La República Dominicana tiene su territorio diferenciado delimitado y deslindado

Haití tiene su territorio diferenciado delimitado y deslindado

¿Qué es lo que hay detrás de la capciosa generalización de que habitamos el territorio de la misma isla?

27-01-2014

 

Dice un haitiano, lacayo redomado de su complejo de sirviente abyecto, que lo lleva a creerse ciudadano francés, lo siguiente:

“Las relaciones entre los Estados se desarrollan siempre mediante un intercambio complejo, teniendo en cuenta los intereses económicos y políticos que las atraviesan. Se tornan aún más intrincadas cuando se establecen entre Estados limítrofes. Qué decir, entonces, cuando atañen a dos naciones que comparten un territorio insular de apenas 76,480 km2, para una población global de cerca de veinte millones de habitantes. Dos pueblos que se distinguen en diversos planos: cultural, étnico, sociológico. De ahí las divergencias que han marcado las dos entidades independientes de la isla Kiskeya. Toca a las elites dirigentes de ambas naciones dar prueba de inteligencia en la creación de las condiciones necesarias para el establecimiento de un clima de paz, favorable al desarrollo de dos comunidades condenadas a vivir por toda la eternidad en este pedazo de tierra”.

Y por otro lado, un parásito y hechicero vividor, iniciado en las artes de la brujería del cristianismo católico romano, el alias arzobispo Thomas Wenski, en un centro de hechicería llamado iglesia parroquial Corpus Christi, de Miami, el 21 de enero del 201$, dijo lo siguiente:

“La historia de las relaciones entre los dos pueblos, que por el destino comparten una misma isla, se caracteriza más por sus sombras que por sus luces; sin embargo, aquellos días de solidaridad afectiva y efectiva de los dominicanos hacia los haitianos eran días de luz que animaban las esperanzas de todos en aquellos momentos de dolor y de duelo”.

Pero, ¿qué resulta? República Dominicana, por nuestra parte, Haití, por su parte, poseemos dos territorios distintos, delimitados, deslindados y diferenciados entre sí. El que estemos enmarcados como partes de una misma isla, es lo que menos importa, para fines de ser una Nación y un Estado tribal.

El pueblo dominicano habita y tiene como suelo, su propio territorio, con sus límites geográficos nacionales diferenciados, y de antemano se sabe que ese territorio no abarca toda la isla de Santo Domingo, si no sólo una parte.

El pueblo haitiano tiene su territorio, con sus límites geográficos establecidos y diferenciados, de los de República Dominicana.

Esta es la realidad concreta y objetiva como subjetiva.

Desde esta óptica, ángulo y apreciación de conjunto, es inexacto, perverso y persigue fines inconfesables, contrarios a la República Dominicana, la generalización, del gusto e interés de los haitianos, de los pro-haitianos y de los anti-dominicanos, de que los dominicanos y los haitianos somos dos pueblos hermanos con diferencias, pero que tenemos el mismo territorio, la isla de Santo Domingo, como común territorio de ambos pueblos, naciones y Estados. Y esto es falso. Es una generalización que falsea la realidad de la verdad

Así como en el llamado registro catastral de la tierra, de una nación y Estado, se divide en parcelas generales, y éstas, a su vez, se subdividen en partes, que se llaman porciones o solares, perfectamente deslindados, y en los que el dueño de uno o más solares o porciones, dentro de una misma parcela, no es el dueño de las otras porciones o solares, que están en la misma parcela, dentro de la que ese ciudadano es dueño de sus porciones o solares particulares; una o más porciones o solares que, para tal fin y objetivos, están cada uno, al efecto, deslindados unos de otros, sin que pueda haber base para confusión que no sea fácilmente aclarable y establecida; resulta que República Dominicana, por nuestra parte, y Haití, por la suya, teniendo sus respectivos territorios perfectamente establecidos cada quien, República Dominicana y Haití, los dominicanos por nuestra parte y los haitianos por la suya, tienen sus propios econichos territoriales nacionales, que constituyen el marco nacional o territorial de sus habitats respectivos de sus propias nacionalidades, por lo que, al efecto, han erigido sus respectivos conjunto de órganos e instituciones de administración, orden para su dinámica de funcionamiento interno, social y económicamente, educativos y de servicios en general, como de defensa jurídica y militar, protección de la integridad de sus respectivos territorios, hábitos, sociología y cultura respectivos.

No aceptamos, ni nos gusta, ni nos place, lo que generaliza y genera confusión, como sirve de incentivo a placeres de expansión, dominio y anexión de uno sobre otro, eso de que somos dos partes que habitan un territorio general que se llama isla, pero que, en realidad, no habitamos como país ni nación en la isla, sino los dominicanos en nuestro territorio nacional, y los haitianos en el suyo.

¿Por qué eso, de que ambos pueblos habitamos un mismo lugar o econicho territorial, no es cierto ni se corresponde con el proceso del conocimiento y la verdad? Por la sencilla razón de que, en el orden del pensamiento o del conocimiento, lo verdadero-real, tiene como núcleo fundamental, que para que sea justo, debe partir de la realidad objetiva y concreta, y de ésta, elaborar pensamientos y conceptos, que expresan los aspectos tenidos por esenciales; y de ahí proviene su debilidad, como su unilateralidad, que le limita, puesto que toda generalización de por sí cojea; como de por qué, el proceso real, particular, concreto y objetivo, puesto que existe fuera de todo pensamiento, ha de ser y es mil veces más rico que todo enunciado o concepto, que es obligatoriamente una generalización o abstracción.

¿Qué es lo que hay detrás de la capciosa generalización de que habitamos el territorio de la misma isla?

 

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