No podrá haber democratización, modernización ni institucionalización estatal mientras estén vigentes Concordato y Vicariato Castrense
La derogación y eliminación de ambos son condición básica, previa y sine qua non para saneamiento y adecentamiento vida nacional y solución pobreza y miseria de la gente
La sucursal de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana en el país, que encabeza lo que sería el consejo administrativo, financiero y teórico-político de ese negocio leonino, al que llaman Episcopado, pretende seguir pasándose infinitamente de lista y presentándose como la atalaya de la conciencia por el adecentamiento, modernización, institucionalización y todas esas vacuencias y abstracciones con las que forman una coartada perfecta para proseguir en su incalificable como permanente actividad tan parasitaria a costa del país-pueblo dominicanos, como de manipulación siniestra y urdimiento de cuantas intrigas y sórdidos manejos contiene su manual especializado, confeccionado en 20 siglos de prácticas infames, para tales menesteres y en los que los prelados y curas son verdaderos expertos, archicurtidos por demás en eso de ir en contra de la nación dominicana, como en contra de países y pueblos del mundo, al tiempo que actúan así por mandato de la voluntad de su divinidad o dios.
Esa institución cimera de la sucursal de la transnacional Vaticano en el país, a la que pomposamente llaman Episcopado dominicano, en realidad no tiene moral ni aval práctico en los que esos curas puedan sustentar con hechos concretos y reales (no hablamos de frases y bla, bla, bla) en cualquier orden tangible y objetivo para trazar pautas sanas y convenientes para el país ni el pueblo dominicanos, ya que siempre desde la llegada de los españoles colonizadores hasta la fecha, sin ningún momento de excepción, esa sucursal de la transnacional colonizadora parasitaria llamada Vaticano sólo ha sabido estar del lado de la opresión y la explotación, de genocidas, criminales, al lado de los déspotas o como fuerza creadora de éstos, o como sustentadora y creadora a la vez de tiranos y dictadores, como Santana, Báez, Lilís Heureaux, Trujillo, el Consejo de Estado, el Triunvirato, gobierno de San Isidro, colaboración con los invasores del 65, apoyo a los gobiernos de sangre de Balaguer y ahora con Leonel Fernández.
2do. En esta última cruzada de la alta jerarquía católica bajo el estandarte de que los tres partidos del sistema y, por lo tanto, no sólo representativos de la opresión y la explotación, sino, además, exponentes cabales de la ignominia, de toda la miseria e ignorancia del pueblo y corresponsables de los sufrimientos de las masas, "concerten", "dialoguen" y establezcan entre sí la "paz" y otras palabrejas del mismo jaez para seguir usando al país-pueblo trabajador como su banquito de picar carne, esos altos dignatarios católicos que tan bien encajan en la justísima por exacta definición que al respecto acuñara el insigne escritor ruso León Tolstoi, al llamarlos "funcionarios y gendarmes con sotana", en realidad lo que buscan obtener y en verdad les interesa es alcanzar la preservación y ampliación de su condición particular de usurpadores atrincherados en una institución religiosa que se nutre, se sustenta y se mantiene, no de la fe y piedad de sus creyentes, sino en forma en extremo privilegiada de los fondos económico-monetarios y de los distintos recursos, así como de la autoridad del Estado en las diferentes esferas sociales, culturales, militares, etc.
3ro. La defensa de los privilegios de la Iglesia y la condición de parásitos ancestrales a costa del pueblo dominicano por parte de los integrantes del Episcopado católico se concentra y resume en su apego al Concordato y al Vicariato Castrense.
