OLIGARQUIA CRIOLLA

Responsables desfalco del Banco del Progreso salen con otro cuento justificador que sobrepasa al de Robin Hood

 

Se ha querido montar otra gran comedia, como trágica mentira, para recrear un sainete de mal gusto con el hecho de que los seis principales socios asociados en sociedad que conforman el Directorio del Grupo Progreso y del Banco Dominicano del Progreso, una vez que han creado el hoyo bancario (entiéndase estafa bancaria) de cerca de 14 mil millones de pesos, monto del que en casi su totalidad dispusieran ellos mismos en forma previa, como se dice, con la cuchara grande, lo cual dentro del campo financiero, ante el Código vigente y las leyes que lo componen es una flagrante trasgresión de carácter anti-ético o amoral, acaban de dar, según se dice, un ejemplo de amor al país y de respeto por la sociedad dominicana.

La verdad es que el grupo compuesto, en representación de la oligarquía reaccionaria vernácula, por Roberto Bonetti Guerra, Juan Bautista Vicini Lluberes, Rafael Perelló, Andrés Gustavo Pastoriza, José Manuel Diez y Miguel Barletta entre otros, no llegan siquiera al nivel del personaje del cuento novelado llamado Robin Hood, quien robaba a los ricos para repartir entre las masas de pobres, lo que no deja de ser una acción reivindicadora pues la riqueza y el capital no dejan, a su vez, de ser un robo. Y ladrón que le roba a ladrón… -dice el refrán- 100 años de perdón.

Pero el caso es que los señores del Directorio Progreso previamente dispusieron de los depósitos y ganancias del Banco, según afirma Pedro Castillo Lefeld, para acrecentar sus negocios particulares y personales, igual que Arturo Pellerano, que Ramón Buenaventura Báez Figueroa, que Aybar Sánchez, Felipe Mendoza y tantos otros legendarios banqueros honrados, y cuando la copa se reboza o la caldera está en el punto crítico para la explosión ellos, de manera muy gentil y tan honrada como saben, acusan al que fuera el Presidente del Banco, que no es un angelito, pero lo satanizan y hasta lo ofrecen en fotografía con pelo y barba roja como el vikingo Erick o Federico El Terrible -véanse fotos de Pedrito en Clave Digital- de ser el único responsable de todo el boquete fraudulento éste, en tanto las gentes sólo se preguntan: ¿y dónde diablos estaban esos turpenes mientras un chivito llamado Pedrito Castillo los engatuza con 14 billones de pesos, o sea, medio billón de dólares?

¡Vamos ‘ombe, con su cuento para otro lado!

Y decimos que ni a Robin Hood llegan aquellos turpenes pues si han aportado el monto del medio billón de dólares del fraude o estafa perpetrado en su banco, no es a la sociedad, sino que lo han reinvertido en su mismo y propio negocio especulativo, que es el banco comercial suyo; y ellos con eso se libran de que se les encauce, y hasta ahí sus días de gloria.

Salir diciendo, como lo hace ese lambón de Héctor Herrera Cabral, como miserable mercenario de a tanto por lengüetazos, en televisión, canal 27, que estos señores son un dechado de pulcritud, que son casi el supuesto cristo del Gólgota, que han hecho sus grandes fortunas de manera honrada y decente en forma incuestionable, se pasa de la raya y mueve a un estallido de indignación ante tanta infamia y tanta genuflexión abyecta y vil de un vasallo cuyo retorcimiento espiritual se le retrata en su misma boca al gesticular.

Marx, en su prosa explosiva como el Chimborazo, expresa su genial conclusión de que el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros de su cuerpo de la cabeza a los pies… el capitalista, por un 1% de ganancia no hay infamia que le detenga, y por un 10% más de esa ganancia, se expone él, junto con toda su familia, al cadalso.

¡Viva Marx, abajo los lacayos genuflexos y lambones!

 

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