A raíz Golpe de Estado militar-clerical en Honduras

Las nuevas lecciones encierran contundentes enseñanzas para la República Dominicana

 

No vemos razón para que quede en el desperdicio la excelente experiencia que aporta, de manera tan explícita como refrescante, el trágico atentado en contra de la autodeterminación y, por lo tanto, de la democracia y la liberación nacional para nuestros países, que tiene como escenario la República centroamericana de Honduras.

Lo primero y más destacado, dentro del montón de lecciones a aprender por parte de todos de lo que continúa aconteciendo en Honduras, es que jamás cabe tomar como régimen democrático, aún del más bajo y precario nivel como tal, aquel donde su documento que hace de Ley de Leyes y de pacto de legitimización del acuerdo de convivencia entre los distintos componentes económico-sociales, que son las clases y sus respectivos estamentos, que es lo que se denominaría Constitución, y por lo que Juan Jacobo Rousseau, en forma muy acertada, le llamó Contrato Social, se pre-establezca de antemano la prohibición a cuestionar o el condicionamiento a la población del reconocimiento de los privilegios, con carácter de inalterables, de la oligarquía en el Poder, en detrimento y constreñimiento del ejercicio de la democracia y los derechos de la ciudadanía; instituyendo que ésta acepte su renuncia a toda aspiración, aún dentro del marco del régimen económico-social prevaleciente, a cualquier reforma que reivindique su autodeterminación (la del pueblo) y con esto deje a un lado y de por vida toda demanda a favor de la ampliación y colocación de la democracia y los derechos ciudadanos de la vida republicana sobre una clara y firme base real de sustentación y desarrollo.

Y fue precisamente este mecanismo, supuestamente constitucional -de hecho nulo de pleno derecho por cuanto el mismo conlleva la renuncia al derecho a la existencia de la soberanía del protagonista de la nación, que es su población- al que apelaron las tradicionales clases explotadoras y sus estamentos en los poderes político y de la Suprema Corte de Justicia (el Poder Judicial), en íntima relación de clase explotadora con las FF.AA. y la P.N., para darle forma al Golpe de Estado, encubierto y disfrazado como procedimiento legal y constitucional, una vez que de antemano lo que funciona como tal le otorga el derecho al Golpe de Estado a dichas clases burguesas y terratenientes, que son regidas por la Iglesia Católica-Vaticano, Apostólica, Romana y cristiana junto al imperialismo norteamericano y las sectas protestantes, que son financiadas por los monopolios del capital norteamericano y sus subsidiarios europeos, particularmente con sede en Alemania.

Es por ello que, aún con apariencia de ser legal, el derrocamiento de Zelaya es, porque nunca dejará de serlo, un real Golpe de Estado militar, nada pacífico ni mucho menos un acto democrático tan sui generis que su infame objetivo es el impedimento del ejercicio de la soberanía popular y del principio de la autodeterminación del pueblo.

Hay muchas enseñanzas sueltas que, al seguírseles paso a paso en su desenvolvimiento, pronto se termina por concluir que, efectivamente, los pueblos no sólo son víctimas de sus propios engaños y falsas ilusiones, de las que la población es portadora por falta de conciencia política y de clase, sino que, a la vez, son el resultado de que en la conciencia popular y de clase prevalecen, no las ideas que reflejan su propios intereses y fines, sino las ideas e intereses de las clases, estamentos e instituciones que les explotan, y no las suyas propias.

Y esto es un claro programa, o por lo menos el contenido que ha de tener éste, en torno a las tareas inaplazables que, con urgencia, serenidad y perseverancia, esto es, que concienzudamente, las fuerzas y movimientos revolucionarios y progresistas tienen por delante y que se erigen como el centro de toda su labor.

Manuel Zelaya fue uno de los ideólogos y preconizadores de la estructuración, como liberal, de la misma encerrona anti-democrática institucionalizada como seudo Constitución democrática de Honduras.

