por parte de Pelegrín Castillo Semán, se hizo, nada más y nada menos, que el viernes 3 de octubre; al aproximarse un nuevo aniversario del inicio del exterminio, por medio del genocidio, que aún perdura, y cuyos efectos siguen siendo palpables; que dio en llamarse cristianización y evangelización colonizadora, que se iniciara el 12 de octubre del 1492; ante la Cámara Minera Petrolera y la Mesa Redonda de los países de la Mancomunidad de los saqueadores y exterminadores de países y pueblos, en el Hotel Hilton.

En realidad, Pelegrín Castillo clamó por vacinilla de oro para orinar sangre para el pueblo. Basta y sobra conocer la condena a muerte que pesa sobre las comunidades de Cotuí.

 

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