Lila Alburquerque no puede ocultar su naturaleza real

La verdadera Lila Alburquerque y sus secretos se pusieron en claro el día 12 del mes de octubre, cuando sin tapujos ni escrúpulos, apoyó de manera grosera y burda la campaña de exterminio y ejecuciones policiales que ha escandalizado la conciencia ciudadana internacional.

Dijo Lila con un lenguaje que parecía proveniente de la Arena de San Pedro de Macorís: “La Policía Nacional tiene que acabar a los delincuentes”. Se sobreentiende lo que ella expresa con el término “acabar”, pero no fue lo suficientemente clara con lo de “delincuentes”, puesto que si su expresión se aplicara, ella no quedaría como diputada e igual suerte correrían los integrantes de ambas cámaras congresionales.

Ahora nos estamos dando cuenta el por qué incluso los sectores reformistas de buen vivir, respetuosos de la ciudadanía y las buenas costumbres, no quieren que la Lila Alburquerque los acompañe en la boleta del 2002.

Una persona que ostentando un cargo insigne del Poder Estatal, organismo que elabora las leyes y debe encarnar la constitucionalidad.

Repetimos, una persona que ostentando un cargo insigne del Poder Estatal no tiene reparo en salir con esa truculenta forma cavernaria, aplaudiendo y estimulando las acciones de corte criminal por parte de un escuadrón de la muerte que usurpa las funciones policiales, decimos que una persona que hace eso, como lo hizo Lila Alburquerque, no merece que la gente seria y decente aparezca junto a ella y se deje así ensuciar su honra.