Mario Vargas Llosa en su espejo:

Un panfletón novelado de cartón, sin savia ni substancia, sin raíces en la realidad histórica verdadera, sólo un espantapájaros de latón

 

Ahora que en nuestro país acaba de ser vista en estreno la película que pretende ser el reflejo de lo que la mentalidad escabrosa, y no cabe duda aberrada, del señor Mario Vargas Llosa percibe, esto es según este señor, fuera la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina, no nos extraña que los apologistas de esos despreciables mercenarios salgan poniendo énfasis en trivialidades, como la supuesta gran actuación personal de los actores, y cómo éstos se sienten satisfechos en su depravado alter ego.

Y ello nada nos extraña si se recuerda que en lo que se enfatizó no fue en la validez humana ni histórica del panfletón novelado ése, al momento de su publicación, pues es huérfano de ambos aspectos, y se sobredimensionó que dicho sujeto dice que ésa es su novela, su forma personal de él ver las cosas, dejando así abiertas de par en par las puertas de la auto-admisión de que aquello tiene muy poco, casi nada o sólo recoge algunos elementos de perversión personal del protagonista de la Era de la dictadura, que sería lo que sedujo y saturó lo que es el meollo de la mentalidad de Vargas Llosa, que no cabe duda que es su morbo, reflejo de una patética mentalidad decadentista personal suya. Y busca lo mismo en otros cuantos personajes que escenifican la degradación moral-personal del entorno de los cortesanos del dictador. No cabría la menor duda que lo justo es reconocerle la validez personal de su obra bajo la sentencia legendaria de que de la abundancia del corazón habla la boca, y efectivamente ése es y no otro el miserable mercenario que escribe para vivir, la sabandija Mario Vargas Llosa.

El truco diversionista con fines publicitarios utilizado por los negociantes socios de Vargas Llosa sería tratar de lograrlo con un lenguaje liberal en el que abundan expresiones que a los ojos y frente al altar de hipócritas mentalidades seudo-puritanas parecieran escandalosas, y todo con el fin expreso de que el centro del debate no fuera el contenido y el significado, o sea, el valor histórico-cultural y humano del panfletón novelado del ridículo mercenario que es Vargas Llosa, quien no cabe la menor duda en ese panfletón quedó, de pies a cabeza, retratado.

Después de conocer la página en Internet de su gran amigo, y todavía más depravado y degenerado aún, el bisexual y homosexual, a lo que al parecer deliberadamente empujó a su misma familia, compuesta por su mujer y sus dos hijas, Jaime Bayly, a cualquiera se le ocurre concluir que el guión aberrado y degenerado seguido por Vargas Llosa para elaborar dicho panfletón novelado suyo, recargado de depravación como su único y más sobresaliente rasgo, fue elaborado más bien por Jaime Bayly.

Es que en el panfletón escrito por Vargas Llosa, a lo que llamó novela, que es más exactamente una escenificación de las repulsivas inquietudes depravadas que lo mueven, lo atraen y lo impulsan, no cuenta y como tal no se ventila, la condición de capataz y matón sanguinario de Rafael Leonidas Trujillo Molina, al servicio de los consorcios monopolistas norteamericanos, ya que, como bien recogió en su formidable relato Corpito Pérez Cabral titulado “el ladrón de San Cristóbal”, Trujillo fue desde el 1916 un agente desalmado al servicio de la soldadesca invasora del imperialismo norteamericano, lo cual en ningún momento dejó de ser; sino sólo y únicamente cuando, ya después de 26 años sirviéndoles, sus amos norteamericanos decidieron aplicarle la fórmula del limón, de exprimirlo y echar el gollejo en el zafacón, o la otra, de matar al burro después que nos saca el agua del pozo, puesto que ya a los norteamericanos les resultaba más conveniente, para fines de mercado capitalista, prescindir de su lacayo y sirviente criminal incondicional ya que, como consta en el refrán: el amor y el interés se fueron al campo un día, y más pudo el interés que el amor que le tenía.

Lo mismo resulta en lo atinente al aspecto de que el dictador y sanguinario tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina fue tan sumiso al imperialismo como a la Iglesia Católica-Vaticano, S.A., de los que reclamaba el título, igual que Carlomagno, Justiniano y otros carniceros bestiales, de Benefactor de la Iglesia. Esas perversas y siniestras relaciones o maridaje espurio de Trujillo y la Iglesia Católica-Vaticano para ese fantoche de Vargas Llosa ni cuentan ni tienen importancia histórica, cultural ni humana. Y no cabe duda de que poco faltó para que la Iglesia Católica lo hiciera, esto es, le diera al dictador el título de su Benefactor, si no hubiese sido por el hecho de que el lacayo, ladrón y asesino, Rafael Leonidas Trujillo Molina, sólo tenía instintos criminales, pero ninguna capacidad de discernimiento ni de previsión y culturalmente, por más poses ridículas que adoptara y por más miserables intelectuales que buscara para que le rodearan, era un cero a la izquierda, todo lo que fue utilizado, con la labor mediática de perversos, como la sabandija Joaquín Balaguer, para llevarlo a firmar el infame e hipotecario contra el país Concordato de 1954 con el Papa de Hitler, Pío XII, sin nada seguro a cambio ni en mano y conformándose, como un imbécil, con el saco de promesas de la Iglesia Católica y sus dignatarios, formuladas éstas más en forma insinuante que directamente.

