Leonel Fernández se deja envolver del atolondramiento y la pérfida y perversa Iglesia Católica cuando accede a militarizar el país y poner en manos de guardias y policías el orden público, junto a asignarle cumplir medidas atentatorias al precario y parcial Estado de Derecho

 

Parece que el juego se aprieta cada vez más en la medida que la administración de Leonel Antonio Fernández Reyna entra a la cuenta regresiva de su período para el que fuera electo, a partir del pasado 16 de agosto, cuando cumplió dos años a la cabeza del poder del Estado, esto es, la dirección de su gobierno, pudiendo sólo y únicamente exhibir la estabilidad cambiaria en forma artificial y esgrimiendo como un éxito el llamado crecimiento económico como precarios logros que más bien representan los intereses y ambiciones del capital financiero internacional (consorcios monopolistas imperio-capitalistas) y, como se puede palpar en la patente realidad social, la población no sólo que no ha recibido ningún beneficio en los campos de los servicios sociales, sino que se los han empeorado y puesto, dichos servicios (como agua, luz, educación, servicios de salud, etc.) como un inalcanzable objetivo de las gentes en tanto privilegio absoluto de los sectores pudientes, de los que, ipso facto queda excluido ese factor llamado pueblo trabajador y sencillo.

Los hechos y situaciones que se han precipitado sobre el escenario del país indican que los sectores anti-nacionales y por ende anti-democráticos y anti-populares, para los que el actual gobierno ha ejercido el Poder, han declarado una ofensiva para coronar la derrota de las esperanzas nacionales criollas por el mejoramiento real y efectivo de su situación económico-social, así como por el usufructo de un Estado de Derecho en que la represión y el discrimen, bajo todas sus formas, queden bajo control, de modo tal que se cree así un clima de seguridad para la población.

Leonel Antonio Fernández Reyna se dejó envolver del atolondramiento del que ha hecho el núcleo de su estilo de gobernar, junto con la demagogia propia a todo politiquero, cuando accedió a militarizar el país y poner en manos de guardias y policías en estado de máxima alerta el orden público, junto a asignarle cumplir medidas atentatorias al precario y parcial Estado de Derecho más o menos imperante.

Somos de la firme creencia de que Leonel Antonio Fernández Reyna pecó de ingenuo y dio un paso en falso a favor de los conspiradores contra el país y el pueblo dominicanos cuando accedió a hacer suyos los reclamos de la Iglesia Católica a través del Arzobispado de Santo Domingo, de la Conferencia del Episcopado y la Nunciatura del Papa en el país, de proceder a desandar los oscuros y aciagos, o sea, azarosos, caminos de la dictadura tiránica y renunciar a la democracia y al Estado de Derecho correspondiente con ésta, cuando apeló, torpe y huérfano de perspectivas políticas sanas, a lanzar a los militares y policías a supuestamente garantizar el orden público que posee bases tan frágiles que hasta la delincuencia común -según admiten- amenaza con deshacer todo.

Ahí mismo Leonel Antonio Fernández Reyna se entregó en los fatales brazos del ambicioso y estulto personaje fatal y de malos agüeros para el país y el pueblo, que es el nombrado Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez.

Si se quiere una prueba, les vamos a dar dos. Durante la noche, bajo el predominio del patrullaje mixto policíaco-militar, cuando se detiene un vehículo porque así se la ha ordenado, el agresivo militar que concurre a la puerta tiene la orden de, ante todo, requisar y cuestionar a los jóvenes, y cuando no los hay, sólo acierta a decir: “¡Oh!, son gentes mayores, sigan, que creíamos que eran jóvenes”.

El otro ejemplo está ahí, fresco y patente, testimonio vivo de lo muy maltrecho que se encuentran los derechos democráticos y humanos en el país, como ilustra cabalmente el impedimento para que un aquelarre o arcoiris de jóvenes de diversos pensamientos montaran una Feria, la Otra Feria, para mostrar la cara oculta o cuasi de lo que en realidad se vive y se sufre en medio de la explotación y opresión neoliberal más el oscurantismo religioso.

¿Y quién fue que ordenó, por encima de las leyes y la Constitución, impedir, aún a costa de la más descabellada represalia, que esos jóvenes efectuaran en paz y con alegría su otra Feria?

Pues debe saberse que ese que ordenó a dos coroneles de la P.N. apersonarse con tropas anti-motines a la plazoleta Duarte, no fue otro que el mismo sujeto nefasto, ambicioso y estulto (que significa prisionero de su locura y la arteroesclerosis), que es Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, alias el Cardenal, quien ostenta el rango de Mayor General de las FF.AA. a través del llamado Vicariato Castrense, colateral del Concordato, que lejos de lo que se dice de que sólo consiste en asesoría y guía espiritual a la soldadesca y policías, se trata, en cambio, de una estructura religiosa-militar y policial que se despliega en estas instituciones desde la cabeza hasta los pies, terminando por dominar y poner al servicio de sus nefastos fines el comportamiento de todos los cuerpos represivos policíaco-militares, que son las estructuras básicas del aparato estatal dominicano.

Precisamente hemos dicho y reafirmamos que la matanza-genocidio de Palma Sola en el año 1962 por tropas conjuntas de las FF.AA. y la Policía Nacional, comandadas respectivamente por el general Rodríguez (quien resultó muerto cuando dirigía la masacre de campesinos acorralados que veían la muerte inevitable sobre sí) y el entonces mayor de la P.N., Francisco Alberto Caamaño Deñó, y todo fue obra de la disposición de la Iglesia Católica-Vaticano, que poseía un representante en el Consejo de Estado, que era una de las máximas figuras de la Iglesia Católica en el país, además de que contaba con el funcionamiento del Vicariato Castrense, que acabamos de explicar en qué consiste.

