EL DILETANTE LUIS GOMEZ PEREZ EN SU PATOLOGICO INDIVIDUALISMO SUPLANTA EN LA REPUBLICA DOMINICANA LA CATEGORIA DEL MATERIALISMO HISTORICO DE LA FORMACION SOCIAL POR UNA ESPECULACION DE SU OPORTUNISMO TRAIDOR TROSTKISTA

Sus héroes espirituales son el opusdeísta y franquista como trujillista alias Padre Pozada preceptor y guía del pichón de hiena Ramfis Rafael Trujillo Martínez, junto al activo cabecilla jesuita español alias padre Quevedo encargado de la opusdeísta Congregación Mariana

16-09-2014

 

El trotskista y diletante Luis Rafael Gómez Pérez, que, finalmente, se declara obra y hechura, no tanto del trotskismo argentino, de muy ingrata impronta contrarrevolucionaria, y furiosamente anti-comunista, sino de los jesuitas, y de su frustrada vocación sacerdotal católica y de filósofo escolástico-tomista; por lo que sus héroes espirituales son el opusdeísta y franquista, como trujillista, alias Padre Pozada, preceptor y guía del pichón de hiena, el bastardo y sanguinario sociópata Ramfis Rafael Trujillo Martínez, en realidad de padre desconocido; junto al activo cabecilla jesuita, el español alias padre Quevedo, encargado de la opusdeísta Congregación Mariana, o adoradores del culto a la supuesta madre del hijo de dios, preñada, al igual que otras princesas, sexualmente vírgenes, como es el caso de  Gautama Buda, y los casos de Dionisio, de Maní, como de Isis, la diosa madre, la vaca preñada por una divinidad pagana que adoptara la forma de buey, el buey Apis, y la fecundara para el nacimiento del dios egipcio cuyo culto se adaptó al mito de Osiris, que es el del tal Jesucristo. Y, así, viene a repetirse la misma fantasía mitológica, a todo lo largo y ancho de las leyendas supersticiosas y mágico-religiosas que nutren los mitos del paganismo, y hacen resaltar , lo único original del cristianismo es su absoluta y total orfandad, por falta de, originalidad. En tanto, Luis Gómez Pérez oculta su verdadera adhesión y militancia doctrinaria, ideológica y política, y quiere fungir de “marxista”; de lo que el espía pagado de la CIA, y a la vez agente político mercenario a sueldo del Departamento de Estado del imperialismo yanqui, el rufián Juan Emilio Bosch Gaviño, dejó sentado un ejemplo indeleble, conforme sus mismas aberraciones oportunistas de carácter trotskista; al decir: “soy marxista, pero no leninista”. Y fue una de las pocas verdades que, en sus excepcionales arrebatos de asinceramiento, había expresado ese felón; pues, efectivamente, a la lacra inmunda de su primer vástago le llamó León, en honor al alias Leon Trotsky.

O sea, que eso de marxista pero no leninista, es muy común entre los especímenes de cerca del trotskismo, en cuyas filas siempre ha estado, desde su exilio en Argentina, Luis Gómez Pérez.

Haciendo derroche de su patológico y enfermizo individualismo y de oficiante de su alter ego, en el que abunda el narcisismo, y no por seguimiento al renegado revisionista y ultra oportunista Narciso Isa Conde, sino narcisista por cuanto siempre ha vivido enamorado de sí mismo, como compensación a su marcado complejo de inferioridad, por su disminuida estatura y el color de su piel, que lo define como mulato dominicano; lo que lo ha empujado siempre a querer sobresalir, a ser seguidista de los blancos y de los elementos pertenecientes a los estamentos oligárquicos de Poder. Pues, Luis Gómez Pérez, al parecer muy afectado por los estragos de la arteroesclerosis y la senilidad, que en los oportunistas y renegados revisionistas causan desastrosas devastaciones de estulticia; lo que conlleva a que sus actos y espectáculos, ya sea en torno a los recuerdos del pasado, como frente a las situaciones presentes, sean de carácter tragicómico y de un patetismo causante, no pocas veces, de conmiseración y lástima.

Y así se resalta y se pone de relieve, en su más alta manifestación, que un supuesto comunista (pasando por confesar una arrebatada vocación religiosa católica, y postrándose, como un impensante y supersticioso, a las patrañas de la exterminación de la raza aborigen del hoy Continente Americano, causada por el proceso de cristianización; tal y como revistió la colonización de este Continente y del Caribe, como por igual, la devastación y depredación del Africa y de los africanos, a los que convirtió en carne de cañón y tripa, sangre y nutriente de la esclavitud universal, y, en particular, de la esclavitud, cuyos horrores se sobredimensionaron  en el Continente Americano hasta el día de hoy.

