SOBRE "LA FIESTA DEL
CHIVO" DE VARGAS LLOSA Y
ALGUNAS COSAS DE SU ALREDEDOR
Insuficiente, a veces errática, cómplice otras y tergiversadora, cobarde y todo, pero aun en contra de los deseos del autor por ser tanta la podredumbre de la cloaca que fue la "era de Trujillo" no pudo dejar de evidenciar el envilecimiento de los círculos de Poder y sus personajes protagonistas, así como del pueblo en general, ofrece la oportunidad de palpar una pequeña parte de la historia del estancamiento y la podredumbre socio-política y humana imperante todavía, así en contra de su voluntad de lacayo mercenario del imperialismo neoliberal, es patente que son sus herederos económico-político-sociales y humanos quienes constituyen el sostén como lodo social que, como clase, es el gran amasijo de envilecidos integrantes del lumpen globalizado que hoy por hoy es el sustento y base de toda la sociedad dominicana por entero y sin excepción, particularmente de los círculos preponderantes en las esferas políticas, económicas, financieras, sociales, culturales, militares, periodísticas y religiosasLa lectura de lo narrado por Vargas Llosa en su reciente obra "La Fiesta del Chivo", con la que pretende, sin lograrlo, dar una explicación o visión histórica de la dictadura de Trujillo, resulta ante todo amena (así y sólo así es eficiente), tal vez para algunos hasta sorprendente; insuficiente, superficial, pues aunque narra se abstiene de enjuiciar, y para otros admiradores del susodicho escritor, la narración novelada puede resultar decepcionante.La leímos a través de la copia fotostática que nos facilitó un amigo. No sabemos si ésa es una forma de piratería. Pero para gastar tantos cuartos (casi RD$300.00) es mejor recurrir a la copia fotostática. Válgase, pues, del amigo que ya la tenga, no le dé sus cuartos ni a Vargas Llosa ni al Gordo Cuello. Si algo se puede afirmar sin temor a equivocación es que, tanto resulta imposible difundir y hacer "filosofía" a través de novela, comprobado en el precedente fiasco existencialista, aun contando entre los maestros de ese vertedero a gente del talento, independientemente del rechazo y la repugnancia que hacia ellos se siente, como Sartre, Camus, Kafka, Simone de Beauvoir, etc., todos muy superiores a Vargas Llosa, como es imposible también hacer la historia a través de novelas, como queda en el presente caso comprobado. Tal vez la otra gran legión de decepcionados al leer a Vargas Llosa en esta producción suya sea la de los que creen que es posible detener o reemplazar la historia y aún hasta la superficial historiografía por narraciones noveladas. Ellos deben reconocer que en verdad la historia no ha llegado a su fin, y que si así han llegado o llegaron a creerlo luego de repetir o hacer coro a esa mentira tantas veces repetida para justificar sus posturas infames, deben entender que se han equivocado una vez más. Algunos han querido decir, y ha dicho, por ejemplo, el ex-militante del ex-pcd, pero manteniendo la condición de renegado revisionista y de oportunista, pues esto jamás se deja de ser, mediocre, resentido y acomplejado Diógenes Valdez (Céspedes), que Vargas Llosa fracasó en su intento novelístico. Diógenes Valdez (Céspedes) parece más bien que con Vargas Llosa en esta ocasión ha preferido dar riendas sueltas a sus viejos resentimientos frente a los Vargas Llosa iguales que él, que son muchos, que después de haber sido durante largo tiempo embajadores itinerantes como mercenarios de la pluma al servicio del castro-guevarismo-debraísmo y por esta vía del ex-socialimperialismo soviético, prefirieron, cuando les era de utilidad, cambiar de piel como buenos especímenes serpentinos. II "La Fiesta del Chivo" ahonda en las trivialidades como reflejo de su concepción individualista neoliberal La verdad es que Vargas Llosa no podía producir otro tipo de obra que no estuviese encadenada a la concepción individualista neoliberal que, en términos generales, ha asumido hasta en el campo de la política. "Eficacia" y "utilidad", dos divisas básicas del liberalismo, han sido los únicos requisitos del viejo liberalismo desde cuando empujaba para ocupar el sitial hegemónico en el escenario de la historia. Una vez logrado éste, sólo pueden reafirmarlo con trivialidades. Las formas superficiales de abordar un problema de tanta gravitación histórica y socio-cultural como política para los dominicanos, desplegadas por el tal Vargas Llosa, se corresponden con su real, vieja y actual dimensión como intelectual