Un colapso total o signos inequívocos de rotundo fracaso del actual sistema capitalista de ofrecer garantías de paz y bienestar a la ciudadanía

La población en medio del terror estatal-policial y de la acción delictiva "civil" que es incubada y nutrida por la naturaleza misma del sistema capitalista

Prensa amarilla venal pagada, políticos mercenarios, derecha, ambiciosos círculos gubernamentales y militares, lo mismo que empresarios delincuentes incitan ante cámaras, micrófonos y por medio páginas de periódicos amarillos a la tentación de que se impongan y sean aceptadas ejecuciones sumarias y fusilamientos alegres por parte de quienes son batuteados por Candelier

Buscan población ciudadana afile cuchillos para su propia garganta

Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Peynado reclaman de la Policía ejecuciones sumarias

E-s terrible la pesadilla a que la ciudadanía está siendo sometida y es a todas luces fomentada y, nos inclinamos a creer hasta prueba en contrario, que es creada por los círculos que manejan y manipulan a su antojo y entero capricho los resortes del Estado como mecanismos de dominación sobre la sociedad y la población ciudadana. Esos esfuerzos por alimentar la pesadilla están en plena erupción ofreciendo un cuadro panorámico en que la ciudadanía se encuentra en medio del fuego cruzado del terror sensacionalista estatal-policial, de un lado, y la acción delictiva "civil", del otro lado, cada uno con toda su siniestra capacidad creativa a pleno vapor.

Así percibimos que han urdido y ejecutan, las fuerzas que dirigen el país desde los distintos ámbitos o áreas de poder civil, policial, militar, económico y publicitario (prensa), el siniestro plan de imponer a la población ciudadana de manera fatal, igual que una espada de Damocles que pende sobre la cabeza de cada dominicano, la disyuntiva de escoger ¿de quién prefiere usted ser víctima? ¿del terror estatal policial-militar gubernamental, de la acción delincuencial civil, o de ambas a la vez?

Parece ser como si la constante de esto no es otra que el empeño tozudo para tratar de obligar a esa población ciudadana a que acepte que debe entender que de todos modos se "joderá" y que seguirá tan o más jodida que como está y que su única libertad y alternativa a escoger es decidirse a apostar por su preferencia en cuanto a quién termine protagonizando el papel último de verdugo en su contra.

Los asaltos a casas de familias, las muertes violentas, las ejecuciones perpetradas a plena luz del día y las reiteradas declaraciones de jefes policiales, militares, mercenarios seudo periodistas de la TV, la farándula, degenerados anti-sociales de la más baja estofa, la radio y de la escrita, junto a un séquito de despreciables funcionarios y políticos de los partidos del sistema, lo mismo que de entre esos ladrones de cuello y corbata que se autocalifican de "empresarios", las voces y exigencias de ¡ejecuciones, ejecuciones!, no son en absoluto casuales, sino más bien promovidas y accionadas con el fin expreso de crear y ambientar el clima de pánico e histeria colectivos. Si la población, por desgracia, cede ante el chantaje de, si no aceptas el "mano dura", tú puedes ser la víctima, es en extremo peligroso, puesto que con eso se quiere hacernos cómplices de la infamia del cercenamiento de todo derecho y el entronizamiento de otra tiranía infernal, con un pinochet del patio.

Hay un claro y evidente plan urdido con la finalidad de imponer el miedo por temor al doble peligro de que delincuentes civiles o desaprensivos supuestos agentes policiales del orden se presenten en tu casa, te detengan en la calle, te hagan bajar del vehículo y te acribillen a balazos, o te secuestren y te atropellen o, si no, te elaboren un tenebroso expediente, según sea el caso.