Si el Concordato de 1954 le da prácticamente en propiedad y provecho la República Dominicana al Vaticano como un bien colonial, el Vicariato Castrense del 1958 le dio una herramienta jurídica para oficializar y perpetuar con carácter institucional el más inflexible y omnímodo control de los órganos del Estado Dominicano, como son las FF.AA. y la P.N., y, de ñapa, el Patronato Nacional San Rafael del 1958 le permitió a esa misma Iglesia Católica no sólo recibir fondos económicos extras y "libres" de parte del Estado, sino asumir, además, el control total en el campo educativo y formativo de la necesaria conciencia de dominicanidad, con lo que nacería desde entonces deformada a nivel de todo lo largo y ancho del área fronteriza, así como le facilitaba, sin sacrificios ni esfuerzos propios, sino parasitariamente como en todo, establecer profundos vínculos de sometimiento sobre la población criolla en esas regiones fronterizas.
El cardenal López Rodríguez, con su brazo derecho Arnaiz, que al parecer son quienes le han dado el master en mentir al presidente Leonel Fernández, no se han cansado de desparramar respuestas absurdas como cambiantes y cada vez, por lo tanto, más inconsistentes buscando justificar los groseros, odiosos, infames, parasitarios, etc., privilegios de ese oneroso contrato que es el Concordato, así como el Vicariato Castrense.
Primero dijo el Cardenal que éste sólo se refería al matrimonio. Pero con las citas textuales del articulado del Concordato que se expusieron, eso se vino abajo. Y pasó a decir que además el Concordato sólo se refería a la educación. De nuevo pulverizamos esa infame mentira, por lo que dijo que sólo se refería al matrimonio y a la educación, y no hace mucho se compuso con el periodista Miguel Franjul, mercenario suyo, para salir diciendo por el canal 41 que le obsequiara el Estado que el Concordato era sólo un acuerdo internacional como otro cualquiera, y que las malas interpretaciones al respecto eran el producto de la conocida ignorancia del dominicano.
En su afán de hablar mentiras para ocultar la condición parasitaria y privilegiada de la Iglesia Católica, que se refuerza con el Concordato, ese siniestro Cardenal no tuvo empacho en declarar, como se publicara en primera página de un diario de la prensa amarilla, que el Arzobispado apenas recibía "mil pesos al mes".
Pero, por otro lado, jamás se han atrevido ni el Cardenal ni los osados antediluvianos católicos de la atalaya oscurantista "El Camino" a tocar, mencionando ni analizando, el significado histórico del Vicariato Castrense, que envuelve a la Iglesia Católica en todos los crímenes masivos y particulares (muertes, torturas, asesinatos, ley de fuga, etc.) de las FF.AA. y la P.N. habidas en el país desde el 1958 hasta la fecha. No hay que decir que respecto al Patronato Nacional San Rafael ni lo mencionan y, por abajo, musitan que "ya eso no existe", pero sin rendir cuentas al Estado ni al país de cómo distrajeron y dilapidaron para uso particular del Vaticano y su Iglesia miles y miles de millones de pesos, equivalentes entonces en paridad cambiaria con el dólar, al amparo, precisamente, del citado Patronato, por lo que no hay dudas de que actuaron al respecto como vulgares estafadores, pero nunca en desmedro de su condición de parásitos.
4to. La campaña cocinada por el Episcopado, con el cardenal López Rodríguez a la cabeza, de responsabilizar a los políticos y a la política de los males del país, tiene su raíz en las campañas nazi-fascistas de Hitler y Mussolini contra la democracia, en las cuales el Vaticano, creado por el Pacto de Letrán y el consiguiente Concordato de 1929 entre Pío XI y el Duce Mussolini, fue un puntal decisivo para justificar las monstruosas acciones nazi-fascistas.
El Cardenal puso a cinco de sus sabuesos ensotanados (poco después del asalto gubernamental a la Liga Municipal Dominicana, cerco al Congreso, escopetazos y balazos a legisladores y público en general usando a la P.N. y a las FF.AA.), a cacarear consignas contra la política y los políticos, erigiendo a esa actividad y a los que la escenifican en los responsables y culpables del desastre que su sistema ha acarreado para el país y el pueblo.
