El marxismo del judas Chaljub Mejía, puro oportunismo pequeño burgués propio de renegado revisionista

¡Y es tan delicado que si se lo criticas lo estás calumniando!

 

Ese rastrero pordiosero político con alma de mendigo, que es ejemplo de oportunismo y de revisionismo criollo, llamado Rafael Chaljub Mejía, exhibe a todo lo largo y ancho de su pusilánime conducta ideológica y política, una sincera vocación inigualable para la vulgarización y el envilecimiento de todo cuanto sea marxismo y esa misma inclinación innata suya para la vulgarización y la simplificación se la impone como un sello inequívoco suyo a toda elucidación de hecho o acontecimiento cuya evaluación o ponderación pasa por sus asquerosas manos.

Por ejemplo, el 8 de enero, como columnista de a tanto por línea en una letrinita amarilla de esas que ni siquiera se compraban por lo que ahora se obsequian, llamada "Ultima Hora", escribe conmemorando su 40 aniversario de haberse "iniciado", según él, como "marxista" en un cursillo impartido en el partido político de la pequeña burguesía urbana, llamado Agrupación Política 14 de Junio, que encabezara el señor Manuel Tavárez Justo, que nunca fue marxista y que en más de una ocasión insistió en su socialcristianismo y compromisos con la Iglesia Católica.

Como apreciará el que haya leído apenas con honestidad y honradez intelectuales, esto es, con ansias de conocimientos y en busca de ilustración, a Marx, Engels, Lenin, Stalin y a Mao Tse Tung, el marxismo posee dos rasgos distintivos esenciales sui generis, que lo distinguen y con el que discrimina y supera para diferenciarse de otros materialismos, que son -esos dos rasgos-, su intransigente espíritu de Partido Comunista y su innegociable, consustancial e inseparable carácter de clase proletaria.

Por ejemplo, Mach, Ostwald, Poincaré, a quienes Lenin critica y analiza en "Materialismo y empiriocriticismo", eran científicos y en el campo estricto de sus respectivas ciencias y especialidades "eran materialistas" en tanto se atenían a la realidad. Pero cuando querían filosofar y decir que las sensaciones e ideas no dependían de la realidad objetiva, eran idealistas y jamás podían empalmar con el marxismo.

Pero Chaljub Mejía, como un prodigio liberalizador de la "rigidez" insoportable del dogmatismo y el sectarismo ese del marxismo proletario o marxismo-leninismo, no cabe la menor duda que reclama un "marxismo" más amplio, menos riguroso, es decir, que sea disipado, sin espíritu de Partido Comunista y, sobre todo, sin carácter de clase proletario; ese "marxismo", que según él era practicado por Caamaño, Amaury Germán, Moisés Blanco, Fafa Taveras, Fidelio Despradel y comparsa.

No cabe la menor duda de que esa concepción de Chaljub es típicamente propia del oportunismo y del revisionismo contemporáneo de conocidas raíces rastreras pequeño burguesas a lo Jruschov con su "socialismo de todo el pueblo", "partido de todo el pueblo" y "Estado de todo el pueblo", para terminar entregado al imperialismo mundial y desarticulando a la Unión Soviética. Y así como en filosofía da pie al partido del término medio, en lo social es la prostitución ideológica y teórica.

Lenin, en "Contra del revisionismo", recopilación antológica de 1960, Ediciones Rusas, ha escrito "Quien en la época actual hable de un socialismo que no sea de clase proletaria, merece que se le enjaule y se le exhiba junto a un canguro australiano" y del mismo modo expresó: "El viejo liberalismo (pequeño burgués y burgués) interiormente podrido reaparece ahora como socialismo oportunista". Si Chaljub hubiese estudiado alguna vez marxismo proletario, hoy no fuera ignorante al respecto.

