Ni la Iglesia, ni el cristianismo católico o protestante, ni las Encíclicas o los Papas, son ni serán jamás infalibles

 

No cabe a nadie la más insignificante duda de que lo de la infalibilidad del Papa como de las encíclicas papales son invenciones fabulosas y presuntuosas de una institución que aunque proclamada divina y creada según sus beneficiarios por dios en la tierra para que ostente su representación entre los hombres, su Cardenal en Jefe del Santo Oficio que opera aún bajo el título de Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, ha reiterado la frase lapidaria que todos los papas colocan al frente de su cama y que dice así: "La Iglesia vive no sólo de oraciones".

Jottincito, el hijo de Jottin Cury, en su artículo "Las Encíclicas no se Equivocan" corrobora todo lo que acabamos de decir y vamos a continuar diciendo.

Superando lo de que las encíclicas son una equivocación en sí, hemos de abordar la elucidación del hecho de que toda la doctrina social expresada, desarrollada y difundida a través de dichas encíclicas tiene un carácter de fábula de carácter supersticioso y mágico-religioso sólo sustentable en las creencias fantásticas que crearon los antiguos pueblos en su primitividad más remota sin pensar jamás que lo harían para terminar siendo subyugados por ellas mismas. Siendo el papel de la Iglesia mantener a la humanidad y a los pueblos esclavizados por esas mismas fábulas que si se les ve colocadas en medio del atraso imperante al momento de su creación quedamos maravillados de la grandeza que muestra desde los inicios de su ejercicio la imaginación humana, pero cuando vemos que se pretende y en efecto se lleva a cabo el intentar mantener a la humanidad atada a aquellas primitivas e ignorantes manifestaciones salvajes como poder mediático para perpetuar la explotación imperio-capitalista y colonialista, entonces no hay duda que se trata de la más grande infamia.

Basta y sobra conocer la piedra angular sobre la que el creador de la doctrina social de la Iglesia, León XIII, formulara su encíclica Rerum Novarum para darnos cuenta que Jottincito es un farsante e irresponsable, o un charlatán, si no un estafador, y en el mejor de los casos un presuntuoso joven retardatario con un alto sentido del humor.

La Iglesia Católica reivindica para sí y por encima de todo la posesión de la autoridad soberana e infalible para juzgar y decidir sobro todos los problemas económico-sociales de la humanidad y de los pueblos. Y no cabe duda que Jottincito le reconoce y convalida esa absurda reivindicación que es piedra angular de todas y cada una de las encíclicas sociales de la Iglesia y de los papas.

Veamos lo que expresa Pío XI en su Quadragesimo Anno que es la conmemoración del 40 aniversario de la publicación por el Papa León XIII de su Rerum Novarum de 1891; dice Pío XI: "La Iglesia Católica tiene autoridad soberana sobre los problemas sociales y económicos… En efecto, por lo que a esas esferas se refiere, la verdad es que nos han hecho depositarios desde lo alto (entiéndase desde el trono donde supuestamente se encuentra su dios el rey supremo dirigiendo su plan maestro, N. de la R.) y nos han dado la muy grave obligación que nos incumbe de promulgar, interpretar y predicar, a despecho de todo, la ley moral (entiéndase que su obligación es velar para que lo que ocurra en la tierra se corresponda con el plan maestro de su dios, cuyos planos, materiales, caprichos, juegos, con vicios y virtudes todas se los reveló sin que nadie sepa cómo ni cuándo y ellos, los ostentadores del trono vaticano, no sepan ni puedan explicar cómo sucedió aquello, N. de la R.)" y agrega en su encíclica Quadragesimo Anno Pío XI que su dios (citamos) "somete" a nuestra autoridad suprema e infalible, entiéndase de los Papas, "el orden social y el orden económico".

¿Quién con dos dedos de frente y que se respete puede secundar la afirmación aventurera de Jottincito de que las encíclicas no se equivocan?

Sólo los fanáticos integristas y fundamentalistas católicos cristianos cuyos típicos representantes son los que hablan a favor y abogan por el teocratismo pueden colocarse a su lado y repetir las burradas de León XIII expresadas en la Rerum Novarum donde escribió: "Siendo la religión celosa custodia de la necesaria armonía entre la voluntad de dios y lo que hay en la tierra -que es la llamada por la Iglesia como ley moral, N. de R.-, que es a su vez el fundamento natural del orden social, resulta de ello que, para el ordenamiento de la sociedad, nada es más necesario que el restituir todo su valor a los principios religiosos".

Y este fanatismo religioso estúpido lejos de amortiguarse con el timepo se reafirma en el Pío XII, 65 años más tarde, igual a como lo hace lleno de arrogancia y prepotencia absurdas un cardenalito como el del patio Nicolás Hildebrando Borgia López Rodríguez cuando se mete en todas las instituciones estatales y da órdenes, hasta en las FF.AA., Junta Central Electoral, Congreso, escuela, industria y tal vez hasta en los centros de prostitución de todo tipo. Pero según Jottincito las encíclicas no se equivocan, son infalibles igual que sus creadores que son los papas.

En tanto León XIII establece: "La cuestión que se debate es de índole tal que, a menos que se acuda a la religión y a la Iglesia, no se le hallará jamás una solución eficaz" pues en las encíclicas se autoatribuyen las Iglesia y los papas el derecho a intervenir en todo lo de orden económico y social, y no sólo a intervenir, sino a juzgar y a decidir pues es su "competencia indiscutible,… juzgar si las bases de una determinada organización social concuerdan con el orden inmutable" dispuesto por dios.

Y esta mostrenca autoridad divina que se atribuyen poseer la reiteran Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II; no lo hizo Juan Pablo I por no haberle dado tiempo el Consejo Cardenalicio que lo mandó a mejor mundo con una sobredosis de "digital".

Por ejemplo, Pío X en su encíclica Singulari Quadam afirma que son atribuciones de la Iglesia, así como están para su entera autoridad la solución de los asuntos "de la naturaleza y duración del trabajo, a la fijación del salario, sobre las huelgas" que declara que "no son puramente económicas ni susceptibles en consecuencia de ser resueltas prescindiendo de la autoridad de la Iglesia".

Pero hemos de recalcar que otro tanto acontece con relación a las encíclicas y los avances de las ciencias, como es el caso por ejemplo de la clonación, el aborto, los transplantes, las vacunas, etc. A este respecto recordemos la actitud de León XII que en su encíclica de 1829 a raíz de la creación de la vacuna contra la viruela que mataba montones de gente en Europa, estableció: La viruela es un juicio de dios… por tanto la vacuna y la vacunación es un desafío a dios y al cielo y por ello quedan excomulgados los vacunados, y su inventor el inglés J. Jenner deberá ir al infierno.

Y todavía no hemos concluido, pues a estos presuntuosos carajitos como Jottincito que no respetan la ciencia, la cultura ni aman la verdad, hay que fuetearlos y patearles duro y sin piedad el trasero, dándoles las pelas merecidas que su padre, el tartufo Jottin Cury, por apoyador nunca le dio.

 

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