En franco contubernio con la prensa comercial y amarilla, propiedad de los grandes capitalistas, la campaña contra la política y los políticos se tornó en un frenético cantaleteo de carnaval mundano para, llegado a un punto, girar hacia la exigencia de que se acepte el diálogo con el gobierno de Leonel, según éste lo impone. El chantaje y la extorsión son herramientas propias a la ideología lumperil de todo grupo de parásitos y ociosos, auspiciadores de la explotación, la opresión y el oscurantismo, como es la Iglesia Católica y el cristianismo desde su mismo origen e institucionalización como religión, hecho cuya paternidad le corresponde a ese volcán de odio y crimen que fue Pablo de Tarso (el del cesto).
El drama de la acusación a la política y a los políticos tiene sus antecedentes en las conocidas campañas desplegadas por Hitler y Mussolini desde el 30 al 33.
No cabe duda de que así como el Vaticano fue creado en 1929 por el dictador fascista Benito Mussolini y que fuera éste quien le dotara de fondos para salir de la objetiva quiebra a que había arribado la ciudad del Vaticano desde su encierro a partir de 1870, tras la llamada guerra de los Estados Pontificios, poniéndose así en evidencia que lo de la genialidad administrativa y financiera de los curas y los papas es una burda y rastrera falacia para ocultar su maridaje espúreo con los grandes explotadores y opresores desde el emperador Constantino I hasta Pinochet como la fuente y secreto de su supervivencia y enriquecimiento desmedido.
Cuántos millones de pesos les habrá estado traspasando el gobierno de Leonel Fernández a los potentados católicos del patio para que le sirvan en sus planes continuistas, reeleccionistas y dictatoriales sería un dato interesante, pero el que se conozca o no el dato exacto no resta validez a la justa creencia, basada en la experiencia y el conocimiento de que el llamado Arzobispado, cuya cabecilla es López Rodríguez, ha actuado en su campaña contra la política y los políticos para favorecer los planes dictatoriales del presidentico Leonel Fernández.
5to. El Concordato y el Vicariato Castrense son contrarios al Estado de Derecho o democrático, así como a la Constitución y modernidad de las leyes.
La agencia de prensa internacional EFE difundió, exactamente a mediados del mes de febrero, una información del Medio Oriente harto significativa respecto a una movilización de más de 200,000 ortodoxos judíos que se habían concentrado el 13 de dicho mes en Jerusalén para defender el carácter sagrado que, para el judaísmo o sionismo posee la Biblia que, como se comprueba así, no tiene nada, absolutamente nada que ver con el cristianismo ni con ninguna de sus sectas, sino que es -la Biblia- un documento que recoge las supersticiones, ritos y concepciones primitivas salvajes y totemistas de los judíos, o sea, de las creencias mosaicas recogidas en sus textos sagrados, como son el Talmud y el Corah o Torah.
Así, el cristianismo en general y el catolicismo en particular quedan como movimientos sectarios religiosos de carácter no sólo ni únicamente apócrifos, falsos y usurpadores, sino, ante todo, ejemplarmente como movimientos religiosos estafadores, basados en la estafa y el engaño.
La información en cuestión tiene la importancia de que pone de relieve que los ortodoxos y judíos, defensores a ultranza del judaísmo y no del cristianismo ni de nada que se le parezca, reclaman que el Estado nacional judío, rechace como herejías anti-bíblicas todo dispositivo que le garantice un carácter democrático o de derecho al Estado judío.
Apegados a sus salvajes como primitivas creencias, los ortodoxos judíos, reclaman que se aplique al pie de la letra el postulado bíblico del carácter teocrático y que se le garantice a los rabinos judíos la preponderancia en el Estado judío.
Como se puede ver y comprobar, el reclamo de que se mantengan las bestialidades y salvajadas primitivas religiosas como bases del Estado es lo que sustenta el teocratismo bestial y salvaje como el primer día de los ortodoxos judíos de Israel.