mercenario que cambió del liberalismo vestido de "revolucionario" al neoliberalismo y la globalización en franca postura de lacayo imperialista, según quedaría confirmado con su reciente escrito en torno a la globalización del domingo 23 de abril en la letrina "Listín Diario", prácticamente celebrando y apoyando, desvergonzada e insolentemente, la intervención yanqui del 65 contra el país. Cuando se produjo aquella odiosa y condenada invasión no le resultaba negocio aplaudirla y entonces guardó silencio, y parece que no sabía ni quería saber que existía un Santo Domingo donde la dictadura de Trujillo se prolongó durante otros 12 años. Vargas Llosa es un escritor mercenario y mendaz que, en forma consciente y deliberada, sirve a quien le paga, es pues un buen intelectual liberal clásico. Esas formas simplistas y hasta chabacanas de abordar un asunto tan serio para un pueblo confirma a Vargas Llosa como un charlatán, pues ¿qué es éste, si no el que aborda asuntos serios y de peso con formas y criterios (¡¿?!) baladíes y desde una óptica de bisutería? Es exactamente esto lo hecho por el novelista de marras. III Sin embargo tiene el mérito de, aun sin quererlo, poner de relieve la podredumbre que fue la Era de Trujillo Pero concedámosle aquí el mérito de que por lo menos así se ha vuelto a revivir un episodio trágico como el que representa la malvada tiranía de la dictadura trujillista que, habiendo dejado huellas imborrables en la historia de este país y su pueblo, se pretende ahora, hipócrita y taimadamente, revitalizar y se hacen con ese fin expreso esfuerzos propagandísticos de manera sistemática y coherente, aun desde diversos y diferentes ángulos. Víctor Grimaldi, por ejemplo, que muy bien puede ser el hijo del canalla Grimaldi que Vargas Llosa coloca junto a un tal Dipp Font (¿por qué este granuja no es el rufián actual Font Bernard?), mantiene desde hace años una campaña en pro del trujillismo, auspiciado por los círculos neotrujillistas, desde el canal oficial del Estado dominicano. Amén de que ese mismo Víctor Grimaldi estuvo desde niño vinculado a los capellanes jesuitas de la Fuerza Aérea Dominicana de Ramfis Trujillo, como fue con el capellán (FAD) el padre Miguel, de la iglesia de San Carlos. Pero la falta de integridad ideológica y moral del movimiento anti-trujillista, por otro lado, aún se pone de relieve con el hecho de que un tal Emilio Cordero Michel, hermano de un brillante intelectual y economista muerto entre los mártires del 59, concurre alegre y gustoso y hasta exhibiendo un aire vanidoso a hacerle coro a la campaña propagandística a favor de la tiranía desde el programa de Víctor Grimaldi estimulando así un neotrujillismo que no se oculta. Es importante destacar aquí las inclinaciones nazi-fascistas de la transnacional religiosa Iglesia Católica durante todo el papado de Pío XII que, de paso, imperó y penetró en la Iglesia Católica dominicana profundamente a través del obispo Pittini, convicto y confeso camisa parda mussolinista. Todo esto ocultado deliberadamente por Vargas Llosa en su mencionada obra. El padre de Víctor Grimaldi es de ascendencia italiana y recalcitrante mussolinista. Aún está vivo a pesar de su grave enfermedad y fue un agente secreto de Trujillo, lo cual confiesa con orgullo a sus allegados, así como que nunca ha dejado de ser informante de los servicios secretos, por ejemplo, del DNI. Todo esto explicaría la raíz neotrujillista y pro dictadura de Grimaldi, así como de social-pistola, luego boschista, balaguerista y de nuevo boschista-leonelista. IV Vargas Llosa demuestra con su misma obra la falacia del intelectual y escritor por encima de clases, partidos y políticos de Andres L. Mateo. Por qué grita el resentido Diógenes Valdez (Céspedes) Volvamos a la narración novelada y a su autor Vargas Llosa, hoy convertido en neoliberal a ultranza. Este compromiso mercenario, no hay duda que gravita decisivamente en él. Y ahí, precisamente, radica su gran debilidad: que escogió ser un protagonista consciente del remozamiento y aplicación del viejo liberalismo en las actuales condiciones, que se renueva y se oferta como neoliberalismo globalizado. Haga lo que haga y diga lo que diga Vargas Llosa y cualquiera, no importa que un mamarracho como Andrés L. Mateo proclame que el intelectual ya está por encima de las clases, de los círculos de Poder y de los políticos, tiene que cumplir lo estipulado en el contrato ideológico-político que, bajo ciertas formas, suscribió