Iglesias católica y protestantes falsean la realidad poniendo a las víctimas como los verdugos

Pobreza, miseria y desigualdad no son causa sino efecto

Son los imperialistas, los ricos y los explotadores los que engendran y desarrollan la violencia y el terrorismo nacional e internacional

 

Es cada vez más escandalosa la postura recalcitrante que sustentan la Iglesia Católica, el Papa, así como el Episcopado dominicano y el cardenal Nicolás Hildebrando Borgia López Rodríguez, respecto a la problemática económica, política y social.

Así como debe saberse que el cristianismo como religión es una total falsificación, y que, por lo tanto, nada en ella posee un ápice de originalidad, no menos importante es la comprensión de que el cristianismo, tanto católico como protestante, jamás ha podido liberarse de la sombra nefasta de toda falsificación que son el engaño y el fraude. Si el judaísmo, una de sus fuentes, ofrecía el reino de dios aquí en la tierra para ser disfrutado en vida, la iglesia cristiana ofrece, en cambio, el reino de los cielos pero después de la muerte.

Cuando monseñor Arnaiz proclama, cosa que hiciera recientemente, que la causa de la violencia y el terrorismo son la pobreza, la miseria y la desigualdad, está tergiversando fraudulentamente la verdad de los hechos, y lo hace no en forma involuntaria, sino con plena conciencia no sólo de que está falsificando con fines de engaño, sino de que está sirviendo los intereses de los grupos que son la verdadera causa del terrorismo y la violencia, que no son ni la miseria ni la pobreza, ya que éstas son una consecuencia, son efectos y no causas.

Se trata de que la Iglesia Católica y la protestante, igual que todas las religiones, sirven los intereses de los explotadores y opresores imperialistas, colonialistas, burgueses y terratenientes.

Arnaiz, como ideólogo religioso, no pude dejar de actuar y formular teorías que no sean la expresión concentrada de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una época privada de espíritu.

Cada vez está más claro que son los monopolios capitalistas internacionales y su órgano social, que es la clase de la burguesía monopolista financiera, la portadora y representante causante de todo tipo de violencia y terror en la sociedad y el mundo, aún de aquellas manifestaciones de violencia y terror que se expresan como reacciones defensivas de las masas oprimidas y explotadas para contrarrestar, en medio de la desesperación, la violencia de que es víctima, y que se expresa en la explotación del hombre por el hombre; la violencia y el terrorismo que están contenidos en la obligación que se le impone a las masas de vivir en la misma miseria y en la más absoluta pobreza.

Es violencia terrorista de los burgueses, terratenientes e imperialistas lo que obliga, por ejemplo, a las grandes masas de explotados dominicanos a vivir, o mejor dicho a morir lentamente, día a día, por falta de un bocado de comida, ausencia total de agua potable, de un techo adecuado para protegerse de las inclemencias del tiempo; es poder del terror y de la violencia de los explotadores nativos y extranjeros lo que obliga a esas poblaciones enteras de dominicanos, por ejemplo, a vivir sumergidas en la tenebrosa oscuridad del analfabetismo y la ignorancia; es violencia terrorista la de esos monopolios imperialistas y el capital financiero al que estarían enganchados nuestros presuntuosos burgueses del patio cuando le niegan a las masas acceso a la salud y a la atención médica, lo mismo que a los medicamentos.

Y todos y cada uno de esos monstruosos actos de terrorismo y violencia no son engendrados ni protagonizados por los pobres ni por los sufrientes de la miseria, sino por los máximos exponentes de las riquezas y el confort, luego, carece de rigurosidad científica, está reñida con la verdad y es inmoral de pies a cabeza, decir con fines perversos que es la miseria y la pobreza lo que genera la violencia y el terror.

Son los imperialistas, los ricos, los explotadores, los que engendran y desarrollan no sólo el terrorismo nacional e internacional, sino los que generan y aportan tanto las desigualdades como los niveles de miseria y pobreza.

Y precisamente es a aquellos intereses imperialistas y colonialistas, explotadores y saqueadores de países y pueblos, a lo que responde la iglesia, sea católica o protestante, y su papel es falsear la realidad poniendo a las víctimas como los verdugos, y a los verdugos como víctimas, pues tal es la función del cristianismo, por eso es la mejor prueba de que la religión es el opio de los pueblos.

 

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