Revolución
y Contrarrevolución La
lucha del marxismo-leninismo vs. el oportunismo es la esencia de esa
confrontación -Sobre
las antojadizas ideúchas del mendigo político con alma de rastrero
Chaljub Mejía- 1
de 3 “La
historia es una ciencia que, para merecer ese calificativo, tiene la
obligación de ser exacta, de reposar sobre documentos y sobre su
confrontación, sobre severos controles cronológicos y sobre datos que
puedan probarse”. (Robert
Ambelain, “El hombre que creó a Jesucristo”) “La
costumbre romana consiste en tolerar ciertas cosas y en silenciar
otras...” (Gregorio
VII, carta del 9 de marzo de 1078 a Huges de Die, legado pontificio) Está
reafirmando su condición de oportunista recalcitrante Chaljub Mejía
cuando pretende hacer una historia del movimiento revolucionario o de
“izquierda”, como le gusta llamarle, omitiendo el rol tanto del
Partido Comunista (PACOREDO) como de su fundador y jefe, Luis (Pin) Montás.
Pero no sólo eso, sino que está pretendiendo además, con esa pervertida
actitud suya, ahora que se supera el marasmo y empieza de lleno este otro
período de la confrontación entre la revolución y la contrarrevolución,
otra reedición de las viejas teorías y prácticas pequeño-burguesas,
antimarxistas y antileninistas, que de un lado favorecieron el triunfo de
la contrarrevolución, en tanto que del otro lado terminaron
descomponiendo y arrojando un indiscutible saldo de ineptitud y derrota
para el susodicho movimiento revolucionario, aún cuando las causas económicas,
políticas y sociales que motivan el proceso total siguen más crudas y
con mucho mayor vigencia. He ahí cómo Chaljub confirma y reafirma su carácter
de ideólogo recalcitrante del oportunismo reaccionario al servicio de la
contrarrevolución. El
principal saldo que ofrece la historia es que el oportunismo, como expresión
y reflejo de posiciones pequeño burguesas y burguesas en el seno y la
dirección del movimiento político organizado, hace incongruente este
movimiento político con el proceso material económico-social que
pretende representar. Y cabe la pregunta, ¿cómo y bajo qué forma se
operó este hecho patente en el período de la historia del movimiento
revolucionario que va del 1960 al 1990 en nuestro país? No cabe la menor
duda en torno a la enorme importancia de alcanzar estas respuestas en las
formas más exactas y precisas, a fin de poder desarrollar con éxito el
movimiento político organizado en este período del movimiento
revolucionario, que ya empezó a conformarse desde el 1999 y que está en
pleno desarrollo con el estrepitoso fracaso que para las masas es el
liberalismo. El
ridículo, junto a su patética escenificación de una vulgar
tragicomedia, es lo único que logra evidenciar de sí mismo Chaljub Mejía
en su estafa, puesto que si partiera de los hechos y de las realidades
históricas, tanto de antes de la Guerra de Abril del ’65, si se quiere
desde el 1962, pasando por el período posterior cuya fase más viva y álgida
corresponde al 66-72, para culminar tras un espinoso trayecto en el 1990,
cerrándose ahí el período histórico del movimiento revolucionario que
arranca en el 1960, encontraría que cada tropiezo, cada metida de pata,
cada desafuero teórico, político, táctico, aventurero y oportunista de
ese movimiento revolucionario, que son tantos que bien se ha ganado, a
consecuencia de ello, el mote peyorativo de falsa izquierda, sin que nadie
en su sano juicio pueda negar, sin embargo, en nuestro país, que al mismo
tiempo ha contado como contraparte con las críticas, desde el punto de
vista del socialismo científico, del camarada Jefe de nuestro Partido
Comunista (PACOREDO), Luis Montás, resultando de todo ello una
confrontación y deslinde entre comunistas revolucionarios y falsos
izquierdistas provocadores. Y así se explica el marcado interés de
Chaljub Mejía, que se muestra obsesivamente empeñado y se impone a sí
mismo como obligación la fatídica tarea de propiciar la conspiración de
silencio respecto a situaciones conocidas de todos. ¡Vanas ilusiones las
suyas!, puesto que todo esto está avalado tanto por hechos como por
documentos que son vivos testimonios históricos. Pero además hay que
subrayar que este nuevo período ofrece una correlación de fuerzas entre
el marxismo-leninismo, representado por nuestro Partido y nuestro