Y ello no fue un asunto de su lejano pasado, sino una posición de clase explotadora burgués-terrateniente, que desplegó en toda su extensión y profundidad en el curso tanto de la campaña electoral durante las elecciones del 27 de noviembre del 2005 en que resultó electo, como en todo el accidentado período que duró como Jefe del Poder Ejecutivo del gobierno hondureño, esto es, como Presidente, antes de ser depuesto por los mismos mecanismos que, sin duda alguna, contribuyó a crear, y que finalmente terminaron aplastándole y dándole, ¿por qué no decirlo?, un poco de su propia medicina; así como quedó fehaciente y vivamente plasmado en ciertos pormenores de prácticas cuestionables suyas en el curso de esas mismas elecciones de marras, prácticas esas que quedaron resumidas en lo de amolar, con todo cuidado y esmero, los mismos cuchillos que sirvieron para cortarle la garganta, que es un procedimiento contraindicado y que todo político precavido y bien intencionado debe evitar a como dé lugar.

Cuando el depuesto ex-Presidente de Honduras concurrió como candidato del Partido Liberal hondureño a las elecciones, el 27 de Noviembre del año 2005, elecciones éstas en las que salió electo junto con la mayoría de los candidatos por el mismo Partido Liberal a los cargos congresionales, Manuel Zelaya, que como todos los necios y perversos explotadores y opresores no se quita de su boca los sonsonetes infames esos, y propios de la canalla de la peor ralea, de dios, gracias a dios, de si la llamada virgencita (que son como prostitutas) esto o lo otro nos protege, y todas esas basuras de brujería burda, con lo que delatan los oscuros tejemanejes en que andan sus portadores envueltos en contra de sus pueblos y su mismo país, en espurio maridaje ignominioso con el antro del oscurantismo supersticioso religioso que forma la mancuerna de subyugamiento y parasitismo con que actúa el imperialismo norteamericano, mancuerna en la que trabaja, como barra de sostén de la misma, el amasijo inmundo y aborrecible que es la oligarquía vernácula, común denominador a todos los países y pueblos subyugados de América Latina y El Caribe, forzó y apadrinó para que, junto con él, fueran incorporados, como candidatos congresionales por su boleta del Partido Liberal, cuando menos cinco empecinados miembros del Opus Dei y servidores incondicionales del perverso alias Cardenal del cartel del tráfico, contrabando, distribución al por mayor y detalle como del consumo masivo e individual de droga católico-vaticana Oscar Andrés Rodríguez Madariaga, entre ellos los propietarios del canal de TV Televicentro y de Emisoras Unidas, resultando que dichos congresistas opusdeístas del cartel de la droga más terribles en contra y a costa de la humanidad, Iglesia Católica-Vaticano en general y su especializada mafia sagrada y divinizada Opus Dei, fueron los que actuaron como los más connotados voceros de la necesidad del derrocamiento, mediante el Golpe de Estado militar seudo-constitucional que, efectivamente, le fue asestado en junio del año 2009; y fueron estos mismos personajes en cuestión, los que han desempeñado el papel de los más connotados golpistas y de los más acérrimos enemigos del restablecimiento en el Poder del depuesto Manuel Zelaya desde el Congreso, la arena pública, como particularmente desde la llamada Suprema Corte de Justicia de Honduras, que es una copia al carbón de la banda de cínicos que aquí, en República Dominicana, actúan como una jauría inconstitucional, ilegítima e ilegal, desde la usurpada Suprema Corte que detenta el empedernido transgresor contumaz de todo el ordenamiento jurídico formalmente establecido de boca, o como letra muerta, en la República Dominicana, Jorge Subero Isa, un formal agente del imperialismo norteamericano y de la Iglesia Católica-Vaticano-Opus Dei.

Que nadie se autoengañe ni salga con pretendidos peros (que, al fin y al cabo, nada valen), la urdimbre y desarrollo de la trama golpista contra Manuel Zelaya viene desde los tiempos en que ese mismo concierto de retardatarias fuerzas se vieron obligadas a tener que montar un seudo régimen democrático constitucional en Honduras, a mediados de la década del ’80 del pasado siglo, que es de donde viene la actual Constitución preconizadora de la legitimidad de este tipo de Golpe de Estado, y lo que no es más que una comprobada patraña reaccionario-oligárquica-clerical-católica y del imperialismo norteamericano y su representante, que es su sirviente negro, Barack Obama.

 

Volver a la Página Principal