Sólo la condena a la agresión e intervención yanqui tiene validez La condena a la acción terrorista genocida desplegada en forma de guerra de agresión por el imperialismo norteamericano y el gobierno de George W. Bush contra el pueblo y la nación de Irak, es un asunto de primer orden para todo ciudadano o país que se identifique con la humanidad y con el derecho de los pueblos y países a decidir sus propios destinos. Se trata, ni más ni menos, que otra grosera agresión e intervención de parte de los EE.UU. contra la soberanía nacional de Irak, contra la autodeterminación y la libre determinación de los países y pueblos, las cuales George W. Bush y su gobierno, como representantes del imperialismo norteamericano, no aceptan ni toleran una vez que dichos postulados contravienen los intereses monopolistas e injerencistas de dicho imperialismo. El objetivo de los EE.UU. es bien preciso, se trata de su interés por apropiarse de las riquezas naturales petrolíferas de Irak y de convertir este país en una colonia suya. Lo del terrorismo de Irak es un falso y peregrino pretexto de parte del gobierno genocida de George W. Bush, apoyado por sus secuaces Tony Blair de Inglaterra y el burro criminal José María Aznar de España. Lo mismo sucede con el alegato de la naturaleza dictatorial y criminal que los EE.UU. y George W. Bush, como si tuviesen moral, le atribuyen a Saddam Hussein. Sólo personajes despreciables y lacayos o perros de presa mercenarios de los EE.UU. pueden alegar tales pretextos con tal de apoyar la naturaleza rapaz y criminal, así como de agresor contumaz y terrorista-genocida de George W. Bush, el más grande criminal del siglo XXI, y el imperialismo norteamericano. Quienes hablan de estar al lado del pueblo de Irak, y arremeten a la vez contra Saddam Hussein, sólo tratan de hacerse los simpáticos a los imperialistas y justificar sus agresiones criminales, por lo que no son más que despreciables traidores.
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