Y ni más ni menos es lo que aquí, en República Dominicana, se está produciendo desde tiempos inmemoriales, pero principal y especialmente desde que se acordara esa infamia anti-cultural y modelo del salvajismo inquisitorial que es el Concordato, firmado por la dictadura del sátrapa Trujillo (Benefactor de la Iglesia y del cristianismo) y el Vaticano, creado y financiado por el eje nazi-fascista a través del Duce Mussolini, vía el Pacto de Letrán de 1929.
Lo que reclaman los ortodoxos judíos que se implante y a la vez que se rechace toda medida que cuestione como inaceptable el absurdo teocratismo, es exactamente la dictadura teocrática que el Vaticano, vía y por medio del Concordato, reforzado con el Vicariato Castrense, tiene impuesto aquí, en República Dominicana, en el proscenio del siglo XXI.
Y la situación de que, eventualmente, o sea de hecho, en República Dominicana exista un Estado teocrático es contraria en su espíritu y su letra a la Constitución vigente, así como a la Carta Universal de los Derechos Humanos, que hace poco cumplió 50 años, precisa y exactamente en el 1998.
El Concordato entre el Vaticano y la República Dominicana empieza en su titulación misma con la incalificable afrenta inquisitorial, primitiva, supersticiosa y contraria hasta a la libertad religiosa, diciendo así: "En nombre de la Santísima Trinidad".
Para proseguir blasfemando contra la ciencia y la cultura agrega:
"La Santa Sede Apostólica y la República Dominicana, animados del deseo de asegurar una fecunda colaboración para el mayor bien de la vida religiosa y civil de la Nación Dominicana, han determinado estipular un Concordato que constituya la normas que ha de regular las recíprocas relaciones de las Altas Partes contratantes, en conformidad con la Ley de Dios y la tradición católica de la República Dominicana."
De hecho, con tal planteo, ya de por sí hay que descartar hasta la posibilidad de que mientras exista en vigencia tan aberrante y antediluviano Concordato, aquí en República Dominicana puede hablarse siquiera de Estado de Derecho o de Estado democrático, pues esas solas formulaciones expresadas en los dos primeros párrafos del terrible Concordato, sepultan 6 mil años bajo la historia la posibilidad concreta de avances culturales y de modernización, tornándola de hecho en algo remoto.
Todos los bla, bla, bla y basuras incalificables subsiguientes del texto del infame Concordato tienen la misma baja estofa.
Y si se lee el artículo I, que desparrama pus incandescente e inquisitorial, que dice: "La Religión Católica, Apostólica, Romana, sigue siendo la de la Nación Dominicana y gozará de los derechos y de las prerrogativas que le corresponden en conformidad con la Ley Divina y el Derecho Canónico", se comprobará que, literalmente y en su contenido, toda esa basura es contraria a toda la Constitución vigente y a la vida práctica de los dominicanos y de la humanidad.
Pero el artículo II que dice: "1. El Estado Dominicano reconoce la personalidad jurídica internacional de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano" ya es el colmo, pues esto es contrario del todo al Título I de la Constitución dominicana que dice:
"Art. 1.- El pueblo dominicano constituye una Nación organizada en Estado libre e independiente, con el nombre de República Dominicana.
"Art. 2.- La soberanía nacional corresponde al pueblo, de quien emanan todos los poderes del Estado, los cuales se ejercen por representación.
"Art. 3.- La soberanía de la Nación dominicana, como Estado libre e independiente, es inviolable. La República es y será siempre libre e independiente de todo poder extranjero. Por consiguiente, ninguno de los poderes públicos organizados por la presente Constitución podrá realizar o permitir la realización de actos que constituyan una intervención directa o indirecta en los asuntos internos o externos de la República Dominicana o una injerencia que atente contra la personalidad e integridad del Estado y de los atributos que se le reconocen y consagran en esta Constitución. El principio de la no intervención constituye una norma invariable de la política internacional dominicana.