En cambio, Chaljub, el epígono a ultranza del indiferentismo ideológico (teórico), elemento propio al partido de término medio, es a su vez otro de los elementos de sostén de su oportunismo político y culebrero que lo lleva, como es su costumbre, a deslizarse resbalosamente hacia la postura contra la que se erige inicialmente para terminar por "apropiársela", en su articulejo de marras del 8 de enero dice que sus profesores, para quedar "iniciado" en el "marxismo" suyo, fueron Roberto Duvergé (anarco-terrorista proudhoniano, genio y figura hasta la sepultura), Polo Rodríguez (desequilibrado esquizofrénico trotskiano recreado por el existencialismo sartreano), el lumpen mercenario Rafael Cruz Peralta (víctima del SIDA en la misma década del ’80, semianalfabeto) y Marco Rodríguez Sánchez, cobarde hasta para sustentar su cobarde oportunismo, de quien su mismo hermano Polo pidiera fuera ejecutado antes de la aventura de diciembre del ’63 que ellos obligaron a Manolo Tavárez a encabezar como única garantía de la posibilidad de supervivencia. (¡Qué marxistas!, que ni siquiera dominan ni respetan el primer y más elemental principio del materialismo dialéctico que para la gnoseología exige: "que el pensamiento sea reflejo directo de la realidad" y que la "práctica de la lucha de clases, de la experimentación científica o de la lucha por la producción es la fuente y criterio de la verdad"). Como se ve, presentando todo tipo de predigistador como "marxistas" sólo busca desacreditar al marxismo-leninismo.

Chaljub Mejía exhibe una típica estulticia contemporánea: marxismo sin carácter de clase ni espíritu de Partido Comunista. ¡Oh! ¡Qué amplitud! Parece que hay gente que está contra todo género de diferenciación como reflejo de su aberrada creencia de que el género se escoge a voluntad (¡¿?!).

Por ello su sonsonete de izquierda, izquierda, pero nada de marxismo-leninismo y de movimiento socialista, sino neutralidad ideológica, indiferentismo político o política sin bandera ideológica.

Esto no es otra cosa que revisionismo como máxima expresión del oportunismo propio de renegados de su baja estofa.

Veamos, para concluir, el siguiente pasaje de la obra de Lenin "Materialismo y empiriocriticismo", que en sus Obras Completas comprende el Tomo XVIII y que se ha editado por diversas editoriales en volumen suelto:

"La desgracia de los machistas (idealistas rusos seguidores de Berkeley y Hume, Nota de Redacción) que se han propuesto ‘conciliar’ la doctrina de Mach con el marxismo consiste en… haber dado fe una vez a los profesores reaccionarios de filosofía y, confiados ya, en haber resbalado por la pendiente. Sus diversas tentativas de desarrollar y completar a Marx se fundaban en procedimientos de una gran simplicidad. Leían a Ostwald, creían a Ostwald, parafraseaban a Ostwald y decían: esto es marxismo. Leían a Mach, creían a Mach, parafraseaban a Mach y decían: esto es marxismo. Leían a Poincaré, creían a Poincaré, parafraseaban a Poincaré y decían: ¡esto es marxismo! Pero, cuando se trata de filosofía, no puede ser creída ni una sola palabra de ninguno de esos profesores, capaces de realizar los más valiosos trabajos en los campos especiales de la química, de la historia, de la física. ¿Por qué? Por las mismas razones por las que, tan pronto se trata de la teoría general de la economía política, no se puede creer ni una sola palabra de ninguno de los profesores de economía política, capaces de cumplir los más valiosos trabajos en el terreno de las investigaciones prácticas especiales. Porque esta última (la economía, Nota de Redacción) es, en la sociedad contemporánea, una ciencia tan de partido como la gnoseología (filosofía, Nota de Redacción). Los profesores de economía política no son, en general, más que sabios recaderos de la clase capitalista, y los profesores de filosofía no son otra cosa que sabios recaderos de los teólogos.

"…

"¡Es verdad! Los ‘realistas’ y demás, entre ellos los ‘positivistas’, los machistas, etc., son una papilla lamentable, son el despreciable partido intermedio en filosofía, que confunde en toda cuestión las corrientes materialista e idealista. Las tentativas de eludir estas dos direcciones fundamentales en filosofía no son más que ‘charlatanería conciliadora’." (Lenin. "Materialismo y empiriocriticismo", Sub-capítulo: "Las prácticas en filosofía y los filósofos necios").

Quizás esto sea para Chaljub otra calumnia más de nosotros contra él. Así es de rastrero, y tal es su congénita e innata vocación de adocenar y vulgarizar los asuntos más serios y trascendentes. Pero que se sepa que si esto es afeminadamente calumnia, pues que se prepare que apenas hemos empezado.

 

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