dirigente, mucho más favorable y más ventajosa que la que tuviéramos
que enfrentar cuesta arriba desde el 1966 al ’90, e imagínese el lector
la situación de nuestro dirigente en la fase del ’62 al ’66, cuando
apenas era una voz juvenil aislada. Chaljub
Mejía ha exhibido la mala costumbre de, tardíamente, pretender
apropiarse de la labor teórica y política, así como de los frutos, del
Partido Comunista (PACOREDO) y Luis Montás, labor que originalmente había
rechazado, actitud que luego cambia con los aviesos fines de apropiarse y
dar la falsa idea, con el concurso de los medios de prensa burgueses, de
que todo eso es una creación suya, sólo con el fin de tergiversarla y
adulterarla. Desde el mismo nombre de su grupúsculo, al que pretendió
darle el mismo nombre que el de nuestro Partido, que como se sabe fue
hasta denunciado por el Patrado, lo mismo que con la consigna de
democratización del Estado y la institucionalización, pasando por cada
uno y todos los asuntos no sólo programáticos y tácticos, sino políticos
y teóricos, llegando el incongruente Chaljub Mejía a componer, con su práctica,
un completo concierto de falsificación, tergiversación, adulteración y
castración de cada una y todas las posturas de nuestro Partido en los
distintos campos. Radhamés
Batista se atreve con certeza a descalificar, para la labor de escribir la
historia del movimiento revolucionario, al mendigo político con alma de
rastrero que responde al nombre de Chaljub Mejía, pues, como bien
subraya, este Chaljub carece, como evidencia su parcializada
unilateralidad, de la honradez y la honestidad necesarios para tal fin. Radhamés
Batista no habla por hablar. Parece que lo hace en un gesto de honradez y
hasta de valentía, pues no quiere sentirse cómplice de semejante
farsante y rufián. Radhamés Batista era apenas un mozalbete cuando se
fundó el Partido, de unos 15 ó 16 años. Y cuando conoció personalmente
a Luis Montás, apenas alcanzaba los 17 ó 19 años de edad, esto es, para
el 1969-70. Son
más de 30 años de realidades vividas por él lo que Batista reclama sea
tomado en cuenta, exigiendo que no se eluda, con esa alegre cobardía
bastarda y de fines inconfesables, y no acepta que por un acto de
estulticia y envidia de granujas y canallas tipo Chaljub Mejía, se quiera
seguir en el sucio jueguito ese de ocultar cosas inocultables. Hay que
imaginarse el enanismo espiritual necesario para pretender tapar el sol
con un dedo y quedarse como el que se hace cacá en los pantalones y no se
da cuenta. Y esto explica la airada reacción de Batista, aún siendo
inclinado éste a posturas y matices ideopolíticos que nada tienen que
ver, a menos que no sea su objeción, con el socialismo científico en
general y con el marxismo-leninismo-pensamiento mao-tse-tung en
particular. Es un hombre, ese Radhamés Batista, que en cuanto a la
historia tiene un punto de vista idealista, a lo Tomas Carlyle, Arnold
Toynbee, Wilfredo Pareto, o a los Bertrand Russell y Harold Laski, que
creen en el individuo aislado como el creador de la historia y no en las
masas, como postula el materialismo histórico. Así,
es hoy admirador de Balaguer, como lo fue y lo sigue siendo del Ché, de
Fidel Castro, de Manolo Tavarez, de Caamaño, de Germán Aristy, de Homero
Hernández, etc. En torno a
la fundación del
PACOREDO, que ocurre el 24 de octubre del 1966, hay una larga y
pormenorizada historia, por ejemplo, que descansa en documentación, en
hechos y acontecimientos. No es como dice Chaljub (¡Sin mencionarlo por
su nombre!) que la fundación del PACOREDO es fruto de que a Luis Montás
(también sin mencionarlo por su nombre), lo atacara y golpeara, en una
librería de su propiedad, una banda de lúmpenes y lumpencitos del MPD
bajo los auspicios de la dirección de éste, encabezada por Monchín
Pinedo, Maximiliano Gómez, Cayetano Rodríguez (éste, en verdad, igual
que Ramírez Conde -Condecito- ya habían decidido tiempo antes retirarse
de las actividades revolucionarias para dedicarse a sus asuntos privados),
Gustavo Mejía Ricart, Onelio Espaillat, etc.; y mucho menos es cierto que
por ello (por la agresión) hiciera a ese Partido suyo un grupo
“pro-chino”. Una vez más, repetidamente, Chaljub Mejía con su
ridiculez hace de auténtico payaso. Estos aspectos los tocaremos más
adelante. Pero debemos avanzar que tal ridiculez de Chaljub nos hace
