Sobre el famoso informe de violación derechos humanos en el país del Departamento de Estado norteamericano ¿A quién apunta si no al Cardenal como Vicario Castrense Mayor General FF.AA. y responsable directo y público de la orden ilegal e inconstitucional de fusilamientos que aplica su subalterno Candelier desde P.N.? ¿Quiénes son y quién creó el verdadero escuadrón de la muerte?E s contra el suprapoder que, por encima del Estado dominicano, representa la Iglesia Católica, su Concordato y su Vicariato Castrense que encarnan en el omnipotente y arrogante cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, que está dirigido el informe sobre la descomunal violación de los derechos humanos en el país formulado y denunciado, no hace mucho, por el Departamento de Estado norteamericano.Pero además, dicho informe significa la respuesta directa de la Embajada y su incumbente en el país, mister Manatt, a la acusación que le fuera hecha por el mismo Cardenal días antes respecto a la actuación en el país de un "escuadrón de la muerte" encabezado por organismos yanquis bajo la dependencia de su Embajador, y todo fue porque estarían cuestiones de planes de control de la natalidad y de la superpoblación del país. Si se repara en orden de ocurrencia de los acontecimientos y se concatenan sus hechos, no cabe la menor duda de que el asunto queda expuesto con toda exactitud y la claridad es mayor que la luz del sol. Pragmáticos, según su torva filosofía burgués-imperial, los diplomáticos norteamericanos optaron por partir de cifras, hechos y conclusión, como la mejor respuesta a la arrogancia del deslenguado cardenal López Rodríguez que, amparado en su condición de Mayor General de las FF.AA., real Jefe de éstas, en su reaccionarismo cavernario (véase Art. No. XVII del Concordato base del Vicariato- o véase este acuerdo en lo atinente al Reglamento del Vicariato Castrense) acostumbra dar riendas sueltas a su prepotencia medieval propia de un gobernador colonial como representante de la metrópoli ante sus súbditos. Pero olvidó el poco inteligente como arrogante príncipe del imperio Vaticano, que es el más criminal que conoce la historia, que quien tiene en su casa techo de cristal no puede lanzar piedras sobre el tejado del vecino. Y menos si éste es tan o más agresivo que él. Los círculos criollos que manejan la opinión pública oficial a través de la venal prensa amarilla, que es un real establo de Augias desde los pies hasta la cabeza, usamos el término para que no se quejen a los que les desagrada la certera expresión letrina amarilla, ya que letrina huele a pobreza, han manipulado el porqué, ante qué y para qué se efectuó el informe de marras del Departamento de Estado USA sobre los derechos humanos en República Dominicana. Así como se callaron que la orden de la pena de muerte que se depositó en manos de Candelier como Jefe de la P.N., con la anuencia y el apoyo de Leonel Fernández, de Jaime David Fernández Mirabal, el PLD y su gobierno, fue emitida previa campaña de acondicionamiento de la opinión pública, sus órganos y plumíferos, según consta y es comprobable si se buscan las ediciones de los escritos de esas letrinas de la prensa amarilla antes de ponerse en marcha el plan elaborado por el mismo cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez bajo la consigna específica hecha pública con sus propias palabras de: "mano dura contra la delincuencia" que, dicho sea de paso, fue respaldada por el Presidente del Senado, Rafael Alburquerque y por Hipólito Mejía en representación del PRD, lo mismo que por toda la dirigencia del Partido Reformista y Balaguer. Radhamés Gómez Pepín, Jack el Destripador, llamado así por asuntos literalmente de esta índole, ese rufián cuyos actos de infamias se cuentan por sacos grandes de 320 libras de sisal, sacó a relucir de inmediato, como parte de la campaña de opinión a favor de la orden de muerte, relatos que decían cómo en otros momentos se implementaban esas campañitas criminales y cuáles eran los obstáculos que debían salvarse ahora, según corroboraba con ejemplos de períodos determinados, para que en esta ocasión se efectuara sin mayores problemas la que Candelier debía