Llegando a alcanzar los más altos grados del sarcasmo, con todas sus connotaciones de ignominias, y las más terribles páginas de la historia universal de la infamia, lo del cínico humanismo de los llamados Padre Las Casas, Fray Antón de Montesinos y el Padre Córdova. Todas sus obras y esfuerzos giran, no en contra del exterminio devastador del ser humano, que entraña la esclavitud tardía, reimplantada con la cristianización y colonización de estos territorios (esclavitud para la que, los reclamos de la sustitución del indígena por el esclavo de la raza negra, se implementaron teniendo como centro la Iglesia Católica y el Papado; en aras de la prolongación, continuidad, permanencia y continuación de dicho oprobioso régimen de la esclavitud; y no con la finalidad de que la esclavitud desapareciera y se le pusiera coto a sus crueldades insoportables), sino, como se puede saber y se ha comprobado, por todo lo contrario.

Si acaso, en esas confesiones de sus íntimas vocaciones religiosas, por parte del renegado trotskista revisionista, y espécimen del zoológico del castro-guevarismo debraísmo, aventurero y trotskizante, Luis Gómez Pérez; y así, provocador por lo tanto, hay algo que permita resaltar la ideología particular, personal e individual, oportunista y anti-marxista, como anti-leninista y contrarrevolucionaria, de ese fantoche de Luis Gómez Pérez, en esas auto-confesiones suyas, eso es su total ausencia de espíritu y actitudes críticas y auto-críticas respecto a la realidad, a su entorno y los hechos; de los que, como tomista auto-confeso, lo hace a manera escolástica y bajo el concepto de la fenomenología y el fenomenalismo positivista, como agnóstico, sin importarle la esencia ni el discurrir de las cosas y hechos.

Y es alrededor de estos rasgos, muy peculiares, de este pillo oportunista y rufián renegado revisionista, que se cimbrea en sus especulaciones subjetivistas; dando exhibición de ser un perdulario presumido empedernido; lo cual viene a abundar a favor de lo que ya hemos dicho en torno a su intrínseca condición: arquetipo de inveterado individualista narcisista, que vive enamorado de sí mismo y que, como se les atribuye a estos especímenes de sicóticos, fijan y resuelven su libido y propensión sexuales en sí mismos.

No obstante, la dicotomía y, por lo tanto, lo contradictorio en la concepción y práctica de Luis Gómez Pérez, que en su caso es casi una forma de autoflagelación. Lo que nada ha de extrañar, en el trotskista e individualista trashumante éste, es que apela a un empleo completamente escolástico y tomista, con carácter metafísico, en oposición al materialismo, y al historicismo como a la dialéctica; en fin, contraviniendo el papel y el uso del materialismo dialéctico y su método materialista dialéctico, y con esto el materialismo histórico; para aferrarse, con carácter dogmático y estereotipado, como de cliché, a sus reduccionistas conclusiones; y, por lo tanto, tan subjetivistas como unilaterales, respecto a la realidad económico-social dominicana, la composición y estructura de clases de la sociedad dominicana, su régimen económico, sus relaciones sociales, como a la naturaleza y carácter de las superestructuras imperantes en la sociedad dominicana; en particular en torno a la más importante de todas las superestructuras de una formación económico-social, el Estado.

Refiriéndose, al parecer, a la década del 1960 y del mismo 1970, el renegado oportunista y revisionista trotskista Luis Gómez Pérez, repite y repite su sonsonete de que -lo citamos- “la formación social era capitalista, atrasada, deformada y dependiente”, hasta aquí le citamos textualmente.

Y, si hacemos un contraste, de lo que es el concepto y categoría de Marx y Engels, no de Trotsky, ni de ningún traidor y curandero social, oportunista y renegado revisionista, tendríamos que sentir conmiseración de la aberración, como de la incapacidad alarmante, propia de enajenado y alienado, paciente de esquizofrenia, con el nivel de paranoico galopante, que rompe toda vinculación con la realidad y se ahoga en las falacias creadas por sus alucinaciones y sus ilusiones fantasiosas. Puesto que, una formación económico-social, que es una categoría clave, del materialismo histórico creado por Marx y Engels; que, como categoría, es un concepto esencial, pero no es la realidad viva y concreta, sino un reflejo disecado de sus aspectos esenciales, que corresponde sucesivamente a la esclavitud, al feudalismo o medievalismo, al capitalismo y al socialismo; esto es, como categorías del desarrollo de la historia universal y del desarrollo de la civilización, empezando a partir de la esclavitud.

