LO QUE SE ESCONDE TRAS LA SUPUESTA "SOLIDARIDAD" DE PETROCARIBE

Haití y la República Dominicana en los planes y estrategias de narco-estados al servicio de la burguesía burocrática militarizada del chavismo y su cabecilla el Pedro Navaja Nicolás Maduro o Maburro

Utilizan el expansionismo y anexionismo mercenario de los haitianos para lograr sus perversos fines

03-01-2014

 

Ahora más que nunca, y esto con motivo de que la República Dominicana ha reafirmado su soberana determinación de ir poniendo orden y coto a la promiscuidad indeseable que genera la indolente presencia masiva de haitianos por las calles y ciudades de la República Dominicana, sin más documentación encima que su insolente arrogancia sustentada en su condición de negadores recalcitrantes de todo procedimiento jurídico requerido para incorporarse, ser parte y hacer suyas las normas propias de la civilización, y así, como perros por su casa, viene, paradójicamente, a ponerse en claro, todo el trasfondo de perversidad, podredumbre y prácticas recurrentes, contrarias a las normas de la decencia, la honradez y el respeto que subyacen como el contenido de la ya extraña "solidaridad", envuelta en manto de supuesto desinterés, del llamado programa Petrocaribe, de la claque venezolana, de segunda reedición del cuestionable libertador Simón Bolívar, cuyo patético individualismo sólo podía competir con sus propios complejos de inferioridad, que encubría arremetiendo contra todo aquel que podía hacerle sombra, o sea, opacar o dejar mal parado su  exacerbado y patológico ego; lo que le empujó a no detenerse ni siquiera ante la más alta traición, como se puede comprobar en su entrega, a los monárquicos reaccionarios y colonialistas españoles, del gran Miranda.

Hay una máxima, tenida como irrefutable, de que nunca segundas partes fueron buenas, y habría que imaginarse lo que pasa cuando la primera parte o la original es la personificación de las miserias humanas.

Pero Chávez, sin identidad ni originalidad, quiso ser Pérez Jiménez. Antes ya, por igual, se proponía repetir a Cipriano Castro; y no pocas veces soñó ser Juan Vicente Gómez. Pero, al parecer, al fin y al cabo, quiso ser el segundo Simón Bolívar.

Con el programa de asistencia a los países del Caribe y en particular a la República Dominicana, Hugo Chávez, más que a éste, nuestro país, a su burguesía burocrática-militarizada le ofrecía llegar a tener el dominio y control de la República Dominicana y disponer de ésta como cabeza de playa para sus pesadillas de potencia regional, con su propia área de dominio y de ejercicio expansivo de sus actividades económicas y políticas.

Pero, ¿qué es en realidad Venezuela y, sobre todo, en su perspectiva hacia el Caribe y sus particulares intereses sobre República Dominicana y Haití?

Se ha sublimado el mito del compromiso histórico del mantuano Simón Bolívar con el mulato, de obsequiosidad conocida hacia su metrópoli colonial Francia, Petión, quien habría puesto a disposición de Bolívar alrededor del 1815, pertrechos, armas y soldados para que el mantuano dispusiera de ellos y llevara hacia delante sus metas en su proyecto político.

Conocido es que los negros puros, defensores de su negritud y la pureza de sus ancestros africanos, nunca han visto con buenos ojos, sino que los han despreciado hasta el paroxismo, con más vehemencia y pasión que hasta a los mismos blancos, a los mulatos; por lo que deviene en paradójico y extraño, que los ostentadores de la causa de la pureza y grandeza ancestral desde el Africa, de los negros haitianos, no tengan prurito en reivindicar como suyas las actuaciones de un personaje como el mulato Petión, al que tanto los representantes de la negritud haitiana han repudiado y denigrado bajo todas las formas.