y firmó al declararse neoliberal, igual que el mequetrefe de Diógenes Céspedes. Así y siempre se suscribe y contrae un específico y concreto compromiso, prácticamente ineludible. ¿Pero acaso este rufián envilecido, que se premió él mismo como jurado en sus propias obrillas en una pasada Feria del Libro, no baila y canta la misma música que actualmente baila y canta el mercenario Vargas Llosa? Cuando éste quiso, siendo un pequeño-burgués liberal, simular una sensibilidad social e histórica llegando hasta a dársela de "revolucionario" y "comunista", hacía e hizo esfuerzos para cumplir con sus patrones en aparentar un poco más empeñado en darle un cierto contenido, ser menos superficial en el desarrollo de las situaciones que abordaba, lo mismo que en los personajes. En su nueva postura eso no le renta eficiencia ni utilidad, lo que cuenta es explotar el mercado con un tema apasionante, de ahí que ni siquiera sopese darle profundidad al tema ni darle vuelo a la forma, así como tampoco esas preocupaciones le van a quitar el sueño al autor. Pero quienes se ven en ese espejo, en franco proceso de agotamiento y decadencia, no cabe la menor duda que se deben sentir muy mal. V Vargas Llosa, sin quererlo, exhibe lo que resulta del lodo social fruto del estancamiento histórico En "La Fiesta del Chivo" hay material suficiente como para, tomándola como punto de partida, reafirmar que nuestro país y su sociedad son dos fenómenos históricos, cuyos rasgos fundamentales se resumen en el estancamiento a través del tiempo y del espacio, y de ese estancamiento donde hay tanta tierra y tanta agua se forma un pantano pestilente y hediondo, que no pocos se niegan a ver, con secuelas de degeneración, degradación, aberración, infamias, envilecimientos y encanallecimientos. Y se trata de un estancamiento que tiene edad. Si tomamos al azar (y sin éste) el 1800 como fecha de partida del estancamiento mencionado, sería 200 años el tiempo del período del lodazal pantanoso que es la sociedad dominicana ahora en el 2000, pero si de generaciones se tratase, contabilizaríamos hasta ahora unas 10 como las atrapadas, si le damos 28 años más o menos de separación entre una y otra, puesto que para el 1800 habría que contar una parte con casi 55 años y la otra con menos de 30 en la ciudadanía. Y a partir de ahí habría unas 7 más aproximadamente. No por casualidad fue en el punto medio de este lapso de tiempo que José Ramón López escribió su célebre ensayo sobre "La Alimentación y las Razas" donde suscribe aquella fulminante expresión, retrato en gran medida certero, de nuestra innegable idiosincrasia: "raza de ayunadores " Y sobre la inercia de aquel pantano que es la sociedad dominicana, que da la sensación de ser eterno pues no hay dudas de que se renueva en cada período de tiempo casi por acción biológica pero sin modificarse en su íntima naturaleza constitutiva, es que actúa Trujillo tratando de dinamizar lo que era posible mover mecánicamente y por acción coercitiva tan violenta como brutal de aquel lodo del cual él mismo en primer orden era parte componente. Y Trujillo igual que el dios judío (dios sin nombre con Abraham, Yavé o Jehová a partir de Moisés) parece que, hasta cierto punto, tras el soplo de oprobio y muerte dádole, la criatura engendrada de ese lodo se levantó y caminó. Y aquí estamos. Los círculos de politiqueros envilecidos como Manuel Alonzo (¿sería Manuel de Moya Alonzo, en la realidad?), Cucho Alvarez, Isabel Mayer, Cerebrito Fermín, Troncoso de la Concha, Balaguer, etc., etc., son reflejos y productos directos de esas pestilencias aberradas en efervescencia. Maipiolos, proxenetas, alcahuetes, pederastas, maricones, homosexuales, chulos, saltimbanquis, sicópatas, asesinos, sádicos, criminales, bastardos y fuente de bastardías, etc., que entregaban al dictador su mujer, sus hijas, para menesteres de orgías y actos mágico-sádicos de desfloración y rompimiento fetichista del coñito, como lo expresa textualmente Vargas Llosa, o para ser convertidos -aquí los hijos y los hermanos- en delatores y criminales, como también se evidencia aunque tímidamente en la narración, no le resultaban dichas tareas histórica ni socialmente difíciles a aquel amasijo de sombras para las que el cargo público no era más que una pose, en tanto su real vocación se ponía de manifiesto en estas degradantes y aberradas acciones suyas. VI Vargas Llosa calla sobre monopolios, gobiernos yanquis e Iglesia Católica como los grandes y reales beneficiarios