"La República Dominicana reconoce y aplica las normas del Derecho Internacional general y americano en la medida en que sus poderes públicos las hayan adoptado, y se pronuncia en favor de la solidaridad económica de los países de América y apoyará toda iniciativa que propenda a la defensa de sus productos básicos y materias primas." ¿Dónde cabe aquí esa basura supersticiosa y hechicera que pretenden llamar derecho canónico, eclesiástico?
"Art. 4.- El gobierno de la Nación es esencialmente civil, republicano, democrático y representativo.
"Se divide en Poder Legislativo, Poder Ejecutivo y Poder Judicial. Estos tres poderes son independientes en el ejercicio de sus respectivas funciones. Sus encargados son responsables y no pueden delegar sus atribuciones, las cuales son únicamente las determinadas por esta Constitución y las leyes."
Con el artículo III del Concordato sucede por igual, que es contrario a todo orden cultural civilizado basado en el raciocinio y en la realidad concreta de la vida.
Pero, por sobre todo, cuando más se pone de relieve su carácter insoluble, es decir incompatible, con la sociedad moderna, así como que es necesario, imprescindible y obligatorio que, para establecer un verdadero Estado de Derecho y democrático en República Dominicana, hay que deshacerse cuanto antes y de la mejor y más eficaz manera del Concordato, es al confrontar este adefesio del parasitismo y el oscurantismo, con el Título II, Sección I de la Constitución de la República Dominicana, que trata "De los Derechos Individuales y Sociales".
En los acápites 5, 6, 7 y 8, del Art. 8 se dice:
"Art. 8.- Se reconoce como finalidad principal del Estado la protección efectiva de los derechos de la persona humana y el mantenimiento de los medios que le permitan perfeccionarse progresivamente dentro de un orden de libertad individual y de justicia social, compatible con el orden público, el bienestar general y los derechos de todos. Para garantizar la realización de esos fines se fijan las siguientes normas:
"
"5.- A nadie se le puede obligar a hacer lo que la ley no manda ni impedírsele lo que la ley no prohibe. La ley es igual para todos: no puede ordenar más que lo que es justo y útil para la comunidad ni puede prohibir más que lo que le perjudica.
"6.- Toda persona podrá, sin sujeción a censura previa, emitir libremente su pensamiento mediante palabras escritas o por cualquier otro medio de expresión, gráfico u oral
"7.- La libertad de asociación y de reunión sin armas, con fines políticos, económicos, sociales, culturales o de cualquier otra índole,
"8.- La libertad de conciencia y de cultos, con sujeción al orden público y respeto a las buenas costumbres."
Finalmente, cabe reiterar la total validez del Art. 46 de la Sección VI, De la Formación y Efecto de las Leyes, del Título III, Derechos Políticos, de la Constitución de la República Dominicana, que dice:
"Art. 46.- Son nulos de pleno derecho toda ley, decreto, resolución, reglamento o acto contrarios a esta Constitución."
Así, la flamante Comisión de Reforma y Modernización del Estado que creó este gobierno, debería tomar cartas en el asunto, lo mismo que la Suprema Corte de Justicia, y dejarse de estar promoviendo formulaciones aberrantes, como ésa de la cita de Pablo de Tarso, hecha con espíritu aldeano montaraz por el Presidente de la Suprema Corte de Justicia en su alocución del 7 de enero pasado, pues en verdad estamos seguros que Subero, por su iletrismo cultural, no conoce quién fue ni qué hizo ese tal Pablo, por lo que su dios no era otro que el poder del Imperio Romano, si no, léase su cita y en lugar de dios, colóquese el Imperio Romano, entonces tendríamos a Subero Isa diciendo: "si el imperialismo yanqui está con nosotros, nadie podrá con nosotros".