llevar a cabo por orden expresa del Cardenal y la autorización del gobierno de Leonel Fernández y los pálidos boschistas. Mientras que, por otro lado, de paso y para ponerse donde el capitán lo viera, no vaya a ser cosa que en este otro chapeo alguien se equivocara con él, solicitaba "una entrevista" con Candelier. Recuérdese que temeroso de que, por equivocación, a los integrantes de la así exhumada banda del 71, que a su vez fue un espasmo mostrenco de los Incontrolables, que empezaron su labor continuando la fatídica de otras entidades canallescas, se les fuera a confundir la orden de muerte, Radhamés Gómez Pepín, Jack el Destripador (aunque el hediondo etarra-español terrorista de Koldo quiera jugar con el asunto y ya él sabrá bien por qué lo hace, lo mismo que por lo que actúa como un lambe-culo de los lúmpenes enriquecidos de las hordas degeneradas de la farándula, de la que él forma parte igual que el muerto tan llorado y más sentido por esas pestilentes inmundicias del pantano, como vimos hacerlo a ese(a) Cuqui Sosa, Jean Louis Jorge, que fuera despedido con misa de cuerpo presente, dada su "relevancia", por el obispo católico Flores de Santiago, para que se vea que la mariconería no escapa de la división social de clases); repetimos que ese rufián de Gómez Pepín se empeñó en suplicar y buscar una entrevista con el entonces nuevo incumbente policial Pedro de Jesús Candelier (¡qué cosa!, el Cardenal y el verdugo se llaman De Jesús, significando la preposición "de" pertenencia; ¿pero acaso no se dice que el Jesús, inventado por el jefe de la policía secreta de Herodes como el Cristo, fue un hombre de paz y de amor, de vida y de los pobres? ¿qué está sucediendo?), y que, en efecto, la entrevista deseada en busca de un perdón de antemano, la logró Jack el Destripador Gómez Pepín públicamente, yendo como un buscón cualquiera y degradando, a la vez que asincerando, la condición de lo que es en realidad el Director de "El Nacional", a una cancha deportiva de un club barrial donde se presentaría el depositario de la infausta orden emitida en secreto por el gobierno, luego de ser parida y bendecida por el discípulo de las huestes de lacayos criminales del emperador Constantino, esto es, por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez. Pero no sólo éste carga con lo de la instauración de la pena de muerte con un saldo de casi 500 muertos de manera delictiva y criminal, aunque las haya ejecutado la Policía Nacional, ya que no está prescrita ni amparada por ley alguna ni mucho menos por la Constitución de la República, ni tampoco por lo de la unilateral acusación de "escuadrón de la muerte" a la Embajada USA por lo del control de la natalidad y el derecho al aborto, hechos cuya paternidad corresponde al cardenal López Rodríguez, sino que, además, entre otras cosas, están como condenas en ese informe las persecuciones ideológicas y religiosas acaecidas y perpetradas cotidianamente en República Dominicana contra los no creyentes en supersticiones religiosas ni mucho menos en supuesta voluntad divina ni pendejadas por el estilo, así como en contra de otras sectas cristianas o mediocristianas, pero que, conforme al Index (todavía vigente para los parásitos eclesiásticos católicos) corresponden a herejías. Esas críticas constan, de forma monda y lironda, en el expediente-informe del Departamento de Estado USA. Pero la protesta formal contenida en el informe sobre los derechos para el Departamento de Estado de la metrópoli imperial norteamericana contra el Concordato que beneficia en forma leonina y absoluta a la metrópoli oscurantista llamada Vaticano, quien conforma a su vez un auténtico cartel religioso de opio, fue silenciada, no comentada ni resaltada, sino callada (dicha protesta y condena), por todas y cada una de las letrinas periodísticas amarillas del patio nacional. De esa desinformación y manipulación no se escapó ni una sola radio en todo el país ni un solo programa de TV, que también son partes chacharosas del amarillismo desinformativo de la prensa venal, aun fueran los programas de protestantes o evangélicos con su reaccionario proyanquismo como un nudo corredizo terciado en el pescuezo. |