No obstante, parece ser, siguiendo la trayectoria y raíces de este extraño e inconsecuente comportamiento, consustancial con la idiosincrasia de los haitianos, que es parte de la haitianidad, el que: lo de ellos es de ellos y de nadie más, pero que, lo del otro, si les conviene o lo desean, no tienen por qué decir que no les pertenece. El mundo, y en este caso la isla, su país y la República Dominicana, son de ellos y de nadie más. Porque, si buscamos las raíces del empecinamiento de los haitianos de que, la República Dominicana y todo el territorio de la nación dominicana es de ellos, y de que los dominicanos somos unos intrusos, nos encontraremos que todo se origina en que, con el tratado colonialista de Basilea de 1795, España le cedió a Francia, entonces en manos, no de los jacobinos, sino de los conservadores girondinos, que estaban compuestos por la burguesía esclavista con base en las colonias de Francia, su colonia de la isla de Santo Domingo llamada La Hispaniola; lo cual no contó con la anuencia ni la voluntad de la población de criollos españoles, mulatos, negros libres, o blancos de la tierra, ni tampoco de los esclavos que habitaban lo que es hoy la República Dominicana, y que eran posesión principalmente de las órdenes religiosas católicas, que eran todas esclavistas y negociantes de esclavos como su principal actividad.

Pues, aunque Francia nunca quiso ni le interesó refundir en una sola sus dos colonias, por tener plena conciencia de que los pobladores de ambos bandos no podían ni beberse un jarro de agua juntos sin riesgo de que la sangre llegara al río, como dice la sabiduría popular; al momento en que los haitianos, con Dessalines a la cabeza, proclaman la fundación, léase bien, para que se acabe la vagabundería que pretende glorificar lo del gran aporte de los salvajes haitianos a la causa de la independencia nacional de América Latina y de las colonias del Caribe, la fundación, nada menos y nada más, que del Imperio de Haití, con Dessalines como Emperador vitalicio, con derecho a nombrar su sucesor, como queda establecido en la Constitución haitiana (del Imperio Haitiano del 1804), igual al sueño que para esos tiempos preconizaba Shaka Zulú en el Sur de lo que es hoy Africa del Sur, la tierra del architraidor y vendepueblo como vil mercenario, Nelson Mandela. Pero mientras Dessaslines y las tribus haitianas proclamaban la fundación de su Imperio racista negro, la parte oriental de la isla, que es lo que hoy constituye la República Dominicana, con la población heredada de la colonia La Hispaniola de España, tenía un gobernador diferente al que Dessalines y Cristóbal habían derrotado, por lo que Ferrand, que era el comandante militar de las tropas de Francia, desplaza y sustituye al gobernador civil, y pasa él en persona a ser el gobernador y jefe militar de la parte oriental de la isla, que ya se le llamaba, tanto el Haití Español como la parte dominicana.

Pero, con su bien encentrada mentalidad tribal-primitiva, Dessalines proclama que el Imperio haitiano recién creado por él y por Cristóbal, no se limita a la parte propiamente del Departamento haitiano de la colonia francesa, sino que, al mismo tiempo, se auto-atribuye, ese imperio haitiano de Dessalines y Cristóbal, ser los dueños y señores de la antigua colonia La Hispaniola, como si en ésta no hubiese una población que no tenía absolutamente nada que ver con los haitianos de la colonia Haití, de Francia.

Desde entonces los haitianos dicen ser los dueños del territorio de la República Dominicana, porque así sus ancestros lo declararon al momento de fundar el Imperio haitiano, y dicen ser consecuentes con las palabras de Toussaint Louverture de que la isla era una e indivisible bajo el dominio colonial francés.

Con lo que manifiestan lo que ya hemos dicho de que, para los haitianos, lo de ellos es de ellos, y lo de los otros -que no somos, ni queremos, ni nos interesa ser haitianos- es también de ellos. Y están siempre dispuestos a ponerse al servicio de quien sea, para arrebatarle a los dominicanos lo que históricamente es la Nación dominicana.