Por ejemplo, tras firmarse el Concordato en el 1954, acto seguido se procedió a que el Congreso Nacional aprobara un ramillete de leyes desmenuzando, para cada área, el Concordato, y dándole así carácter de obligatoriedad y compromiso para todo el país respecto a dicho monstruoso adefesio.

Pero aún hasta el ‘58, esto es, del ’54 al ‘58, no se habían firmado todavía los contratos ni los acuerdos del Vicariato Castrense ni del Patronato Nacional San Rafael. Así, la Iglesia Católica y sus terroristas del Opus Dei, vía la dictadura fascista de Francisco Franco en España, dieron a la publicidad, bajo la pluma de un oscuro historiador católico enviado expresamente al país para reordenar la historia del Episcopado de Santo Domingo, lo que sería el balance de la gestión del agente de Mussolini que habría sido jefe del Iglesia Católica-Vaticano en Santo Domingo, el siniestro ciego, el obispo monseñor Pittini.

Dicho balance, hecho público en la historia del Episcopado dominicano, readaptación y corrección de la obra originalmente hecha por Carlos Nouel, el padre del obispo monseñor Nouel, y como se puede leer en ella, la misma no es otra cosa que un paquete de alabanzas y cobas, más ensalzamiento y gratitud, de la boca para afuera, de la Iglesia Católica hacia el dictador Trujillo.

Habiendo obtenido la Iglesia Católica el Concordato, el Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael, los cuales son tres formidable empresas parasitarias suyas a costa del pueblo y la nación, por lo que los tres acuerdos esos se pueden resumir llamándolos: “el testamento del dictador Trujillo para la Iglesia Católica-Vaticano”, ahí mismo ésta se erigió en el medio predilecto por los norteamericanos para arrancarle la cabeza a Trujillo, creando una situación que le permitiera a sus agencias de espionaje, como la CIA, el FBI, Embajada yanqui, llevar a cabo su acción que culminó el 30 de mayo del 1961.

Para el pueblo dominicano, para la nación dominicana y para compatriotas ciudadanos de este país, igual que de cualquier parte de América Latina y del mundo, tanto las aberraciones sexuales del dictador y tirano como de su claque, que era su entorno, son cuestiones sin importancia decisiva para la verdadera solución de nuestros problemas y quien intenta sobredimensionarlas y potencializarlas -esto es aquella aberraciones sexuales- como lo más sobresaliente, cae indudablemente en el ridículo, como resulta con Vargas Llosa y su séquito, o bien queda evidenciado en su real podredumbre al servicio de las tiranías y del imperialismo, como es el caso de Vargas Llosa y su claque repetimos, buscando la entretención y desviación del interés y la atención y preocupación de los pueblos de las cuestiones vitales que, como el nuestro, su fin es alcanzar la solución de sus males y de sus problemas económicos-sociales y culturales, rescatando su condición de fuente de la democracia y dueño de su autodeterminación y de su destino, para lo que necesita y requiere efectuar la síntesis crítica y realista de sus experiencias históricas negativas y positivas, buenas y malas. Y no hay nadie, que no sea un agente del imperialismo mundial y de los verdugos de los pueblos y en particular del pueblo dominicano, como es el caso de Vargas Llosa y su claque de depravados dominicanos que le hacen coro y le celebran sus aberraciones y su aberrada mentalidad de vividor, sátiro, parásito, mercenario y desalmado, un aberrado, como su íntimo amigo y estrecho colaborador, el tal Jaime Baily, cuyo empeño es querer dar la distorsionada imagen de que en el dictador lo más importante eran sus aberraciones sexuales, lo cual es una vulgaridad desviacionista para no tener que pasar a poner al descubierto la verdadera raíz y el verdadero carácter del dictador Trujillo y su entorno de verdugos económico-sociales, políticos, militares, policiales, culturales y espirituales del pueblo dominicano.

La negativa y terrible experiencia de los 31 años de dictadura de Trujillo y su jauría de hienas criminales de dos patas, bendecidas por la Iglesia Católica y sus legiones de sacerdotes y monjas, como cebadas, protegidas, instruidas y acicateadas por el imperialismo norteamericano, no puede significar el conjunto de aberraciones y depravaciones que se ocupa de orquestar Mario Vargas Llosa para ensalzarlas y propagarlas mas que denunciarlas y combatirlas, pues es su fomentación y no otra cosa lo que se busca cuando se calla, se oculta o se pretende ignorar el contenido y el carácter de capataz del imperialismo yanqui y de sus monopolios y políticos del dictador y tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina, o bien se calla y se pretende borrar, con un tenebroso y espurio silencio cómplice, la coparticipación y beneficios, que aún perduran, que dicha dictadura tiránica le reportara a la Iglesia Católica-Vaticano.

Lo mismo que al actual conglomerado de la parasitaria clase que detenta los diferentes estamentos de Poder del Estado dominicano.

Las gentes que lucharon y se enfrentaron a esa dictadura, en representación de la dignidad y grandeza del pueblo dominicano en su brega ininterrumpida por la obtención de su emancipación, que parte del ejercicio de la autodeterminación y la libre determinación del pueblo; los que no tuvieron reparos en abonar la tierra con su sangre y fecundar así el árbol imperecedero e indoblegable de la libertad y la democracia, de que el hombre sea el propio protagonista de su destino, jamás ni bajo ninguna condición pueden identificarse ni sentirse justamente evaluados en ese espurio, asqueroso y pestilente, así como denigrante panfletón novelado, cuyo único título válido sería “Las aberraciones sexuales del zángano Vargas Llosa se desbocan en forma depravada ante la figura de Rafael Leonidas Trujillo Molina. No es para menos”.

 

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