La perversidad contenido en la infame consigna borrón y cuenta nueva de Bosch

 

Bosch había llegado al país, tras acuerdo con Balaguer, con quien se reuniera en Miami en un hotel en la Park Avenue de Miami el 22 de septiembre del 1961, a solas junto a Rodríguez Demorizi, tal y como corrobora don Angel Miolán (que no tuvo acceso directo a dicha reunión) en su obra “El perredé desde mi ángulo”, en la que reconoce los acuerdos para, con “borrón y cuenta nueva” implementar en el país el trujillismo sin Trujillo y el trasiego, si las circunstancias lo ameritaban, del trujillismo organizado en el Partido Dominicano al PRD. Esto se encuentra narrado desde la Pág. 383 hasta la Pág. 386 de la citada obra.

En base a esos acuerdos con Balaguer, a Bosch se le hizo fácil ganar las elecciones del ’62 en alianza o apoyado por las fuerzas del Partido Dominicano. Llega al gobierno que sólo dura 7 meses, pues las FF.AA. reclaman para sí la herencia dejada por Trujillo. Y Bosch había ganado con votos prestados.

Manolo Tavárez Justo, rodeado de un grupo sin formación política y de muy escaso desarrollo intelectual, con contadas honrosas excepciones, grupo al que el mismo Manolo Tavárez se había entregado, del que formaba parte activa y en el que, equivocadamente, se había refugiado en su aislamiento respecto a su propia original clase social, que eran los estamentos superiores de la pequeña-burguesía o burguesía emergente, no hubo posibilidad de que el sentido común y la sensatez predominaran tras el derrocamiento de Bosch en septiembre del ‘63 aun cuando, no cabe la menor duda, de que hubo instantes en que la lucidez dio muestras de poder imponerse, finalmente Manolo Tavárez Justo no tuvo fuerzas para reaccionar y se dejó arrastrar a las vorágines de la aventura, en reflejo de su inmadurez y como para salir del paso y quedar bien con todo el mundo. Los aventureros pequeño-burgueses estaban alienados por sus afiebradas ilusiones y creyeron que en esta ocasión nadie se les alzaría con la gloria de “la hazaña”, de su hazaña, tal y como apreciaban que había sucedido con la muerte del tirano dictador Trujillo y la salida de Ramfis Trujillo y Joaquín Balaguer a fines del ’61.

Lo único es que a la insurrección no se juega, como bien establece Lenin. Y quienes lo han intentado a lo largo de la historia, casi siempre han pagado hasta con su propia vida y esto en el mejor de los casos.

Marx, en su introducción a la Filosofía del Derecho de Hegel escribió: “... en la refriega no se trata de saber si el enemigo es un enemigo noble y del mismo rango, si es un enemigo interesante, sino que se trata de zurrarle”, y hasta este principio elemental fue ignorado, cosechando los protagonistas de su desventurada acción insurreccional prematura la trágica enseñanza de la falta total de nobleza del enemigo, así como que su naturaleza criminal, conformada en una larga práctica durante 33 ininterrumpidos años de terror, que era la esencia misma de la dictadura que le diera origen, no había cambiado, que seguía siendo la misma, como lo sigue siendo hoy en el 2002.

No cabe duda de que hubo fuerzas y personajes interesados en forma particular en que Manolo Tavárez Justo fuera sacrificado. De entre los allegados a Manolo Tavárez Justo, se salvaría Leandro Guzmán, que no participó en la insurrección y en la que nunca creyó. Y a éste hay que excluirlo de todo interés particular en la muerte de Manolo Tavárez. Por lo menos eso es lo que creemos.

Nos consta que éste (Manolo Tavárez), en un inicio, tras el Golpe del 24 de septiembre del 1963, prefirió refugiarse en la Embajada de México, de la que saldría por las presiones ejercidas sobre él en forma de chantaje por Fidelio Despradel Roque y de Polo Rodríguez Sánchez, cuyo hermano menor, en cambio, Marco Rodríguez Sánchez, que había recibido por lo menos 10 cursos de entrenamiento militar en casi cada uno de los países del ex bloque socialista y Cuba, se negó rotundamente a participar en aquella acción de tan trágico como doloroso desenlace.

“Si no sales de esa Embajada y te pones al frente de esta insurrección, te habrás suicidado política y moralmente”, le repetía Fidelio Despradel al atolondrado y confundido Manolo Tavárez Justo, refugiado en la Embajada de México. Y a la vez Fidelio Despradel hacía que cada uno de los miembros del Comité Ejecutivo Central del 14 de Junio partidarios suyos, como son los casos de Juan Miguel Román, Rafael Cruz Peralta y Luis Genao Espaillat hicieran otro tanto.

Fidelio Despradel se mostró todo el tiempo plenamente convencido de la “validez de esa acción insurreccional”, aunque aún 39 años después se duda que esa validez tuviese que ver algo con el interés y el punto de vista revolucionario y anti-imperialista, sin que Fidelio Despradel pueda demostrar lo contrario, y no valieron los razonamientos ni los múltiples y variados intentos para que se desistiera de aquello que, más que una insurrección, era un suicidio como aventura. He aquí una pregunta: ¿para quién ha trabajado y sigue trabajando Fidelio Despradel Roque, el hijo de Arturo Despradel?

Hipólito Rodríguez Sánchez estaba comprometido con los cubanos en llevar al 14 de Junio y a Manolo Tavárez a la insurrección. Había sido el puente entre el 14 y los cubanos. A Polo se le hacía difícil percatarse de la validez o falsedad de su pensamiento, esto es, si se correspondía o no con la realidad y la lógica interna de su propio desarrollo. Polo Rodríguez, todo el mundo que lo conoció sabe que era un portador de graves problemas de carácter sicológico y siquiátrico propios de la esquizofrenia.

A nuestro modo de evaluar aquella acción a la que concurriera Manolo Tavárez Justo, se trató de un grave error ideológico-político pequeño-burgués aventurero que bien ha podido, si se le quisiera estudiar críticamente, aportar las lecciones necesarias para romper con un pasado que ata irremisiblemente a los revolucionarios actuales al carro de la burguesía contrarrevolucionaria y que, a través del proceso crítico, le podría servir dicho camino a los revolucionarios socialistas marxista-leninistas para emprender un camino propio buscando las fuerzas que han de aportar un reordenamiento económico-social real y que sólo pueden provenir del pueblo. Sin embargo, ante esa desventurada acción trágica, no faltan los que desde el momento en que se llevó a cabo hasta la fecha tratan de eternizarla y absolutizarla, sublimándola sin enfatizar en su carácter marcadamente errado; tragedia en cuyo montaje se violentaron todos los preceptos a tomar en cuenta a la luz del materialismo histórico y la experiencia revolucionaria de los pueblos a lo largo de su desarrollo, y cada año, para esta fecha, nos encontramos con el triste y doloroso espectáculo de que no faltan esos que hacen caso omiso de estos aspectos, puesto que de esa aventura, la forma subjetiva y romántica de su ponderación y aceptación sacralizada tal y como esos oportunistas la presentan, éstos siguen sacando y ya han sacado prolongados beneficios económicos, políticos, sociales, contrarrevolucionarios y anti-marxista-leninistas, amen de su impunidad, y, en efecto, nos han hecho consagrar que jamás hemos de olvidar que “La historia es concienzuda y pasa por muchas fases antes de enterrar las viejas formas. La última fase de una forma histórico-universal es -siempre- su comedia”, Marx.

 

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