Bajo gobierno Hipólito Mejía-PRD

Corrupción, parcialidad e ineptitud justicia la retrotraen a sus peores y más pestilentes momentos

Desde su composición, su empleo como burda herramienta de persecución ideológica y política hasta como mecanismo para favorecer intereses espúreos son rasgos imperantes tan inequívocos como comprobables

La puesta en libertad de Diandino Peña, Simón Lizardo y de Ng Cortiñas por parte del flamante Procurador Fiscal del Distrito Nacional, Lic. Aristy Caraballo, quien en forma que mueve a la peor de las suspicacias, insiste en que los mencionados ex-funcionarios palidistas del ex-gobierno de Leonel Fernández no pueden ser enjuiciados ni interrogados por la Jueza de Instrucción que maneja el expediente de PEME, declarándolos por su omnímoda voluntad ($) intocables y beneficiarios del privilegio de la impunidad ($), puso a nivel público general en claro que algo muy podrido existe a nivel de la Judicatura nacional como rastro inequívoco de la compostura del actual gobierno de Hipólito Mejía-PRD.

La realidad es que lo que trasciende desde los ámbitos y esferas judiciales no es ni más ni menos, sino exactamente, el hedor nauseabundo de todo lo que se guarda como museo de inmundicias en que José Francisco Peña Gómez convirtió con su mano maestra en la materia al Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

El nombramiento en la Fiscalía del Distrito al licenciado Aristy Caraballo, fue en realidad la entrega de esa importantísima cartera al grupo económico-financiero bancario de la familia Báez Romano y su hijo Báez Figueroa, dueño no sólo de Baninter, Banco Mercantil, lo que fuera el Bancomercio, sino además de Listín Diario, Ultima Hora, El Siglo y no se sabe cuántas plantas de TV y frecuencias radiales de FM y AM.

A raíz del interrogatorio que efectuara a Leonel Fernández la Jueza de Instrucción que tiene a su cargo el expediente PEME, Hipólito Mejía, actuando sin muchos escrúpulos ni comedimientos, corrió despavorido a la vivienda de Báez Figueroa a reunirse con éste y Leonel Fernández, que es vecino de Báez Figueroa, además de "socio en sociedad" desde la venta de El Siglo y Bancomercio a precio de vaca muerta a su padre Báez Romano, según el difunto Peña, su "hermano".

Báez Figueroa reiteró en forma tajante a Hipólito Mejía que, si Leonel Fernández, Diandino Peña, Simón Lizardo (que dicho sea de paso había trabajado anteriormente para Báez Figueroa en una de sus empresas cuando menos) o Ng Cortiñas iban presos juntos o por separado, él -el todopoderoso y omnipotente bancario- debía ir preso también ya que, reafirmó: "Yo soy miembro y parte activa de este grupo". Ahí mismo se rajó el locuaz aguajero de Gurabo, ya muy conocido en su real catadura de la cabeza a los pies.

Imagínense la postura del LG Hipólito Mejía, quien no ha tenido ni siquiera la debida compostura para separar sus funciones de Primer Ejecutivo de una nación del de showman de los grupos capitalistas en las inauguraciones de sus instalaciones comerciales. "¡Qué dejen a Leonel quieto!", fue el único eco reflejo de una mentalidad llena de aire, como un coco vacío.

Pero si se conjuga esto con su teoricucha de pacotilla de los ex-presidentes, se tendría a un chapucero e imprudente apologista de la impunidad, reafirmando que Peña Gómez sólo reflejó en sus pensamientos (¿?) bastardos y sus acciones politiqueras toda la fetidez que conociera de la politiquería inmunda norteamericana, y que tan excelentemente se reflejan en el cine con cintas como la de "Nixon", protagonizada por Anthony Hopkins o en "City Hall" con Al Pacino.

Ahora bien, pero ¿qué de la Procuraduría y del llamado Departamento de Persecución contra la corrupción?

La sola colocación en la cús-pide de esas delicadas incumbencias a dos sujetos ex-emepedeístas, uno de muy baja calidad moral, política y profesional, Virgilio Bello Rosa, y el otro (Jesús Feliz Jiménez) que habría amasado una fortuna en ejercicio profesional vinculado al fango de la sociedad, a pesar de exhibir cierta lucidez mental y soltura en su desenvolvimiento profesional, ponen en entredicho las buenas intenciones del gobierno para la judicatura, o cuando menos dejan muy maltrecha su idoneidad y sus deseos por adecentarla, con lo que las esperanzas de obtener ambos objetivos entran de lleno en una crisis, pues no hay ni medios humanos adecuados ni objetivos humanos decentes.

La puesta en libertad, por recomendación de Virgilio Bello Rosa, "Procurador" General de... del capo criollo del narco Carlos Lara, apresado en el ’96 a raíz del contrabando masivo de cocaína lanzado desde una avioneta entre Puerto Plata y Monte Cristi, contrabando en el que, con mucha perspicacia, Vincho Castillo vincularía a Hatuey Decamps y a uno de los hijos de Peggy Cabral, que no es Rubén Roca Cabral, dicho sea de paso, pone en la picota el caso y lo catapulta de nuevo de la real vinculación de esos grupos políticos de las altas instancias del PRD y el narcotráfico internacional. Carlos Lara no duró ni 5 meses preso, una vez que Hatuey Decamps, Peggy Cabral y su gente se hicieron del Poder del gobierno. ¿Pura casualidad?

Vincho Castillo no ha estado tan beligerante en este caso, al parecer, por condescendencia con su íntimo colega que, como se sabe, fue de su bufete que se amarró y armó la trama para poner en libertad al capo Carlos Lara.

Si en La Romana, Hipólito Mejía, si no Virgilio Bello, nombró a Elpidio, un rufián con varios expedientes por falsificación y estafa, como Fiscal de allí, igual da, puesto que el nombramiento de Virgilio Bello Rosa, sólo podría ser justificado por una de dos razones reales: 1ra., por su vinculación con los círculos policiales desde la época en que fuera estudiante a través del tío ex-Jefe policial que se suicidara, o 2do. por sus escasas luces y sus podridas y rastreras ideúchas politiqueras, propias de un campesino pulpero que pasa por la UASD sin que las luces de la UASD se posaran siquiera en él.

Del onagro, burro prieto salvaje del desierto, no se podría esperar razones ni decencia, sino rebuznos y masticadera de yerbas y pangola con todos sus dientes pues resulta que a veces se da el caso de que, por primitivismo, no se habla, sino que más bien se mastican las palabras, frases y oraciones, que, como se dice gramaticalmente, son los medios de los que se valdría un ser humano, en interés de las relaciones sociales. Pero quién iba a decir que otra cosa bien distante de su naturaleza podían ser esos símbolos o medios de comunicación llamados palabras.