Y, en cuanto a la formación capitalista, para que sea tal, ha de haber una correspondencia esencial, y en rumbo, como a relaciones y puntos de vista, absolutamente mayoritario y hegemónico, entre el modo de producción, el régimen económico-social y la superestructura de la sociedad; que viene a estar compuesta por las ideas y sus instituciones pertinentes; como la educación y la escuela; el derecho y el Poder Judicial, como la Constitución; la moral y la ética y sus correspondientes instituciones; lo mismo con las ideas y escuelas filosóficas; como con el arte y las escuelas e ideas pertinentes; como en cuanto al sistema estatal y formas de gobierno. Siendo el Estado la principal de todas las superestructuras, Por lo que, en su perenne situación contradictoria, que es la dicotomía en que, como un suplicio de Tántalo, viene a ser la situación en que siempre se ha desenvuelto y ha estado atrapado Luis Gómez Pérez, sin que nunca haya podido dar pie con bola; ya que, de por sí, a la luz de la doctrina del materialismo histórico, resulta poco más que un descomunal disparate, el tan solo pensar que, para las décadas del ’60, ’70, ’80, y aún para los días actuales, en República Dominicana existía una formación capitalista; entendida ésta en el estricto concepto marxista-leninista de correspondencia entre la base de la sociedad, que son las relaciones sociales de producción, con las fuerzas productivas, lo que genera el modo de producción, y con lo que, conjugado con la superestructura, se obtiene la formación económica capitalista; ya que, todo el mundo sabe que, si la superestructura de esos tiempos hubiese sido propiamente capitalista y del régimen capitalista, no se hubiese podido hablar de condiciones para llevar a cabo,  o propiciar, el desencadenamiento de un proceso revolucionario que, tratándose de marxista-leninista, se ha de sobreentender que se estaba tratando de un proceso de transformación económico-social y de las relaciones sociales de producción, de intercambio como de circulación económicos, y en el orden político-social; la transformación del Estado del régimen oligarquía, despótico, absolutista, servil ante el imperialismo, y bajo el fideicomiso clerical-teocrático, vía el Concordato, por parte de la Iglesia Católica-Vaticano.

Y, así como todo el mundo sabe y reconoce, incluso, que en República Dominicana, en el orden de la superestructura, tenemos un atraso de magnitud incalculable, que son las que dieron pie a la estafa de las reformas estructurales para la modernización y pasar de contrabando el modelo neoliberal.

Lo que Luis Gómez Pérez viene a exhibir, en las sucesivas entrevistas que le publica Angela Peña, es que nunca ha manejado, ni ha tenido, ni ideología del materialismo dialéctico alguna, ni compenetración, ni mucho menos dominio, del materialismo histórico marxista-leninista, como arma e instrumento de estudio, análisis ni de conclusiones, en torno a la realidad económico-social, política ni cultural de la sociedad y nación dominicanas.

Como ya se nos agota el espacio por esta ocasión, citemos lo que textualmente establece Carlos Marx, como su concepción del materialismo y su concepción, respecto a la dinámica con que éste opera en la sociedad; y se podrá comprobar que, para el ‘60, el ‘70, etc., aquí no existía, como afirma Luis Gómez Pérez, en torno a su imaginaria elucubración, de formación económico-social capitalista.

Carlos Marx dice así: “El conjunto de esas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual se edifica una superestructura jurídica y política, a la cual corresponden formas de conciencia social determinadas. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual. No es la conciencia de los hombres la que determina su ser, es, por el contrario, su ser social el que determina su conciencia.

“En un cierto grado de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o con aquello que no es más que su expresión jurídica, las relaciones de propiedad dentro de las cuales se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, esas relaciones se transforman en trabas para esas fuerzas. Entonces se abre una época de revolución social. Con el cambio de las bases económicas, toda esta colosal superestructura se ve trastornada más o menos rápidamente. Cuando se consideran tales trastornos, siempre se debe distinguir entre el trastorno material de las condiciones económicas de la producción -que se pueden comprobar por ciencias de la naturaleza-  y las formas jurídicas, artísticas, religiosas o filosóficas, las formas ideológicas, en una palabra, a través de las cuales los hombres toman conciencia de ese conflicto y lo llevan a cabo. Así como no se puede juzgar lo que es un individuo según lo que piensa de sí mismo, tampoco se puede juzgar una época semejante de trastorno sobre su conciencia; más bien es necesario explicar esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto que existe entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Una forma social nunca desaparece antes que se hayan desarrollado todas las fuerzas productivas que ella puede contener, y ninguna relación superior de producción la reemplaza antes que las condiciones materiales de existencia de esas relaciones hayan sido incubadas en el seno de la vieja sociedad misma. Por ello la humanidad nunca se plantea sino los problemas que puede resolver; pues un examen detenido revela que siempre se dará el hecho de que, el problema mismo se plantea tan sólo allí donde las condiciones materiales de su solución existen ya o, por lo menos, están en vías de devenir”. (Hasta aquí la cita).

Aunque, hay que hacer notar que, entre sus recursos reduccionistas, Luis Gómez Pérez no habla ni aborda el asunto con toda rigurosidad, en cuanto a lo de formación económico-social, y apenas habla de formación social; lo que no es marxista, ni mucho menos leninista, sino un procedimiento típicamente reduccionista y vulgarizador de asuntos tan vitales como lo es una categoría básica del materialismo histórico.

Citado este texto completo de Carlos Marx, está claro que, cuando Luis Gómez Pérez habla de formación capitalista, con su adjetivización mecánica, y nada dialéctica, y ocultando, deliberada como unilateralmente, la presencia, en muchos casos, y ramas de la producción nacional, con niveles abrumadores, de formas y relaciones sociales de producción medievales y feudales, como del área de la producción mercantil simple, Luis Gómez Pérez reafirma su repugnante naturaleza de contrarrevolucionario oportunista, trotskista y renegado revisionista de tomo y lomo.

 

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