La
realidad mundial reafirma cada día la validez de la certera teoría
leninista sobre el imperialismo Al
zafacón la mercenaria teoricucha del fin de la historia Los
que conjeturaron un cambio esencial en la época con la derrota definitiva
del social-imperialismo soviético, apadrinado por el revisionismo
oportunista resultante de la traición de la camarilla soviética al
marxismo-leninismo, cambio supuesto e imaginario al que le atribuyeron
haber conllevado el fin de la historia y la patentización del eterno sueño
dorado de los capitalistas, que no es otro que la eternidad e inmortalidad
de dicho régimen de explotación, de paso, dieron por descontado, a través
de falsos supuestos e hipótesis sin fundamentos reales, la desaparición
de las clases y de la lucha de clases, proclamada justa y científicamente
como el motor de la historia en el largo período histórico de la
civilización, que abarca desde la esclavitud hasta el régimen
capitalista, a la vez que se colocaban al lado de la descabellada hipótesis
que hacía, por arte de magia, confundiendo deseos e interés con la
realidad, desaparecer de paso la explotación del hombre por el hombre, o
más bien, declaraba inexistente la explotación de los trabajadores por
parte de los dueños de los medios de producción; en otras palabras, de
la clase obrera por parte de la burguesía que explota, oprime y contriñe,
además, a todas las demás clases, capas y estamentos no burgueses de la
sociedad, incluidos a los campesinos pobres, medianos y hasta a campesinos
ricos en cierta medida, a través de los préstamos bancarios y las
hipotecas, etc., así como a los extensos segmentos de las capas medias
que abarcan desde los simples artesanos, profesionales, cierto tipo de técnicos,
pequeños, medianos y hasta productores independientes acomodados y ricos,
pero dentro de determinados límites. Así,
colocando hipótesis falsas sobre otras no menos falsas y sucesivas hipótesis
también falsas, labor en la que aún continúan, crearon, lo que puede
denominarse con toda exactitud y precisión, un mundo virtual, esto es,
imaginario. Alegre
y desaprensiva, pero no menos hipócritamente se inclinaron, como sinceros
burgueses explotadores, a no querer ver la realidad concreta y aplastante,
establecida y conceptualizada por el genio proletario socialista de Carlos
Marx, de que en el régimen capitalista, mientras la producción es social
y éste es un proceso creciente con el mismo desarrollo incontenible del
capitalismo, por lo que dicha producción es cada vez más socializada en
todos y cada uno de los aspectos, la expropiación de los productos de la
producción es cada vez más individual, no ya por personas aisladas, sino
por los consorcios monopolistas que actúan como si fuesen una sola
persona. Con todo esto, el despojo y la enajenación de los verdaderos
productores, que son las clases trabajadoras, se acentúa hasta límites
inconcebibles, y con ello crece y ha de seguir creciendo indefinidamente
la depauperización de las masas trabajadoras, su proletarización, su
empobrecimiento y su nivel de miseria se hace así cada vez mayor. Indudable
es que esta realidad no puede eliminarse con un simple acto de magia, ni
mucho menos elaborando hipótesis fantasiosas. Si
las guerras y la violencia que caracterizan a dichos procesos, son el
resultado de la lucha por esos intereses de seguir obteniendo y adueñándose
como riquezas, del fruto de la plusvalía, que no es más que el tiempo
trabajado por los obreros o productores reales y dejado de pagar por parte
de los capitalistas, es indudable que las luchas de clases, las guerras y
los mecanismos creados por las clases explotadoras, como es la maquinaria
estatal burguesa e imperialista destinadas a la explotación de países y
trabajadores, han seguido existiendo y funcionando conforme a su
naturaleza y el interés de clases que los ha engendrado. La
criminalidad de la soldadesca imperio-capitalista sobre Irak, las torturas
que se ha comprobado llevan a cabo sistemáticamente sobre los patriotas
de Irak y de cualquier parte del mundo, es un mentís categórico y
definitivo a todas aquellas fábulas e hipótesis que sintetizan en la estúpida
fórmula del samurai nipón Fukuyama, del fin de la historia que, como es
lógico, fuera tan celebrada a partir de la década del ‘90, pero que ya
desde poco tiempo de cocinada ha sido descalificada como un absurdo
disparate y enterrada junto a tantos mitos e inventos disparatosos,
creados por estafadores, mercenarios y ambiciosos desaforados que ya no
encuentran las nuevas formas para tratar de acreditar la continuación de
la explotación y opresión de las clases y países trabajadores, que
siguen persistiendo en desplegar sus inextinguibles luchas contra sus
verdugos imperio-capitalistas y nativos.
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