El proceso de retroceso de la UASD se acelera y profundiza con Roberto Reyna en la Rectoría tras los pasos de Roberto Santana
 

El proceso de descomposición de la Universidad estatal y pública, que es la UASD, el cual se ha bautizado desde sus mismos inicios como su cualquerización, no cabe duda, se encuentra definitivamente en su ciclo último y final con Roberto Reyna como su rector. Este no es otra cosa que la prueba más patente del deterioro tanto moral e intelectual como profesional de la UASD.

Llamado como proceso, cualquerización de la UASD, para resaltar que esa alta casa de estudios ha sido secuestrada por un degenerado proceso de involución o retroceso que empezara con los rectorados mediocres de Franklin (El Burro) Almeyda, Kasse Acta, Bidó Medina y Ravelo Astacio y que, habiendo entrado a su ciclo final, encuentra, como uno de sus rectores, a esa insignificante y envilecedora basura, ejemplo vivo de analfabetismo funcional e ignorancia garrafal, más la personificación misma de ser canalla y la depravación más inescrupulosa, todo lo que concurre en ese espécimen de todo aquello llamado Roberto Santana, que ha venido a terminar por recrearse en su heredero más genuino e inequívoco, que es el actual incumbente de la Rectoría de la UASD, que es este sujeto, sucesor suyo en inconductas comunes, llamado Roberto Reyna.

Este rector de la cualquerización, que en el orden de sus cabecillas tiene en la vulgaridad y en la falta de criterio sus normas de comportamiento, no sólo que no ha hecho absolutamente nada para la solución del problema de la caída abrupta del nivel de preparación académica de los estudiantes en proceso de profesionalización, si no en cuanto al mismo nivel profesional -como es lógico- con que salen como graduados y egresados de las aulas universitarias de dicha institución en particular; como tampoco para lograr que en el manejo de la solución del cuerpo profesoral sean escogidos para cada rama, escuela y facultad, los profesionales más idóneos, tanto en su mismo nivel profesional como en el orden moral que, al investigarse, resulta nada menos que desastroso en la generalidad de los casos.

Y lo mismo resulta en lo concerniente al cumplimiento del horario de impartir docencia por parte de cada uno de esos profesores o, cuando menos, los tenidos oficialmente como tales por esa alta casa de estudios universitarios aunque, en realidad, no tengan calidad alguna para tener las condiciones de profesores universitarios.

Si nos adentramos un poco más y hurgamos el orden administrativo, no sólo impera la más promiscua situación para los profesores desplegar en un apropiado ambiente su ardua labor que casi nunca cumplen, sino que la parte burocrática propiamente dicha está totalmente desorganizada.
Los profesores no suministran a los estudiantes o alumnos el programa pertinente a la materia que imparten; y en los casos excepcionales en que sí lo hacen, resulta una verdadera odisea la obtención de un texto válido en cuanto a calidad que sirva para llenar ese programa.

Hay profesores en abundancia que, tendiendo que impartir dos o tres horas corridas de una asignatura en un mismo día, apenas lo hacen por una hora, y cuando son tres, si llegan a 1 hora y 15 minutos se puede caer una estrella del cielo en cualquier momento a partir de ahí. Los hay además que de 10 veces que deben ofrecerle docencia a un curso a lo largo de un semestre, por ejemplo, apenas se hacen presentes 3 ó 4 veces, pero siempre, hasta en estos casos, si tienen que impartir 3 horas, apenas pasan de 1.

Los desórdenes en este sentido prosiguen y para los profesores publicar las notas o calificaciones alcanzadas por los estudiantes en las pruebas o exámenes, a veces hay que esperar un largo tiempo.

Si bien casi siempre se argumenta que el nivel con que llegan los estudiantes a la UASD es pésimo, lo cual no se pone en duda ni mucho menos, al cabo de esos estudiantes haber pasado 1 ó 2 años se ha de suponer que han logrado, por los esfuerzos del centro de estudios y de parte del mismo estudiante, superar las lagunas y baches, pero casi siempre resulta que éstas las seguirá exhibiendo el estudiante al momento de concluir su carrera y hasta como profesional, lo cual se ha de cargar a la falta de responsabilidad y otras cosas del centro de estudios y al mal papel de sus autoridades académicas.

