EL DOCTOR VICTOR TERRERO CONTRA EL NEFASTO ARTICULO 30

En medio del estercolero que representa el llamado Congreso Nacional se alza con digna actitud una voz que reivindica la soberanía interna del Estado por encima de la intromisión e injerencia de la Iglesia Católica cristiana con sus agentes opusdeístas de la prensa venal como Radhamés Gómez Pepín (Jack el destripador) y José Rafael Molina Morillo

15-05-2009

 

Merecen todo el reconocimiento debido, por parte nuestra, las palabras con que el Presidente de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, doctor médico gineco-obstetra Víctor Terrero, reivindica el ejercicio de la soberanía interna del Estado Dominicano y de su fundamento constitucional, basado en el derecho civil, a la vez que asume una vertical postura de apego irrestricto a las ciencias naturales, al momento de la adopción de postulados constitucionales que correspondan al campo de la naturaleza y su producto más complejo, que es la vida, tanto animal como vegetal, y, dentro de ésta, su producto superior y más elevado, que es la vida humana, por lo que rechaza y augura que será depuesto, en una segunda lectura, el mamotreto Art. 30, impuesto mediante el más grosero y vulgar como prosaico y rastrero chantaje y extorsión de parte de la parasitaria, supersticiosa y oscurantista brujería religiosa de la Iglesia Católica-Vaticano y de su infame cristianismo, a través de sus legiones de vividores curas, y en especial, sus obispos y el desgraciado cardenal Nicolás de Jesús- Hildebrando Borgia- López Rodríguez.

          Textualmente sostuvo que los alegatos, ya que en sí no son argumentos, de esa nefasta como criminal institución, que es la Iglesia Católica-Vaticano (de acuerdo a nuestro estricto entendimiento marxista-leninista, de materialistas y ateos intransigentes), no tienen absolutamente ninguna validez, por la sencilla y diáfana razón de que nada de lo que hace, dice o propugna esa podrida institución (éste es nuestro punto de vista innegociable) posee fundamento científico, y todo lo que hace y dice es absolutamente opuesto a la ciencia y a los criterios de ésta.

          El doctor en medicina gineco-obstetra Víctor Terrero subrayó que, por esa razón, es huérfano de seriedad, y está alejado de la verdad, el que la posición contenida en el criminal Art. 30, aprobado en primera lectura por la Asamblea Revisora vigente, por chantaje e intromisión descarada de la Iglesia Católica- Vaticano en los asuntos soberanos internos del Estado Dominicano y su Poder Legislativo, esté a favor de la vida, ya que en sí, el mismo representa una colectiva sentencia de oposición a que la ciencia médica concurra en la defensa del derecho a la vida de la fuente orgánica de la vida humana, que es la mujer, la madre, sin la cual no se concibe ni es posible la reproducción y el nacimiento de los seres humanos.

          Dándole un contundente bofetón con las dos manos a las legiones espurias de miserables mercenarios de la prensa venal escrita, radial y televisada, como son  los Radhamés Gómez Pepín (Jack El Destripador) y su par, el mequetrefe espía de la CIA y del SIM del dictador Trujillo, como ambos son del Opus Dei y de los cuerpos de infamia más abyectos de la Iglesia Católica-Vaticano, José (por el padre del dictador Trujillo) y Rafael (en honor al mismo dictador y criminal Trujillo) Molina Morillo, quienes han sido los coordinadores de la infame conspiración de la Iglesia Católica-Vaticano en contra de una maternidad sin riesgo y, por lo tanto, a favor de la muerte de las madres, so pretexto de que todo cuanto ocurre durante el proceso del embarazo o preñez de la mujer, incluido el origen de este fenómeno natural, es obra de una supuesta voluntad, y decimos de una imaginaria deidad inexistente, que sería su dios, y, por lo tanto, vomitan, esos energúmenos de la Iglesia Católica-Vaticano, si la mujer ha de morir, que muera; si ha de parir un monstruo, que lo para que, al fin y al cabo, todo ello sería obra de la voluntad de su nefasto y monstruoso supuesto dios.

          El doctor Víctor Terrero, actuando como un verdadero legislador al servicio exclusivo de la comunidad humana, ha establecido, en forma honorable y más que digna, que su Proyecto de Ley respecto a la interrupción del embarazo o preñez en condiciones especiales, sí que favorece la vida, por cuanto busca preservar la vida de la gallina de los huevos de oro y del cuidado insustituible, en las actuales condiciones, de los niños y niñas, hijos y paridos por esas madres.

          Creciéndose en su irrestricto apego a la ciencia de la práctica médica responsable, dijo que no van a aceptar el chantaje de la siniestra y descalificada, por supersticiosa, Iglesia Católica-Vaticano y del cristianismo.

          Los representantes parasitarios e inútiles socialmente, por cuanto no son partes, bajo ninguna forma, de las fuerzas sociales que aportan ni riquezas materiales ni mucho menos espirituales en el hombre y la mujer, ya que los castran y los envilecen cuando sus supersticiones oscurantistas hacen blanco en ellos, despliegan el chantaje como su único recurso, lo cual los legisladores responsables no están dispuestos a aceptar.

          Demandando que se le ponga fin a la práctica nociva de la intromisión, para su exclusivo beneficio, y de la superstición oscurantista, de la Iglesia Católica-Vaticano, puso en claro que su propuesta ni siquiera se refiere al aborto.

          Del mismo modo, rechazó que la ONU y la Organización Mundial de la Salud ni la Organización Panamericana de la Salud, estén intimidando a los legisladores, y demandó que estas instituciones se pronuncien al respecto.

La cuestión de la maternidad, que implica la fase de la preñez, el parto y la crianza correcta de las criaturas humanas, es un asunto de Estado y social, además de biológico.

          Resulta extraño y harto paradójico, irónico y es una burla, que la perversa Iglesia Católica-Vaticano, que se niega a ser parte activa, con responsabilidad y abiertamente, del proceso de la reproducción humana, con la aberración y el adefesio del celibato, proclamado e impuesto en la Iglesia Católica por Hildebrando o el alias Papa Gregorio VII en el año 1074, correspondiente al siglo XI, y que sólo ha sido fuente de degeneración y aberración sexual tanto para la Iglesia Católica y sus legiones de depravados parásitos sacerdotes como a través de su muy nociva y pervertida influencia en la sociedad, pretenda imponer sus aberrados puntos de vista respecto de la maternidad y del aborto.

          Es que, como quiera que se le aborde y se tome la cuestión de la religión, y en especial del cristianismo, ya fuese católico o protestante, resulta que es la peor droga envilecedora del hombre y el opio de toda la humanidad. El hombre civilizado, emancipado y libre, es aquel que no da pie en su conciencia a la superstición, y cultiva su comportamiento en todos los órdenes, en armonía y coherencia con las leyes de los procesos históricos, culturales y sociales que estructuran la historia.

 

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