El
fracaso del liberalismo moderno no requiere discusión y el socialismo es
la única alternativa El
fracaso del neoliberalismo es un hecho comprobado, palpable e irrefutable.
Sus desastrosos resultados adversos a las masas trabajadoras y a las
naciones en desarrollo son evidentes. Y a la vez se realza no sólo la crítica
marxista-leninista a dicho sistema, sino la necesidad de la lucha en aras
del socialismo. Los
nuevos apóstoles del liberalismo, al asumir con carácter hegemónico el
control absoluto de la economía mundial, habían declarado en forma tan
irracional como fantoche que se había arribado al fin de la historia. En
el patio, como es costumbre, salieron de inmediato las cotorras
amaestradas en eso del servilismo abyecto a hacer coro y a repetir esa
basura del fin de la historia cocinada por intelectuales y publicistas
mercenarios de Wall Street que esperamos que con los hechos del 11 de
septiembre último acaecidos en la metrópoli imperial hayan despertado de
su sueño, si no de su viaje con alucinógenos. Para
sellar la patente realidad, Enrique Iglesias, presidente de la agencia
financiera internacional de los monopolios imperiales, conocida como Banco
Interamericano de Desarrollo, acaba de declarar en Washington que,
(citamos): “América Latina ha sido golpeada duramente por la
desaceleración global y otros factores extremos adversos, y su tasa
promedio de crecimiento económico no pasará de un 1% este año”. Sin
entrar en toda la aberrada interpretación interesada de este apologista
imperial, debe subrayarse que la desaceleración económica de que habla
no es un factor externo al modelo neoliberal, sino una parte interna,
inevitable e intrínseca de la crisis cíclica de superproducción que le
es propia al capitalismo y, por otro lado, al estar su modelo globalizado,
¿de qué factores adversos externos habla? A
partir de instaurar su hegemonía absoluta el neoliberalismo ha causado
los efectos negativos más catastróficos no sólo en nuestro país. La
miseria y la pobreza se han extendido por todo el mundo como una plaga con
una virulencia nunca vista anteriormente. La explotación de los pueblos y
países se ha intensificado y recrudecido. Las masas trabajadoras han
perdido todas las conquistas sociales que anteriormente habían alcanzado
dentro del marco capitalista, luego de grandes batallas para lograrlas.
Las capas medias han sido sumergidas en un proceso de empobrecimiento y
descomposición que de hecho se las da por desaparecidas. Los grupos de
terratenientes y sectores adinerados del campo se han visto colocados al
borde de un colapso total. No
hay un país del mundo que no se encuentre inmerso en una crisis
descomunal. En
lo que respecta a la América Latina, se reconoce públicamente que
Argentina, Brasil, Chile, México, Venezuela, Uruguay, Ecuador, Perú y
todos los demás están arropados por una quiebra total. Para
los mismos llamados países desarrollados, como los de la Comunidad Económica
Europea y en particular los EE.UU. la crisis ha dejado de ser algo extraño.
Y de hecho se ha enseñoreado creciendo desmesuradamente el desempleo, así
como aumentando las penalidades de los trabajos, bajando los salarios y
disparándose el costo de la vida, al mismo tiempo que prácticamente ha
desaparecido todo tipo de asistencia social por parte del Estado. Las
masas trabajadoras están palpando en carne propia lo que en realidad es
el capitalismo. La
situación económico-social se vuelve cada vez más difícil y hasta
imposible de sobrellevar para la clase obrera y la población trabajadora
dominicana en general. La raíz de esta situación se encuentra en el régimen
capitalista de explotación que sigue imperando desde hace tiempo bajo la
modalidad de neoliberalismo, término éste que no es más que un
eufemismo, esto es, un término hipócrita y engañoso, empleado por los
apologistas de la explotación para denominar al capitalismo y en
consecuencia poder engañar a los tontos. Día
por día, a la gente se le hace mucho más difícil conseguir en forma
estable el dinero necesario para la alimentación suya y de los otros que
dependen del cabeza de familia, o sea, del grupo de reproducción humana. Lo
mismo sucede con el pago de la vivienda, agua, luz y basura. En lo que se
refiere a las atenciones de salud, la situación es de tal magnitud
contraria a la gente de abajo, que no son pocas las gentes que tienen que