recordar que aún en el año 2001 están vigentes en nuestro medio
actitudes salvajes en la interpretación de la historia, que Marx
declaraba en 1851 que ya habían pasado, cuando decía: “Los tiempos de
aquella superstición que atribuía las revoluciones a la malquerencia de
unos cuantos agitadores, han pasado ya”. Es
claro y categórico que Chaljub Mejía logra sólo hacer el ridículo en
forma tan continua como harto deliberada y no hay dudas que lo prefiere
antes que atreverse a embarcarse en una evaluación y ponderación serias
de los acontecimientos y hechos reales y verídicos que integran la
esencia y sustancia del movimiento revolucionario de República Dominicana
del 1960 al 1990, que apenas podría ser un reflejo ideológico del
proceso material real. Las razones son tan evidentes que, nutridas de
hechos, acontecimientos y circunstancias, nos dan como resultado a un
Chaljub, igual que a los demás infames canallas y granujas de su baja
calaña, comprometidos con todos los absurdos y con todos los actos
aventureros propios del lumpen degenerado, que tan decisivamente
favoreciera la transitoria victoria de la contrarrevolución en este largo
período. Esa
postura de Chaljub Mejía hace que resulten fallidas sus pretensiones de
historiador “objetivo”, “ecuánime” y “sensato”; pero sobre
todo esa actitud suya facilita calar su naturaleza verdadera de
oportunista y renegado, ideólogo pequeño-burgués recalcitrante del
antimarxismo, provinciano y chabacano, que ha terminado y devenido, igual
que como corrobora la historia del movimiento revolucionario en cualquier
parte del mundo en la era de la lucha contra el capitalismo y el
imperialismo, en el lacayismo más abyecto, canalla, infame y vil ante el
social-reformismo burgués; esto es, su infame punto de vista le ha
reportado una cosecha que es todo lo contrario a lo deseado y buscado por
él, quedando evidenciado una vez más de pies a cabeza como mendigo político
con alma de rastrero. Cuando
en el 1980-81 discutíamos con Peña Gómez, en sus oficinas de la
Internacional Socialista en torno a la necesidad de desarrollar el
movimiento contra el retroceso y garantizar las conquistas democráticas
(libertad de prensa y libertad ideológica y de pensamiento, etc., así
como la preservación de la derogación de la ley 6-71 y que se pusiera en
libertad a Cástulo Toussaint, el más viejo e inocente de los presos políticos
de los 12 años), tiempos en que Chaljub reclamaba representar al MPD y
ser su auténtico jefe, y para tal efecto, habiéndose instalado en Villa
Juana en un local que pintara de rojo y negro, junto a los demás grupejos
de su falsa izquierda, acusaban al PACOREDO y a Luis Montás de ser “el
cuerno izquierdo del buey blanco”, y nos decía Peña: “Yo tuve que
buscarle un empleo a una del grupo de Chaljub por solicitud de éste, y
mientras tanto, búscalo a él, como ingrato, luego que se lo conseguí,
diciendo monstruosidades de mí”. Pero hoy, en el 2001, son todos, sin
excepción, los cabecillas de esos grupejos, los que están identificados
como agentes contrarrevolucionarios, funcionaritos o botellitas de este
gobierno, del anterior palidista o si no de los otros dos y medio del
Balaguer del ’86 al ’96. Y es que, en efecto, esa doblez es tan singular en ese personajillo, verdadero mendigo político con alma de rastrero, llamado Chaljub Mejía, que haciendo memoria y conjugando datos y actuaciones suyas, con sus reiteradas posturas por el estilo de la narrada, es que reafirmamos nuestro convencimiento de que un andrógeno, que muchos veces no puede ni dominar su aberración, como le sucedía en La Victoria (1964) igual a su homólogo, Arnulfo Reyes, cada vez que veían desnudo a uno de los machos con que soñaban, tiene, forzosa y obligatoriamente, que tratar de manipular la realidad histórica dándole de lado a la realidad concreta. ¿O acaso su condición misma de andrógeno no es la negación de la ley suprema de la naturaleza, que es el ser, la materialidad? Y si pretenden renegar de ésta, ¿ante qué realidad guardarían el debido respeto? Pero aún más, si los principios del marxismo-leninismo se nutren de la realidad y de los hechos, es lógico que estos principios, por falta de honradez y honestidad que le impiden respetar la ley misma de la naturaleza y lo hacen invertirla, jamás puedan ser asimilados por los Chaljub Mejía. |