Las cuestiones de las continuas y sistemáticas intervenciones haitianas, que bien cabe establecerse que empiezan en el 1801 con Toussaint Louverture, lo que es perfectamente lógico y comprensible si se tiene la percepción, que crea el concepto de la nación y la nacionalidad como un proceso histórico-concreto, económico, territorial, cultural, éste con la clave en la cuestión del idioma único y común, y sin el cual no hay ni nación, ni cultura nacional, ni espíritu nacional; y todo lo cual culmina con un mercado nacional y la proclamación pertinente de un Estado Nacional, soberano e independiente, que no acepta otro idioma que el suyo, que lo identifica y lo suelda como un cuerpo único o como una red de las que emplean pescadores, siguen durante toda la primera mitad del siglo XIX y hasta la primera cuarta parte de la segunda mitad, esto es, hasta el 1870-1875.

Lo que es cierto es el aplastamiento de la primera República Dominicana, proclamada y comunicada al mundo, como consta con documentos oficiales en el Archivo General de Indias, en Sevilla, España, efectuada por José Núñez de Cáceres, República Dominicana, que fue aplastada y avasallada por las hordas invasoras haitianas de Boyer en marzo del 1822. Esta fue la primera intervención y agresión haitiana contra la República Dominicana ya formalmente constituida; hecho éste que pretenden desconocer un conjunto de historiógrafos haitianos y mercenarios de orígenes dominicanos, muy conocidos por nosotros, y hasta la forma en que han sido sobornados para que suscriban esa infamia contra su patria de origen, y contra la que actúan como Judas; hombres y mujeres, para que no haya dudas.

Así, lo que quieren es ocultar que los haitianos invadieron y subyugaron imperialmente a los dominicanos, tras aplastar nuestra primera República, que duró del 1ro. de diciembre hasta el 12 de febrero del 1822, esto es, 74 ó 75 días; casi exactamente lo que duró la gloriosa Comuna de Paris, considerada por los genios científicos de Marx y Engels como el primer ensayo de dictadura del proletariado conocido en los anales de la historia universal.

Pero a la vez, este cruce de alegatos es muy esclarecedor respecto a que, lo del 1844 fue la proclamación de la segunda República Dominicana libre e independiente, que tiene el mérito de haber logrado la oficialización de una Constitución; mientras que la de Núñez de Cáceres se quedó en la elaboración del proyecto, que no fue conocido y refrendado por una Asamblea Constituyente, esto es, consolidada por tal evento de alcances únicos.

Los haitianos, ante el hecho de que la República Dominicana lograra compactar sus Fuerzas Armadas revolucionarias nacionales en la Guerra Restauradora, desistieron de las invasiones militares, y optaron por la invasión pacífica y taimada, como lo confesó el cónsul Edwin Paraison en fecha 9 de diciembre del 2013, declaraciones aparecidas en la letrina pro-haitiana “Hoy” de Pepín Corripio, en las páginas interiores de su sección La República, en la sección A de dicho periódico, de su edición del día 9 de diciembre.

En esto estamos. Y es por ello que desde la época de Eugenio María de Hostos y sus huellas en nuestra historia, se reconoce que la República Dominicana no podía obviar el espíritu expansionista y anexionista, como mercenario, de los haitianos.

Ese sentimiento anti-haitiano, subyacente con toda justicia en el fondo de la memoria y la conciencia históricas de los dominicanos, no lo pudo crear ni lo creó, como un prejuicio, el dictador fantoche del imperialismo yanqui y de la Iglesia Católica-Vaticano, el tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina.

Como tampoco la participación de su acción en el 1937, no es desde el punto de vista del interés nacional criticable ni condenable, aunque sea un hecho doloroso, desde el punto de vista humano; y en el que la parte haitiana, con su incontenible espíritu expansionista, alentado y dirigido por sus clases y estamentos dirigentes, no están exentos de culpa ni mucho menos de responsabilidad.