Al finalizar el pasado año, el rector Roberto Reyna, que es parte activa del mismo grupo desaprensivo que llevara la cualquerización, con Roberto Santana a la cabeza, a un punto crítico de tal magnitud que no pocos sectores conocedores del asunto temieran que terminara ocurriendo lo peor, dio ejemplos de decadencia y pusilanimidad, que se han ahondado y ampliado en los dos primeros meses que lleva el presente año 2006.

La concurrencia del rector y otros miembros del Consejo Universitario a la Embajada norteamericana para brindarle, con el combo de la UASD, al que se sigue llamado Rondalla Universitaria, serenatas navideñas o aguinaldos al sujeto Embajador Hans Hertell, puertorriqueño sin patria, representante aquí del gobierno genocida e interventor de países y pueblos con saña criminal, tan sólo propia de un bastión imperialista y colonizador del Hitler moderno George W. Bush, que con sus acciones depredadoras de magnitudes genocidas aplasta y desconoce la soberanía de los países y la autodeterminación de los pueblos, que practica habitualmente el intervencionismo y el injerencismo, esa acción de Roberto Reyna y su pandilla, que trató de ser presentada como un acto de gentileza, adquirió su verdadero significado cuando el procónsul imperial le obsequiara unos cuantos pesos como una limosna, igual que los transeúntes echan al mendigo pedigüeño, que para hacerse el simpático estropea una canción, en el sombrero extendido en gesto que retrata la imagen viva del hombre caído y que sustituye, avergonzado, con ese gesto, la expresión verbal: “¡Déme algo por favor!”.

Y así es como a ese sujeto, Roberto Reyna, no le importa asumir una deplorable como humillante conducta rastrera ante el representante del régimen de Bush condenado a escala mundial, centro de la repulsa universal, por sus atroces crímenes que, repetimos, sobrepasan el genocidio repetido, y que comprobadamente perpetra él y fomenta todo tipo de abusos y entroniza el peor sistema jamás conocido de violación de los derechos humanos en formas bestiales, que ya creían muchos que eran cosas del pasado más vergonzoso de la historia de la humanidad.

Y como colofón de esta trayectoria de infamias, sólo concebibles de describir por los más aborrecibles canallas, Roberto Reyna y su pandilla, en la que sobresalen los Franklin García Fermín y Editrudis Beltrán, así como personajes de la calaña de un Víctor Céspedes Martínez, están anunciando un acuerdo en el que la UASD, que se había forjado una bien ganada fama de atalaya de la libertad y la dignidad del hombre, expresado en su tolerancia, por lo menos, respecto a los más elevados ideales de la humanidad, cambia por lentejas este sitial y es convertida en atajadero y centro de reclutamiento de genízaros espías, persecutores y criminales uniformados miembros de la P.N., instrumento coercitivo y represivo al servicio de los intereses de los monopolios imperialistas y de los intereses de toda suerte de saqueadores de las riquezas nacionales, así como de los tradicionales opresores y verdugos del país y pueblo dominicanos.
Y ahí culminan en su camino de infamias y canalladas, no sin antes exhibir pactos asqueantes, asquerosos y vergonzantes con el oscurantismo y el parasitismo catolicista y demás iglesias, oficiantes inevitablemente de la superchería y el atraso, totalmente contrapuestos a la ciencia y a la cultura, que son los pilares de toda universidad como centro de estudios superiores y de cualquier centro de estudios al que la juventud concurre a aprender cosas y el manejo de los mecanismo de la ciencia, y no a envilecerse adhiriéndose a basuras como la fe.

Y además, es que esa banda, que es la continuación de los epígonos de los crápulas que enrumbaron la UASD por los fétidos y pestilentes senderos escabrosos de la futilidad y la cualquerización, ya han creado un piso de atropellos, agresiones físicas y violación de los derechos humanos, como es la actividad que Roberto Santana entronizara con el cuerpo parapolicial de la llamada Seguridad de la UASD, que cada día escenifica más crímenes y atropellos.

 

Volver a la Página Principal