Benito de la Rosa Carpio –la loca– al estilo comadre de patio quiere ocultar Iglesia Católica es un emporio comercial a costa del pueblo-país dominicanos y que acapara usurpando todo el poder estatal para seguir succionando la sangre y las riquezas del país

 

Pues bien. El obispo Ramón Benito de la Rosa Carpio dice: “Yo me fui enterando que había grupos que decían que la Iglesia Católica tiene demasiado poder, pero nosotros sabemos que es un poder absolutamente moral, porque ni poder económico tiene la Iglesia”.

No cabe duda que lo del Presidente del Episcopado dominicano, Ramón Benito de la Rosa Carpio, es un estilo típicamente de una loca, que es como todo el mundo sabe se llama a los hombres que viven el vicio del mundo del fandango, quienes a todos los asuntos les dan ese tono de chisme de mujeres de patio: “Y yo me fui enterando…”.

¿Quién duda que la Iglesia Católica, parasitariamente, recibe del presupuesto y los recursos del Estado dominicano todo lo pertinente a su mantenimiento económico, que cabe decirse no es sólo mantenimiento de sus gastos de seminarios, conventos, iglesias, catedrales, parroquias, politécnicos, centros de asistencias infantiles, de ancianos, de la Plaza de la Salud, etc., sino además del salario correspondiente para cada sacerdote, pues de hecho todos están incorporados al Vicariato Castrense y, por esta vía, ostentan rangos militares de tenientes hasta oficiales de alto rango, y donde todos los obispos ostentan el rango desde general de brigada hasta mayores generales, como son el cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, De Moya, el obispo de San Francisco de Macorís y otros más?

Y esto no es una especulación ni tampoco un ejercicio mental de cálculos y estimados, sino que monseñor Eduardo Ross, el Vicario de la capilla del Palacio Nacional de gobierno en el año 1959, en su charla en el auditorio del partido del dictador Trujillo, establecido en el edificio donde hoy opera Color Visión, en los finales de la San Martín con Tiradentes, no tuvo empacho en decirlo y reconocerlo así, afirmando: Este Concordato es único, es sui generis, y aunque ha sido establecido tomando como modelo el del Generalísimo Franco y la Iglesia Católica-Vaticano en España, el de Trujillo con la Iglesia Católica-Vaticano lo supera, pues éste es sui generis, único en su género, ya que a partir de él, todos los gastos corrientes y extraordinarios de la Iglesia, ya sea en que ésta incurra o disponga para invertir, son y serán cubiertos por el Estado dominicano.

Todo el mundo aquí, en este desgraciado y miserable país, sabe y conoce que la Iglesia Católica recibe del Estado todo ese poder económico, y que la Iglesia Católica está íntima e indisolublemente vinculada con todas las inversiones extranjeras, particularmente del capital negrero español, que es un capital básicamente de la mafia sagrada del Opus Dei.

A raíz del estallido del escándalo del fraude efectuado por Ramón Buenaventura Báez Figueroa (Ramoncito) y su banda a través de Baninter, pues la estafa de éstos sobrepasó los 2,000 millones de dólares, la Iglesia Católica dominicana fue conmocionada y estremecida en sus altas instancias, puesto que, el cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez concurrió, igual que el hampa política que tipifica el actual Presidente del Poder Ejecutivo, Leonel Fernández, y otros grupos no menos mafiosos, como los del corrup-Partido Reformista Social Cristiano del tirano alimaña, Hatuey Decamps, etc., a solidarizarse con el delincuente financiero más grande conocido en el país y con su mentor, Alvarez Renta, un ideólogo de todas las cosas que a nivel de las finanzas internacionales efectúa la mafia sagrada, sinónimo de Opus Dei.

Por cierto, el jet en que el Cardenal efectuaba sus viajes a Europa, a Venezuela, para conspirar contra Hugo Chávez, a través del gángster Cardenal José Rosalío Lara, cabecilla del Episcopado venezolano que se ha identificado como un órgano al servicio de la corrupción de los gángsteres adecos de Carlos Andrés Pérez, de los golpistas como Carmona, de los otros gángsteres socialcristianos de los copeyanos, y por sobre todo como agentes del imperialismo norteamericano y sus consorcios monopolistas, puestos en jaque por las medidas nacionalistas populares de Hugo Chávez Frías, conjurando la pobreza e incorporando a las masas de pobres venezolanos al usufructo de las riquezas nacionales, de las que anteriormente eran marginados, ese jet privado, ¿acaso no era el de Alvarez Renta, hombre de absoluta confianza de la Iglesia Católica-Vaticano?

Mientras tanto, el otro grupo de obispos, integrados por casi todos los del Episcopado, con las excepciones conocidas pues son hombres del Cardenal en cuerpo y alma, se apertrechaba, junto con ese mismo Ramón Benito de la Rosa Carpio, detrás de Alejandro Grullón, que fuera el banquero que más alentó el descalabro de su competencia Baninter-Báez Figueroa, demostrándose que la Iglesia Católica en el país, como en Roma, es la gran ramera que sólo está donde hay cuartos y que su himno y hosanna principal es el perico ripiao de: Por los cuartos baila el mono.

Pero una vez que el régimen gangsteril del rufián Rafael Hipólito Mejía fue derrotado en sus pretensiones reeleccionistas, para el grupo del Popular, del Presidente de los banqueros altagracianos, las cosas se tornaron difíciles, pues no sólo la mafia de Ramón Buenaventura Báez Figueroa con el gobierno de Leonel Fernández y los pelegatos se tomaron la iniciativa que encuentra el tener el Poder del Estado en las manos, sino que con la caída de Quirino Paulino Castillo, en lo que parece desempeñaron un papel importante Ramón Buenaventura Báez Figueroa-Baninter, al grupo Popular y a Alejandro Grullón, las cosas no le han salido del todo bien, ya que algo más que rumores lo vincularon con las preferencias bancarias del zar narcotraficante caído preso y creado una cosmovisión igual a un tsunami o al paso del huracán Katrina por Loussiana.

Así que, lo del poder de la Iglesia Católica no es un rumor falso, sino que es la pura realidad, hasta el extremo de que el Estado dominicano más que un Estado civil, soberano y libre, es un adefesio teocrático en el que la Iglesia Católica ha secuestrado la soberanía estatal e impone, con el Concordato, Vicariato Castrense y Patronato Nacional San Rafael, una suerte de fideicomiso religioso-mafioso sobre el Estado nacional.

Su poder económico descansa en piedras de igual naturaleza, venales, corruptas y por sobre todo, parasitarias y oscurantistas, de ahí su carácter infame. En cuanto a que el poder de la Iglesia Católica, según desvaría con su típico estilo de loca Ramón Benito de la Rosa Carpio, es sobre todo un poder moral, había que preguntarse, ¿y qué moral pueden tener los que viven parasitariamente a costa de una población que se muere de hambre, miseria y vive bajo la más espantosa ignorancia y bajo las inclemencias del más patético proceso de envilecimiento sometido precisamente desde hace 75 años con la mayor intensidad de acción por parte de esa misma Iglesia? ¿Acaso sabe de moral la Iglesia Católica? ¿De qué moral puede vanagloriarse o jactarse esta nefasta institución?

 

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