soportar ver desgastarse a los suyos o a sí mismos por simples
enfermedades curables, como es el caso de las diarreas y males
gastrointestinales, catarros que se convierten en bronconeumonías por la
falta de atenciones médicas, infecciones cutáneas y catarrales, etc. Hay
brotes masivos de tuberculosis, de sida, hepatitis, paludismo, dengue
hemorrágico y demás. La cuestión básica es la falta abrumadora de una
alimentación, la que, cuando no falta, lo que se come es deficiente o se
caracteriza por la falta de equilibrio o si no por la falta de higiene,
puesto que la gran mayoría de la población bebe agua no apta para el
consumo humano. La
asistencia en los hospitales públicos, que antes de implantarse el
neoliberalismo era gratuita, ahora no sólo que se comercializa, sino que
el costo, tanto de esos servicios como de los medicamentos, es cada vez más
alto. Ahora,
por cierto, se han reabierto las clases, o sea, que se ha reiniciado el
período de docencia en las escuelas. No sólo que los dominicanos
trabajadores en general carecen de los recursos para equipar a sus hijos
de modo que puedan asistir a las clases adecuadamente, sino que, como
hemos dicho, estos niños están huérfanos de comida, además, los que
del seno del pueblo osan, contraviniendo la realidad, querer inscribir a
sus hijos en las llamadas escuelas privadas que pululan, comercializando
con la enseñanza, debido a la irresponsabilidad e incumplimiento del
gobierno del mandato constitucional de ofrecer educación pública y
gratuita a la ciudadanía, se encuentran con el altísimo precio, tanto de
la inscripción para el año escolar como de las mensualidades. Entonces
se percatan de que se encuentran en un callejón sin salida. Al
pueblo trabajador de todo el país se le vendió, a base de una mentirosa
campaña propagandística y claro, junto con una sistemática coacción
desde los órganos del Estado, que por arte de magia la burguesía
internacional, junto a sus legiones de lacayos nativos, había encontrado
la fórmula mágica o panacea para poner fin a la pobreza, a la miseria, a
la opresión y a la explotación. Y esa panacea no era otra cosa que la
reedición del viejo liberalismo acicalado y maquillado. Se
cocinó y se regaló la falaz idea de que con las llamadas zonas francas y
el turismo, todo eso de explotación capitalista del hombre por el hombre,
todos los abusos y las grandes carencias para satisfacer las necesidades
de la gente desaparecerían, y que ya, por fin, estábamos en la antesala
del paraíso. Se vendió la falacia de que ya no habían explotados ni
explotadores, oprimidos ni opresores. Ahora resulta que hay más pobreza,
más miserias, más desigualdades, más abusos, más atropellos, más
explotación. Y las gentes están mucho más desmoralizadas que antes por
pérdida de fe tanto en ellas mismas como respecto al sistema imperante. Es
desde esta patente e inequívoca realidad que el Partido Comunista de la
República Dominicana (PACOREDO) quiere llamar a la población a darse
cuenta de que bajo el régimen capitalista, batuteado por el capital
internacional, base económica del imperialismo mundial y yanqui en
particular, no hay ninguna esperanza de la solución favorable de todos
estos básicos problemas para la población, así como de sus secuelas
económicas, políticas, sociales y de condiciones de vida. Y, subrayando,
que todas aquellas falaces teorías sólo son basuras ideológicas de los
que llevan aceleradamente la explotación del hombre por el hombre a límites
simple y llanamente inaceptables. Sólo
con la lucha bajo una clara y decidida bandera y orientación socialista,
marxista-leninista las masas trabajadoras encontrarán un firme y claro
camino que las conduzca a una real y verdadera transformación de la
sociedad y del país. Sólo por medio del desarrollo de la lucha de clases
y de su teoría marxista-leninista, conforme el materialismo histórico,
se logrará encontrar la vía del mejoramiento. Se
impone que las masas trabajadoras rompan sus ataduras con los partidos del
sistema y emprendan un camino absolutamente independiente de los que
pregonaron, como el PRD, PRSC y el PLD, que el neoliberalismo capitalista,
y no el socialismo, eran la solución para los pueblos. Ahora es cuando resplandece con toda intensidad que los trabajadores sólo tienen una esperanza y ésta no es otra que el socialismo. |