RHM reafirma su condición de agente de la CIA y de ciudadano norteamericano con su apoyo a la agresión yanqui contra Irak

Eso es lo que engendra el PRD

El apoyo del gobierno títere y lacayo hasta un poco más allá de la condición de perro sumiso ante el imperialismo, los monopolios y el gobierno de George W. Bush por parte de Rafael Hipólito Mejía, está acorde con su recalcitrante trayectoria ya descrita y es armónicamente concordante con su condición de agente de la CIA igual que la del otro agente de la CIA, de la Embajada, el Departamento de Estado yanqui y tan degenerado como informante de todos los aparatos de espionaje de la reacción llamado José Francisco Peña Gómez.

Los que hablan de que era la única alternativa de Rafael Hipólito Mejía saben que mienten, y con su bajo argumento sólo tratan de cumplir con su función de mercenarios y sobornados.

Lo que sí está claro y se realza cada vez con más fuerza es que hay un obsesivo como marcado empeño de parte de Rafael Hipólito Mejía en acentuar su entreguismo sumiso al gobierno de George W. Bush. Y la decisión indigna y vergonzosa de Rafael Hipólito Mejía de respaldar a éste en su intervención y agresión contra la nación y pueblo de Irak está dentro de ese sospechoso contexto.

No es verdad que con ese apoyo denigrante y repulsivo, que es rechazado por todo el pueblo dominicano en más de un 90%, Rafael Hipólito Mejía pretende proteger a los dominicanos residentes en los EE.UU. para que no sean deportados de allí.

Preferimos inclinarnos a pensar que con ese antinacional apoyo lacayuno al genocidio terrorista de George W. Bush, Rafael Hipólito Mejía busca obtener algún favor personal o que le oculten graves hechos que lo podrían colocar, una vez que salgan a la luz pública, como un rehén de la justicia internacional y del Interpol.

Hace tiempo que venimos insistiendo en lo extraño que resulta el afán de Rafael Hipólito Mejía de que se eche abajo el irreversible veredicto dictado por un juez de los EE.UU., en base a las evidencias comprobadas y aceptadas por un jurado, que vincula a Peña Gómez con el narcotráfico, a la vez que entre las evidencias están las pruebas de que Peña Gómez era agente pagado como informante de la CIA, del Departamento de Estado norteamericano, del Departamento de Justicia y de muchos más órganos de espionaje norteamericanos.

Que conste que nos da por pensar que Rafael Hipólito Mejía no quiere limpiar a Peña Gómez, que es inlimpiable, sino limpiarse él de no se sabe qué implicaciones.

Ahora Rafael Hipólito Mejía se ha convertido en vecino de la finca de Hatuey Decamps en Barquisimeto, Venezuela, adquiriendo una en dólares y va a criar caballos de paso fino, que es una actividad tan apreciada por el narcotráfico internacional, y nada más y nada menos que en Venezuela, el vecino de la Colombia de los grandes cárteles.

Las villas de Constanza y de Jarabacoa con helipuerto y grandísimas extensiones de privilegiados terrenos.

La gran finca de Baní frente a la Zona Franca.

La otra de los campos de San Cristóbal, lo mismo que su condición de socio de Carlos Andrés Pérez en CAP Cana junto a su socio y pariente Miguel Vargas Maldonado -prominente dentro del "grupo económico" de Hatuey Decamps- tienen en común que todas esas propiedades se ubican dentro de áreas nacionales e internacionales usadas como rutas del narcotráfico internacional.

Y si a esto se le suma los capos que han sido evidenciados y muertos ocupando la función de ayudantes civiles de Rafael Hipólito Mejía obliga a preguntarse sucesivamente:

¿Es limpiar a Peña Gómez lo que en realidad preocupa a Rafael Hipólito Mejía?

¿O es acaso para que no deporten dominicanos de EE.UU. que Rafael Hipólito Mejía ha dado tan denigrante y repugnante respaldo al genocidio rapaz, terrorista y criminal de George W. Bush contra Irak y el pueblo iraquí?

 

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