Por experiencia se sabe que los hechos terribles que han consternado a la ciudadanía y de los que se nutren para justificar sus planes los círculos mencionados, tienen un tremendo parecido con los que acostumbran a ocurrir en el país cuando se abre uno de esos episodios de criminalidad y terror rampantes. Por ejemplo, cuando ese carnicero, al que se le quita y se le pone el uniforme policíaco-militar a cada rato, llamado Enrique Pérez y Pérez, ocupó la Jefatura de la Policía, dando inicio al período de la Banda criminal y terrorista, cuya cabeza civil fuera esa criatura terrible al que llaman, como si fuera parte de la humanidad, Ramón Pérez Martínez (Macorís), se perpetraron, entre muchos otros, dos crímenes monstruosos del mismo tipo que el de la profesora hallada ahorcada recientemente; esos crímenes fueron el de los esposos Porter en Santiago de los Caballeros (1971) y los cinco jóvenes del Club Héctor J. Díaz, muertos en los dogout del play Juan Pablo Duarte, en la avenida de ese mismo nombre en la ciudad capital, para el mismo año.

Resulta en extremo difícil hacer creer y mucho menos convencer al ciudadano pensante y en capacidad de discernir de que los hechos vandálicos que están ocurriendo son casuales y fortuitos, hijos del azar. Detrás de ellos están, y esto es innegable, por un lado, las fuerzas ciegas de la degeneración y las aberraciones que incuba, como parte de su misma naturaleza, el sistema de explotación capitalista y que se manifiesta con toda crudeza, más que en cualquier otra esfera, en las masas marginadas. Pero, por el otro lado, está la mano siniestra de los que buscan pescar en río revuelto, y dentro de ésta la del gobierno y los cuerpos coercitivos y de inteligencia y fines represivos y coercitivos que manejan innúmeros cuerpos paramilitares y parapoliciales oficiales, integrados de por sí por los delincuentes de la más baja y repulsiva ralea, o en estrecha relación con éstos.

Es más claro que el agua que dentro de ese plan está como un objetivo lo de imponer la práctica inconstitucional e ilegal de que la Policía Nacional se erija en institución sustituyente de los tribunales de Justicia y no sea, como se reclama, un auxiliar del Poder Judicial; Candelier dizque abogado graduado dizque Cum Laude en una increíble y absurda universidad que, de inmediato y cuanto antes, debe ser clausurada para que se respete la educación y la ciencia, ha llamado a la Policía a aplicar la ley, dizque para combatir la delincuencia. ¿Tiene éste acaso la más primitiva noción del Derecho?

El presidente Leonel Fernández ha montado un show que vuelve a desdecir su supuesta formación de abogado, de que la Policía aplique mano dura contra la delincuencia, lo que, dentro de este contexto actual, no significa otra cosa que debe fusilar sin contemplación a todo el que se le ocurra, ordenándole actuar al margen de la ley.

Los policías ya están en eso y diciendo por doquier que Candelier les dio la orden de manos a la obra. Los cuarteles y destacamentos policiales están hacinados de víctimas de estos endiablados abusadores.

Pero, por demás, ese energúmeno llamado Hipólito Mejía, falso representante de la oposición, había hecho lo mismo en el penúltimo fin de semana de este mes. Quiso distinguirse por su troglodismo, propio de un salvaje confeccionado por las prácticas antediluvianas tan características del clero católico y los terratenientes.

Apenas el lunes fueron ejecutados tres jóvenes que una patrulla obligó a salir de un vehículo con los brazos en alto, acribillándolos en el acto, según testigos presenciales del hecho, a plena luz del día. Ya se siente casi satisfecho y complacido.

Hipólito Mejía está muy comprometido con la desgracia de este país y los círculos oscuros de las cavernas hasta más arriba del cuello. Ya no sólo sus bolsillos están sucios, sino sus manos ensangrentadas otra vez. Pero esas posturas suyas desde la oposición hacen presumir que, aunque blanco y de Gurabo, con él puede que ocurra lo que los racistas atribuyen, para justificarse, a los negros, de que éstos no piensan; Hipólito Mejía parece que tiene un glúteo (músculo) en el lugar del cerebro o hay allí, en lugar del órgano del pensamiento, un pedazo de su intestino grueso; pero a lo mejor él sabe hasta dónde y por qué se ha comprometido con la impunidad y oferta el borrón y cuenta nueva.