Las Iglesias Católica y Evangélica buscan usurpar el Estado civil para seguir usándolo en su propio beneficio
La realidad monda y lironda es que el movimiento ecumenista católico-protestante, lo que persigue es usurpar, para los fines clericales y religiosos, el control del Estado y sus instituciones en forma absoluta y que para su fin están en campaña permanente contra toda actividad laica o secular. Para los curas sólo ellos actúan bien. Tal cosa sucedió en Italia con el fascismo mussolinista y el falangismo franquista en España. Y ni qué decir que fuera el plan estratégico que encierra, de parte de la Iglesia Católica, el Concordato con Trujillo, el Vicariato Castrense (1958) y el Patronato San Rafael (1958) para la dominicanización de la frontera contra los haitianos. Y que se recuerde, la Iglesia no levantó protesta humanitaria alguna. Ahora que en la población y en todo el país ha ganado terreno en firme la idea de que los tres partidos, Revolucionario Dominicano, Reformista Social Cristiano y de la Liberación Dominicana son iguales y que ninguno sirve, habiendo los tres actuado todo el tiempo como instrumento para la Iglesia Católica y con fines espurios, la Iglesia Católica y la Embajada norteamericana han lanzado una ofensiva para desprestigiar toda la actividad política, conscientes de que, por esa vía, pueden arribar a un desenlace que termine favoreciéndolos aún más que la situación actual, poniendo al pueblo a que le saque el agua del pozo, para después imponerle de hecho un régimen fascista-falangista, incluso de carácter militar con el juego de los renegados revisionistas como Narciso Isa Conde y el agente doble, el oportunista Fidelio Despradel, quien labora afanosamente en ese funesto sentido, según es fácil comprobar. La expresión del cardenal Nicolás Hildebrando Borgia López Rodríguez de que no quiere políticos en la Junta Central Electoral y la formulación mercenaria del llamado movimiento boschista de que ese cardenal de marras asuma la Presidencia de la Junta Central Electoral, no dejan lugar a muchas dudas al respecto. Y sus afanes de que el diálogo lo maneje Agripino Núñez, el empresario de cristo y ministro de las cosas más sucias dentro del catolicismo en el país, apuntan en el mismo sentido de asalto clerical ecumenista del Poder del Estado. Hay que prestarle atención a la forma mendaz y despectiva en que las autoridades eclesiásticas, tanto católicas como protestantes, se refieren cada vez que tienen oportunidad a los partidos políticos y a los políticos. Por ejemplo, léase el articulejo de Bienvenido Alvarez Vega del lunes 21 de octubre en torno a la sociedad civil, y se comprobará cómo este mamarracho se refiere babosamente a los partidos políticos y a los políticos. La población debe exigir que los curas y los pastores se vayan a sus iglesias. Y que si quieren manejar el Estado, que se declaren partidos políticos y designen sus candidatos a ver qué pasa. Ya está bueno de que estos atajos de vividores y parásitos sigan viviendo de la sociedad civil y del Estado, en los que promueven la corrupción, los privilegios y los abusos con fines de sacar jugoso provecho.
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