Se comprueba naturaleza anti-humana del imperio-capitalismo con las muertes masivas de gente con ciclón Katrina sobre EE.UU.

 

Lo que el mundo acaba de conocer, a raíz de haber el ciclón Katrina removido el postillaje que recubre el tumor en medio de la más terrible perplejidad y puede hasta decirse que boquiabierto, es la terrible realidad de miseria y pobreza que impone el mismo imperialismo en el seno de su propia población y en la misma metrópoli imperial, esto es, en los EE.UU.

Pero no es ni era que esa espantosa y dolorosa realidad se desconocía ni que se ignoraba, sino que se simulaba y hay, en forma predominante, una extraña predisposición al engaño y a la simulación entre las gentes que llegan a creerse que si los males no se mencionan, éstos se alejan y ahuyentan, cuando en verdad ocurre en la realidad exactamente lo contrario, esto es, que los males, mientras las personas más rehuyen enfrentarlos asumiendo posturas en que predominan las evasivas, más graves y peores consecuencias acarrean esos males, perjudicando en forma y grado aún mayores a los que en su olímpica ignorancia adoptan ese errado camino.

La tragedia que, como un espectáculo de terror, se oye recorrer el mundo sobre lo que acaba de ocurrir en New Orleans de los EE.UU. es como un rayo que, con su luz, pone al descubierto que el mundo se compone, sobre todo en países ricos y poderosos, con los más altos niveles de desarrollo y de progreso, de apenas un puñado de ricos que vive en la opulencia y en el más escandaloso bienestar, en tanto, en el polo opuesto, se encuentran las multitudes que padecen la más espantosa miseria y que sufren las más terribles situaciones de pobreza, miseria, abandono y olvido de parte de la minoría insignificante que las oprimen, explotan y subyugan aún en la misma metrópoli, o sea, en la propia cuna del imperialismo.

El ciclón Katrina, con su secuela trágica, ha servido para poner el dedo sobre la llaga y dejar evidenciado que no es, como viven ensalzando y alabando los apologistas y lacayos del régimen capitalista, atribuyéndole virtudes inexistentes en él, presentándolo como la alternativa y solución de todos los males.

El ciclón Katrina ha venido a resaltar que la percepción teórica y consiguiente explicación de lo que es el imperialismo por parte de Vladimir Ilich, Lenin, es la más exacta de todas las formulaciones hechas hasta el día de hoy sobre el imperialismo, su naturaleza, su dinámica, su sostenimiento, sus consecuencias y la inevitabilidad de su destrucción y sustitución, por medio de la revolución socialista mundial, estrechamente entrelazada en los países desarrollados y en el mundo subyugado.

Con la traición de los renegados revisionistas “soviéticos” que restauraron el capitalismo en la que fuera la patria de la primera revolución socialista triunfante y en sus países y naciones aledañas, esto es, en Rusia y en la ex-URSS, para transformar el poder soviético socialista y a esos países en la base del socialimperialismo soviético y del socialfascismo soviético, se produjo una epidemia de absurdas teorías sobre el imperialismo, carentes todas de validez, por ser interpretaciones y teorías falsas del imperialismo.

Se llegó a difundir las sandeces neoliberales y globalizantes, cuando se comprobó el fracaso total del socialimperialismo y del socialfascismo, de que había fracasado el socialismo, y a escala internacional se efectuó un entierro del socialismo y de la teoría marxista-leninista, pero se trató de una farsa puesto que sólo fue un velatorio y un entierro sin muertos, y es aquí que, junto con lo de Irak, Afganistán, lo del pueblo palestino, lo que ocurre en Asia Central y recorre el mundo, lo que se confirma es que, ciertamente, Lenin y su teoría sobre el imperialismo son científicamente exactos y revolucionarios y proletariamente correctos.

El desastre causado en el corazón mismo del super-imperio capitalista, EE.UU., con el ciclón Katrina, que ha provocado varias decenas de miles de muertos por estar desprotegidos y vivir en la más espantosa miseria, sin atención ni preocupación de los monopolistas ni de sus cristianísimos apologistas, es ciertamente como un tapón de boca definitivo.

El senador por Lousiana, New Orleáns, dio hace días la oreja de que las víctimas podían andar por los 10 mil, pero al día siguiente se corrigió y dijo que 10 mil no era la cifra, sino la unidad de conteo o cálculo que, multiplicada por 5, 6 ó por 8 ó 9, podría dar la cita aproximada de los muertos en el seno mismo del país imperialista más criminal y prepotente de todos los imperios habidos.

 

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