Esto hay que decirlo y los dominicanos tenemos que saber que ninguna nación, ni la norteamericana, ni la francesa, ni la china, ni la rusa, o cual que sea de América Latina, se ha establecido tan plácidamente como pintar un cuadro o escribir un poema.

Bien lo dijo, en una crucial oportunidad, un poeta memorable: la sangre de los mejores hijos de la patria es el abono del árbol de la libertad. Esta es una verdad que parece imperecedera.

Estamos ahora con que Venezuela, a través de su Primer Mandatario, Nicolás Maduro, o Maburro, que es una figura de tal calaña que nos lleva a pensar en el legendario tahúr y hombre del bajo mundo, Pedro Navaja, -y ya hay quienes, al igual que a Hugo Chávez Frías, lo tienen como otro Noriega- ha dicho que Haití y los haitianos son Venezuela, que quien toma una decisión que perjudique los fines de Haití y los haitianos, está perjudicando y dañando al pueblo de Venezuela.

Aunque todo esto está muy lejos de la verdad, y en ello es totalmente evidente una vulgar y obcecadamente apasionada unilateral parcialización, creemos que es motivo para pensar y reflexionar con profundidad y serenidad; sobre todo en torno a lo que en verdad es, ha sido, sigue siendo y seguirá siendo el chavismo, desde cuando Hugo Chávez, un émulo confeso de Cipriano Castro, del que en su debida oportunidad daremos a conocer las palabras de Vargas Vila sobre tal personaje, el gobierno bolivariano es, ni más ni menos, lo que es, con el gángster traquetero, Maburro, a la cabeza.

Se trata de que el régimen chavista, -y esto explica el porqué no tiene prisa en cobrar la deuda de Petrocaribe- no es otra cosa que el régimen, cuya burguesía burocratizada y militarizada, tiene como tarea principal la exportación de cocaína y otros estupefacientes, originarios, en cuanto a cultivo, principalmente de Colombia; pero una parte de fármacos alucinógenos son de manufactura venezolana.

Eso es cada vez más evidente y de ello la opinión pública mundial se hace cada vez más conciente.

Al parecer Chávez asumió el Poder, después de buscarlo expresamente, con el objetivo de convertir a Venezuela en un narco-Estado. Pero no en cuanto a su producción, la que nunca pretendió disputarle a los colombianos.

En varios programas de VTV, que es la televisora oficial del narco gobierno chavista, sus voceros alegaban que Venezuela no producía cocaína ni tenía cultivo, como tampoco de marihuana, que eso era producción de Colombia, Ecuador, Perú y otros; pero que los cárteles del narcotráfico de dichos países tenían a Venezuela como el lugar de donde exportaban sus drogas, tanto para el Caribe, con vistas al mercado norteamericano, como hacia España, como puerta de entrada a Europa.

Chávez convirtió a Venezuela en el país, tal vez mejor equipado militarmente de Sudamérica, o cuando menos de su sub-región.

Pero, no obstante tener aviación, marina, que cuenta incluso con submarinos, un ejército extensísimo y sumamente preparado, Venezuela sigue siendo la cabeza de playa de la exportación de drogas para el Caribe, España y Europa, como hacia los EE.UU.

A Venezuela le fue sumamente fácil convertir a su querido Haití en un narco Estado. Y con Petrocaribe y su inclusión de República Dominicana, lo que hizo fue extender su estrategia para convertir a la República Dominicana en un narco Estado, y así igualarnos con Haití. Por ello no fuerza para cobrar la deuda de Petrocaribe.

Y esto es lo que está quedando en evidencia cuando República Dominicana se resiste, mediante la sentencia 168-13, a convertirse en otro Haití, y esto es lo que le duele al gángster Pedro Navaja o Maburro.

Al parecer ya es ley, que a esos jefes militares patrioteros como Torrijos, los sustituyan gentes como Noriega.

A Chávez lo heredó el burro de Nicolás Maduro, y ambos países están de cabeza en el narcotráfico.

 

Volver a la Página Principal