RHM hace de la Junta Monetaria una parcela agropecuario-financiera suya y de su sagrada familia
No cabe la menor duda de que Rafael Hipólito Mejía es un hombre que a todo lo que hace termina imprimiéndole su inequívoco sello personalísimo. Que a la Juan Monetaria, un organismo de tan extrema delicadeza, para la estabilidad económico-financiera de la nación y de toda la actual sociedad, Rafael Hipólito Mejía le ha impreso de golpe y porrazo su sello de parcela agropecuario-financiera propiedad de la sagrada familia suya, lo que muchos pertenecientes a un mundo o estadio de civilización más avanzada que la nuestra le llamarían nepotismo, sólo basta analizarla en su composición personal, y se comprobará la absoluta veracidad de lo que afirmamos que es, simple y llanamente, alarmante y peligroso para el futuro del país. Justamente el señor Francisco Garrigó Matos presentó renuncia de la Junta Monetaria por respeto a la ley y la discreción que ha caracterizado su vida pública. Resulta que don Francisco Garrigó Matos es el padre del esposo de Carolina Mejía, el señor ingeniero Francisco Garrigó Lefel, quien es alto funcionario del Banco del Progreso que preside su otro medio hermano Pedro Castillo Lefel, pero en la Junta Monetaria están, además, Tony Rivera, que es hermano y socio en Induveca de su hermana esposa de Ramón Hipólito Mejía Gómez, hijo de Rafael Hipólito Mejía, Presidente de su Poder Ejecutivo, con lo que, de hecho, Tony Rivera tiene vínculos legales de parentesco que vician la Junta Monetaria a nuestro humilde entender, conforme el Artículo No. 11, acápite b, ordinal 1 de la ley que la rige y que prohíbe la presencia de familiares en el seno de la Junta Monetaria. Pero además, Rafael Hipólito Mejía ha nombrado como miembro de la Junta Monetaria al ingeniero agrónomo Aquino González, de cuya honradez personal no tenemos mayores dudas, pero que es y ha sido socio económico de Rafael Hipólito Mejía. A lo mejor Rafael Hipólito Mejía, movido por sus creencias a las que quiere alegremente arropar con las vestimentas de harapos de la época en que amarraban los perros con longanizas como dicen por ahí, pretende que lo tomen como obra de su buena fe y su cándida cuan pura forma de proceder personal. O si no, a lo mejor, inconforme con este tipo de juicio que sustentamos libremente, amparados en la libertad de creencia y de pensamiento que por casualidad se incluyó en la Constitución vigente, Rafael Hipólito Mejía apela a que existe y está vigente además el Art. 55 de esa misma Constitución y que le da pleno derecho medalaganario a hacer lo que su caprichosa mentalidad le depare en un momento determinado. Y que difundir estos puntos de vista en "¡Despertar!" es hacer "libelo", ello sólo sirve para aumentar las sospechas sobre las reales intenciones del ciudadano, no sabemos si dominicano o norteamericano, según los propios palabras de Rafael Hipólito Mejía.
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