La injusticia dominicana con la Suprema, el ministerio público y la prensa venal orquestan impunidad para Benito de la Rosa Carpio y sus legiones de curas depravados y degenerados

 

Al corrupto obispo católico Ramón Benito de la Rosa Carpio, que lo es, al igual o más que cada uno de los que integran ese cáncer que agota la vida de la República Dominicana y del pueblo dominicano del que viven parasitariamente, que es el Episcopado e Iglesia Católica-Vaticanista, puede, con el cinismo que le cubre como una concha de rinoceronte, burlarse del mundo y seguir en lo suyo con expresiones como esa de que mientras haya un cristiano católico habrá que luchar contra la corrupción, y decir que ésta es mala dentro y fuera de la Iglesia Católica, cuya ambigüedad es lo suficientemente clara como para llegar a entender que los sacerdotes católicos cristianos jamás dejarán a un lado su condición de pedófilos, traficantes de engaños y oscurantismo, de vividores y subyugadores de la humanidad, como lo han sido desde que el sanguinario Constantino I declarara al cristianismo religión oficial del Imperio Romano.

Benito de la Rosa Carpio, que conocía de antemano que la Corte de Apelación de San Pedro de Macorís, aunque revocaría en su sentencia el escandaloso dictamen del tribunal de su sobrino Sánchez Carpio de Higüey, que establecía como un delito común las bestialidades monstruosas de violaciones, aberraciones, prostitución y bestialización de más de 200 niños, infantes desde 5 años hasta 10 y 12 cuando mucho, de que fueron víctimas durante su Obispado en la Diócesis de Higüey, no lo incluiría a él que, insistimos, es el primer protagonista de esos hechos espeluznantes, y que reclamamos que se desarrolle una verdadera investigación, empezando por las preferencias y hábitos sexuales del mismo Ramón Benito de la Rosa Carpio, que todos y cada uno de los obispos en el país las tienen, así como un historial concreto al respecto, que es por lo común conocido de muchos.

No hay que ser un experto ni un suspicaz habitual con una paranoia persecutora de gay y pedófilos para captar el amaneramiento y afemeninamiento de Ramón Benito de la Rosa Carpio y de no pocos de sus familiares para sospechar que se trata de un mal de familia, que se reproduce en serie.

El que Ramón Benito de la Rosa Carpio buscó salir ahora con su denuncia de una supuesta campaña de nosotros contra la Iglesia Católica-Vaticano, la cual desde siempre hemos asumido como una tarea impostergable y de principios, pues la religión no es más que una droga y opio de los pueblos, como se atribuye a Carlos Marx, se debe a que ya conocía la sentencia, que ahora recientemente se ha dado a conocer, de la Corte de Apelación de San Pedro de Macorís, una vez que Iglesia Católica y Episcopado es uno de los siniestros poderes que controlan la justicia en el país, al igual que todos los demás poderes y áreas de actividad del Estado dominicano, impidiéndole que sea un Estado dueño de sí mismo, soberano y libre. Y que fueron las influencias de la Iglesia Católica en la Judicatura y en el Ministerio Público, cuyo incumbente, Francisco Domínguez Brito, además de agente de la Embajada norteamericana, es un reconocido miembro supernumerario del Opus Dei, igual que otros hermanos suyos que se reparten funciones en todas las instituciones de la Iglesia Católica, incluida la Plaza de la Salud, que el Estado le financia como un negocio personal al Cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez.

¿Qué moral? ¿De qué poder moral habla sin atenerse a la realidad de los hechos que describen con lenguaje contundente y mudo cómo la Iglesia Católica, aparte de que sus legiones de curas son bandas de depravados y degenerados, además de que la Iglesia Católica actúa para desintegrar la nación dominicana, aparte de todo eso, esa Iglesia Católica sólo está movida por el afán de acumular riquezas y bienes materiales, arrebatándoselos a los pueblos que, como el dominicano, entre todos los que se encuentran subyugados por la Iglesia Católica, ven cómo las escuelas públicas se caen a pedazos, mientras a la Iglesia Católica el Estado le entrega sumas multimillonarias para la construcción de cada vez más escuelas privadas de la Iglesia Católica, pero cuyos gastos de un todo siguen a cargo del Estado dominicano. Que otro tanto ocurre con el caso de las universidades, lo mismo que con los hospitales e instalaciones que la Iglesia Católica ha logrado arrancarle transitoriamente al Estado, y que luego reclaman cantidades de 40 y más millones para devolverlas al Estado y éste pueda destinarlas a obras de interés humanitario y social, como ocurre en el caso del Hotel y la Escuela Hotelera en Puerto Plata, que la comunidad reclama para un hospital público infantil para la región y las autoridades de la putamaima y el Episcopado que preside Ramón Benito -La Loca- de la Rosa Carpio, reclaman que les paguen cerca de 40 millones para entregar ese local; o si no el escándalo del Aeropuerto Cibao, donde el perverso rufián y gángster Rafael Hipólito Mejía les regaló cientos de millones de pesos en acciones que les reportaron el pasado año más de 40 millones de beneficios; o bien el caso del Home, cuyo primer accionista, junto a muchos parásitos civiles revestidos de la condición falsa de inversionistas, es el Episcopado, que preside ese funesto y amanerado Ramón Benito de la Rosa Carpio, al que el irresponsable e inepto Leonel Fernández, mafiosamente le ha regalado 25 millones de dólares, cerca de 80 millones de pesos, aparte de otros 20 millones de dólares por otro lado, para sumar un total de 47 millones de dólares -para ese centro hospitalario privado- en tanto los hospitales públicos están de palo pa’leña, como ha venido cacareando, pues no se trata más que de actos demagógicos del charlatán Bautista Rojas Gómez, nuevo incumbente que sustituye al Barcino -sinónimo de gato ladrón- Báez?

Es a esto, que no se engañe nadie, a lo que los sujetos cínicos y parásitos como Benito de la Rosa Carpio le llaman poder moral de la Iglesia Católica.

La acusación contra nuestro Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO) lanzada por Benito de la Rosa Carpio, de que tenemos una campaña contra la Iglesia Católica, la cual, insistimos y subrayamos que no la negamos, pues del Concordato, el Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael, que el dictador Trujillo le impuso al pueblo y al país para consolidar el parasitismo de la Iglesia Católica, de los curas y el Papado (Vaticano) sobre nuestras espaldas, reclamamos sean disueltos, y que el país recupere su condición de Estado libre y soberano, recuperando así su soberanía estatal perdida.

Pero queremos destacar que no operamos con calumnias, ni con mentiras, sino con hechos comprobados; que quienes operan con las mentiras son las legiones de curas y la Iglesia Católica, como todo el cristianismo.

Empezando por sus engaños oscurantistas de la creación, de sus disparates mágico-religiosos de dios padre, hijo y espíritu santo. Como también se vio y lo comprobamos cuando, tratando de atajarnos, montaron la falaz campaña del satanismo, la cual se la matamos en la funda, pues si no hay ni existe dios, que no es más que una invención de la imaginación del hombre, pues por lógico razonamiento tampoco hay diablo ni existe Satanás.

Es con lógica y razón, bajo la guía del materialismo dialéctico e histórico que operamos. Lo de las intrigas y calumnias es cosa del cristianismo y de la Iglesia Católica.

 

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