Que la Iglesia Católica-Vaticano y sus secuaces, con su sucursal criolla, dispusieron aquella horrible matanza efectuada el Día de los Santos Inocentes, para que quedara como ejemplo de cómo serían las cosas cuando osara alguien disputarle su negocio mágico-religioso y supersticioso a la Iglesia Católica.

Por ello es que también reafirmamos nuestras críticas a personajes funestos, como es el caso del revisionista y oportunista Arnulfo Mateo que, revisando la historia en sus hábitos de maniático oportunista, gusta y se complace en difundir la insostenible falacia de que sólo fue un sector pequeño de la Iglesia Católica el que estuvo involucrado en la matanza y agrega, que no por ello se puede ni se debe culpar a la Iglesia Católica.

Esta es una constante en esos venales oportunistas y revisionistas, como lo reafirma el caso de Secundino Palacios, que al parecer carece de columna vertebral, o sea, que actúa y se comporta ante las supersticiones religiosas como un invertebrado o con tanto atraso, que en su caso específico, igual que en el de Arnulfo Mateo, es fruto de la pusilánime conducta que tiene como fuente el oportunismo revisionista, cuya finalidad es traicionar e impedir que las masas tomen una conciencia verdadera de quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos, sembrando así las dudas, las confusiones y vacilaciones en el pueblo.

Volviendo a la orden que diera el mayor general del Vicariato Castrense, el nefasto y ambicioso Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, es bueno que se sepa que dicha orden la impartió por encima y sin importarle el Jefe de la P.N. Que los dos coroneles que actuaron desbaratando la Otra Feria sabían de antemano que la Jefatura de la P.N. no estaba al tanto de la misma, por lo que es evidente que actuaron como parte de la estructura paralela de que dispone la Iglesia Católica dentro de las FF.AA. y la P.N., y que como ilustra palmariamente el caso del impedimento a la otra Feria, la Iglesia Católica, y en este caso el mayor general castrense, así como sus obispos auxiliares, disponen de ella a plenitud de sus gustos, discreción o necesidades del momento.

Cabría recordar que en los días inmediatamente anteriores a las incursiones de la Banda parapolicial Anticomunista y Reformista del año 1972 -más exactamente a fines del 1971-, en la ciudad de Santiago de los Caballeros, fueron salvaje y misteriosamente asesinados y masacrados en su misma residencia una pareja de pastores evangélicos de apellido Potter, que según creemos eran ciudadanos canadienses. ¿Por qué nunca quiso investigarse ni esclarecerse el hecho? Sin embargo, eso se empleó para terminar de cocinar la puesta en práctica de la Banda Terrorista balaguerista que encabezaba el general Enrique Pérez y Pérez, nombrado al efecto Jefe de la P.N., con su lugarteniente Oscar Núñez (capitán del Ejército Nacional) y como parte del trío el rufián y bandolero terrorista Ramón Pérez Martínez o Cholín, el Carnicero de Lyon, que luego fue premiado por el tirano y alimaña Joaquín Balaguer.

Es evidente que la Iglesia Católica y sus estructuras paralelas dentro de las FF.AA. y la P.N. fueron las que escogieron, para ambientar el clima represivo, a esa pareja de pastores evangélicos para ser asesinados, matando dos pájaros de un tiro, ya que, efectivamente, estaban teniendo grandes resultados favorables a su iglesia protestante, en desmedro de la oficial y privilegiada Iglesia Católica de Trujillo y Balaguer.

Es del más juicioso y minucioso estudio de los pormenores que ilustran el comportamiento de la Iglesia Católica y del cristianismo, tanto a lo largo y ancho de la historia nacional como latinoamericana y universal, que insistimos en que se pondere el papel criminal, además de negador de la soberanía del Estado, que lleva a cabo la Iglesia Católica, por medio del Vicariato Castrense y su estructura policíaco-militar paralela.

Las actividades del Cardenal lucen desesperadas y fanatizadas, como si temiera perder su gallina de los huevos de oro.

Y lo peor es que no actúa solo ni por separado en este caso nuestro de la República Dominicana. Su labor, como la de toda la Iglesia Católica, tiene como centro preservar su condición de parásito, parásito social que vive a costa del pueblo dominicano, al que menosprecia y ubica como un ganado de ovejas que su deidad les habría asignado como obsequio. Esa labor está estrechamente coordinada con las injerencias cardenaliciamente desfachatadas en nuestros asuntos internos de parte de las embajadoras de Francia y España en el país, al igual que la reunión que todos esos sectores efectúan en Noruega (en la Europa escandinava) discutiendo qué harán con nuestro país y Haití.

La hippie francesa de los Boulevares de Saint German D. Pres Cecile Pozzo de Borgo, que hace de embajadora francesa aquí, y la gitana española cuyo apellido es una musaraña, que le encaja perfectamente a su imagen tan poco agradable al olfato y a la vista (valga decir genio y figura hasta la sepultura), a lo que en realidad se refieren cuando hablan de falta de garantías jurídicas claras en el país, no es más que a enfatizar y presionar para que la República Dominicana acceda a concederle la nacionalidad dominicana a por lo menos 3 millones de haitianos, que para empezar, ya residen aquí.

Es que hay que convencerse y dejarse de cuentos de caminos y andar comiendo huevos de yegua, la Iglesia Católica-Vaticano es el elemento puente y coordinador en su labor de opresión y explotación imperio-capitalista de la Unión Europea y los EE.UU.

La figura de la gran ramera, la gran prostituta, sigue a la Iglesia y a la religión de Roma como su misma sombra. Así, hace una mancuerna con el imperialismo norteamericano. Y a la vez otra copulación o mancuerna con la Unión Europea.

 

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