GENUFLEXIÓN LACAYO LUIS ABINADER ANTE EL IMPERIALISMO Y LA IGLESIA
CATOLICA
Todas las ramas de las Fuerzas Armadas Dominicanas son parte de la trama
de entregarle nuestra Patria a los haitianos
La
genuflexión del lacayo y siervo de la gleba ante el imperialismo y los
haitianos, por parte del mojón y embeleco con muchos flecos, que usurpa
la presidencia del poder ejecutivo del Estado Dominicano, el nombrado
Luis Guaidó Duque Abinader Corona, haitiano y Judas, perteneciente al
submundo de gitanos y apátridas árabes. Este Abinader Corona, ha causado
una ofensa a la República Dominicana más que humillante, más que
escandalosa. Es un hecho vergonzoso lo que está haciendo, sin precedente
en la historia de la ignominia y la infamia articulada en República
Dominicana.
Es
un hecho que enloda a los dominicanos de tal manera, que todo el agua de
la geografía Nacional no será suficiente para desenlodar el embarre
hecho por esta gentuza procedente de la etnia árabe, que constituye
indudablemente una peste para la sociedad Dominicana.
No
solamente está la entrega a los haitianos, no solamente está el que ha
puesto todos los órganos de la defensa de la soberanía nacional al
servicio de la
haitianidad, con trucos realmente vergonzantes; como es el caso de poner
a las fuerzas armadas de aire, mar y tierra a, so pretexto de ganar
preseas en competencia, olímpicas, darle la nacionalidad a haitianos que
no califican constitucionalmente, y presentarlos como ídolos para la
juventud y la próximas generaciones de dominicanos.
Basta y sobra conocer los casos de la tal Marileidy Paulino, Fiordaliza
Cofil, Marysabel Senyu, Zacarías Bonnat y los hermanos Luis y Bernardo
pié para confirmar lo que estamos diciendo.
Es
que este gitano apátrida, haitiano árabe, de Luis Abinader Corona, como
un desclasado estafador, se ha dedicado a involucrar a los órganos de la
defensa de la soberanía Nacional, particularmente en el caso de las
agresiones haitiana en un complot directo contra el estado Nacional
dominicano.
Y
los dominicanos no debemos mostrarnos indiferentes ante esa situación.
Ya
no basta con que la gran mayoría de haitianas paren,
sin
costo alguno, en nuestras instalaciones hospitalarias que se construyen
con los impuestos de los dominicanos. No basta darle los servicios de
los médicos dominicanos, que se forjan en las universidades y centros
educativos construidos con los recursos de los dominicanos; también le
donan la sangre a las haitianas para atenderse en los hospitales, y a
los haitianos; mientras que los dominicanos tenemos que pagar más de
3,500 pesos por una pinta de sangre, que es comercializada
indolentemente por las autoridades del gobierno actual, igual que las de
otros gobiernos anteriores lacayos y sumisos, no solo al imperialismo
norteamericano, sino también y, sobre todo, a la maldita Iglesia
Católica, Vaticano, parásita inveterada del pueblo y la Nación
Dominicana.
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