de aquella tiranía Pero en todo esto Vargas Llosa oculta el papel de los monopolios del imperialismo yanqui, así como de su diplomacia, lo mismo que el nefasto papel de la Iglesia Católica, que, en un balance libre y justo, resulta como la beneficiaria número uno de la tiranía y de todos y cada uno de sus crímenes, torturas, genocidios e infamias, como se verifica hasta el día de hoy. He ahí el Concordato, el Vicariato Castrense y las palabras escritas en el Episcologio por fray Cipriano de Utrera en relación a cómo monseñor Pittini había logrado en el país, gracias al Benefactor de la Iglesia, lo que nunca antes, ni siquiera bajo el dominio español, había alcanzado la Iglesia Católica. Y por esto último queda ante todo esto Vargas Llosa como un neoliberal cobarde y temeroso. Eso pasa con todo mercenario siempre. Obviar esta realidad histórica palpable en documentos como ese Episcologio, editado apenas en 1979, para presentar a los obispos católicos Pancho Panal y Reilly como víctimas, simples víctimas de la dictadura y representando la persecución de que ésta hizo objeto a la Santa Iglesia, es en sí una acción propia del intelectual canalla, y eso hace Vargas Llosa sin apretársele el pecho ni arrugar la cara. VII ¡Viva Vargas Llosa que arremete contra beatificación del lenguaje! Pero no se podría concluir este breve comentario de "La Fiesta del Chivo" sin destacar que Vargas Llosa, en una eficiente narrativa, se esmera en desmixtificar lo del lenguaje sucio e insultante. "Ese lenguaje, ese lenguaje suyo, cámbienlo, cámbienlo, que los tiempos han cambiado". Y ¿qué es lo que ha cambiado?, ¿dónde es que está lo del lenguaje sucio?, ¿acaso esas palabras que utilizamos y con las que escribimos no están en el diccionario de la lengua? ¿O acaso no son las que demandan las exigencias de claridad y concisión para describir las relaciones de los actos de los hombres? Aquí decimos: ¡Viva Vargas Llosa! que arremete con fuerza contra esas pretensiones de beatificación del lenguaje. Así Vargas Llosa, el maestro de la literatura española en América hispana, incorpora al léxico universal el güebo, singador, fálico, maricón, lambe-culo, rompe-coñito, mete-dedo, hijo de la gran puta, maipiolo, mierda, orine, etc., etc. No hay, pues, tal lenguaje obsceno, el lenguaje es, como dice Marx, la "expresión de la conciencia social". No cabe duda de que el anticastrismo de Vargas Llosa nos lo hace asequible, aunque sólo a medias y desde un reducido ángulo. Cosa que no podía pasar con un Neruda, traidor y renegado revisionista, tránsfuga militante e ideólogo contra el marxismo-leninismo, que había usureramente especulado con la más elevada causa de la humanidad por más de medio siglo, para traicionarla y enlodarla. Y que venía al país a estimular y apoyar a sus congéneres oportunistas, revisionistas y traidores. VIII Radhamés Gómez Pepín (Jack el Destripador) un rufián redomado de tomo y lomo ¿Cómo un rufián, canalla, badulaque, chivato, cobarde, asesino, descuartizador usufructuante de la impunidad que la condición de colaboracionista y lambeculo le otorga, como es Radhamés Gómez Pepín, Jack el Destripador, se atreve a decir que una "partida de sinvergüenzas" hizo que Neruda no viniera al país? Nada de eso, incalificable sabandija Radhamés Gómez Pepín, condenamos a Neruda por renegado y traidor, y si vuelve a nacer lo volvemos a hacer, lo mismo que a Bosch lo retratamos como traidor y cabrón. Lo que no somos es como Jack el Destripador Gómez Pepín ni como Orlando Martínez. Este último es ensalzado por la prensa amarilla y los reaccionarios, así como por los renegados revisionistas y oportunistas de todos los pelajes, debido a que, como oportunista-revisionista, cuya condición es de las pocas irrenunciables, encarnó la forma inescrupulosa y desvergonzada más acabada y completa de cómo venderse desde una letrina de la prensa burguesa, al tiempo de fingirse revolucionario; "socialista", en tanto colaboraba con la dictadura jugando con dos cartas a la vez. Por ello Orlando Martínez, igual que el lumpen intelectualizado y rufián Marrero Aristy, exactamente igual que éste, fue eliminado, y debemos decir una cosa al respecto: simple y llanamente nos alegramos de ello. ¡Bien muerto! Es más, si es por ese hecho que juzgan al grupo que se acusa de perpetrar el ajusticiamiento sobre el canalla traidor Orlando Martínez, deberían sus integrantes ser puestos en libertad y otorgárseles un premio. ¡Oh, qué sabandija le ahorraron a la sociedad! |